Semana del 20 de Abril al 26 de Abril de 2018

Ligero de equipaje

Ligero de equipaje

Rodolfo del Ángel del Ángel

La vida está hecha de despedidas y llegadas, no hay un lugar definitivo aquí en este mundo, solamente somos peregrinos, visitantes temporales de la vida para ser testigos y beneficiarios de toda la belleza con la que Dios formó este mundo.

Nuestros ropajes, nuestra casa, y todo aquello que adquirimos son solo recursos pasajeros para hacer más llevadera la jornada. Nada es para siempre aquí en este mundo, solo el amor de Dios que nos conduce paso a paso en el camino y que es un anticipo de la perfecta y plena alegría que hallaremos en ese mundo donde lo definitivo nos aguarda: la llegada final, el gozo pleno, la comunión sin rupturas, la paz sin término.
Por lo tanto el arte de vivir, el verdadero regocijo y disfrute consiste no en llenar nuestras necesidades como si fuéramos solos en el mundo, no en creer que la alegría definitiva ha llegado, o que la desgracia y el dolor se ha instalado para siempre y tenemos que cargar con el mismo todo el tiempo. El verdadero goce en esta vida consiste en compartir y agradecer, en disfrutar los buenos momentos que se nos conceden con gran intensidad, pero sobre todo en no apegarse. No apegarse ni a las cosas ni a las personas, así cuando todo aquello que en algún momento nos hizo felices se vaya de nuestra vida lo despediremos con una bendición y dejaremos la puerta abierta a lo que viene.

Hay un hecho real e innegable en este mundo: Todo se va, se va la juventud, se van los hijos, se van las modas, se van las viejas ideas que ya no son útiles y vamos por la vida vaciando y llenando una y otra vez nuestro equipaje, así es que para ser felices hay que viajar solo con lo necesario. Claro, hay quienes van con exceso de carga. En esa maleta van los antiguos rencores, los amores fallidos, los resentimientos coleccionados, las glorias del pasado, los sufrimientos del pasado, los sueños rotos, los sueños realizados, nuestros viejos problemas y los problemas de otros, porque no nos contentamos con vivir nuestra propia vida, insistimos en vivir la vida de otros, cargamos con sus fracasos, sus malas decisiones, sus infelicidades, o los triunfos y realizaciones de otros que creemos deben ser los nuestros.

Ahora que nos disponemos a salir de Chicago lo difícil ha sido decidir no lo que vamos a llevarnos, sino que vamos a dejar. Hemos descubierto que hay apegos que son cargas pesadas y tenemos la tentación que sobrecargar la maleta y hacer un esfuerzo sobrehumano para poder llevarlas. “Más ligera, haz ligera la maleta mira que no podemos llevar todo” son las palabras que escucho mientras trato de acomodar todo en un espacio reducido. Justo eso es lo que nos dice el Señor: hijo, hija, haz más ligera la maleta, suelta los viejos apegos innecesarios, revisa los cajones del alma hasta los últimos recodos, limpia, desecha. Es importante, pues cuando venga lo nuevo no tendrás espacio si insistes en guardar todo. No habrá espacios para los nuevos amores, los nuevos amigos, las nuevas alegrías ¡Aligera la carga! Es así como pasaras por la vida con solo lo necesario para cada estación, solo lo necesario, y un espacio vacío dispuesto siempre para recibir las nuevas bendiciones que Dios tiene para sus hijos. Ve desprendiéndote a lo largo de este viaje, peregrino de la vida, así cuando llegue el momento del viaje final, correrás ligero al gran encuentro sin nada que te estorbe y te detenga. Tus manos estarán vacías y abiertas, para asir las de Dio; tú ser, ya sin cargas ni afanes de esta vida estará preparado para recibir el abrazo del Padre.