Pablo Barrera y su segundo aire en Pumas

Pablo Barrera y su segundo aire en Pumas

El capitán de la UNAM suma un arranque relevante en cifras, con tres anotaciones y una asistencia; a pesar del tiempo, sigue siendo referencia en el ataque de los felinos de CU

Rubén Guerrero Atilano| Milenio| | Miércoles, 26 de Septiembre de 2018| 18:01

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Apenas este fin de semana, La Autoridad Judicial con sede en Tlalnepantla, Estado de México, emitió una sentencia de 25 años y seis meses de cárcel en contra de Santiago Ramírez Miranda, culpable por el delito de robo de vehículo con violencia. El ilícito en el que participó el condenado ocurrió en noviembre de 2017, junto con dos sujetos más, en la colonia San Juan Ixhuatepec en el citado municipio. Esta entidad es una localidad dura, por lapso insegura y difícil si se crece en ella. Este es el caso de Pablo Barrera, que maduró entre las calles de este sitio, pero bajo la tutela de Doña Esther, su madre.

Esther Acosta hizo de todo para brindarle a Pablo y sus dos hermanos las posibilidades que quizás ella no tuvo. De pequeño, el ahora capitán de Pumas y uno de sus últimos emblemas, tenía muy claro que lo que más anhelaba era ser un futbolista profesional, como su entonces ídolo, Cuauhtémoc Blanco. Esta meta fue incentivada por su madre, que le pedía disciplina escolar y comportamiento ejemplar para sus hermanos: "Un día, solito, llegó hasta la escuela de Osvaldo Castro (Pata Bendita); metió cinco goles y le dijeron que no pagaría nada, para que se quedara a entrenar", dijo la señora para Televisa Deportes en 2010.

Fue entonces que comenzó realmente el camino rumbo al profesionalismo de Barrera. Años más tarde, una visoría de Mauricio Peña (QEPD) a la escuela del Pata Bendita le abrió las puertas de Pumitas, las fuerzas inferiores de Universidad Nacional, así como la presencia de Guillermo Vázquez Mejía, padre de Memo y encargado de todas las fuerzas básicas del club: "Él tenía muchísimo talento, demasiada capacidad y yo sabía que si iba a los torneos internacionales en los que participábamos, a Pablo le ayudaría para seguir mejorando y madurando", decía el formador.

Vázquez Mejía jugó un papel preponderante en la formación de Barrera Acosta, pues más allá de la confianza que le brindaba, llegó a brindarle ayuda económica para que su familia y él realizaran los viajes desde Tlalnepantla, hasta CU. La recompensa llegaría tarde o temprano. De hecho, desde muy joven, antes de su debut en Primera División en 2005, el interés de diferentes escuadras era noticia en Cantera, sobre el habilidoso volante: "En una gira amistosa que tuvimos en Italia con un equipo Sub17, la Fiorentina y el Parma querían que se quedara por allá", comenta Miguel España, su entonces timonel.

Hoy, el resto de la historia es conocida por todos. La carrera profesional de Pablo fue de más a menos; disputó una brillante Copa del Mundo en 2010 y hasta el talento le dio para emigrar a Europa, donde su futbol le sirvió de catapulta para fichar con el West Ham y más tarde con el Real Zaragoza... Su trayectoria le retornó al balompié nacional, con Cruz Azul, Monterrey y a mediados del 2016 retronó a Pumas, como símbolo de referencia de la gestión de Rodrigo Ares de Parga. A pesar de que ha tenido buenos momentos con Universidad Nacional, el Apertura 2018 ha marcado una pauta positiva.

Con tres anotaciones y una asistencia, Pablo Barrera ha tenido un óptimo arranque de semestre, igualando las cifras del Apertura 2016, su mejor certamen desde que retornó a Ciudad Universitaria. Con el brazalete de capitán en el brazo, el ´8´ ha recuperado sensaciones de vértigo, se le ve desbordar como en sus mejores tardes, cuando progresaba como un prospecto destacado y aspiraba a consolidarse. Quizás, si algo ha cambiado, es precisamente esa facilidad del cambio de ritmo. "Me siento bien, muy motivado; el equipo está para pelear por grandes cosas este torneo", señaló.

A pesar del tiempo transcurrido, de quelas lesiones, de algún modo, le han respetado, Pablo ha tenido altibajos, por lo que sus cifras destacan ahora. Como el ejemplo de Doña Esther, acostumbrada a ir contracorriente, trabajando de noche en una fábrica para etiquetar envases y en la mañana en una concina económica, Pablo ha mantenido en puestos estelares en un plantel que exige sacrificio y talento. El líder de la ofensiva de Universidad y uno de los futbolistas más identificados con la grada felina, ha tomado un segundo aire, que le conviene al colectivo.