Semana del 20 de Octubre al 26 de Octubre de 2023

Jesús, un pequeño niño refugiado

Jesús, un pequeño niño refugiado

Rodolfo del Ángel del Ángel

Eché a volar mi imaginación preguntándome, si Jesús naciera en estos tiempos, ¿dónde nacería, bajo qué circunstancias y quiénes sería sus padres? Hay una tendencia a embellecer el relato del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, pero es en realidad una historia que refleja de manera dramática la vergonzosa indiferencia frente a la necesidad que revela el estado del corazón humano. La verdad es que leemos el relato de pasada, sin detenernos realmente a considerar lo que allí se nos describe. Una mujer muy joven aún, acompañada de su esposo, a punto de dar a luz, pero el lugar está atestado, no hay sitio en los mesones, ni quien esté dispuestos a ceder el espacio. Solo un establo está disponible. Tiempo después, cuando los magos de oriente llegan a Jerusalén preguntando por el rey de los judíos, Herodes tiembla al sentir amenazado su trono y da una terrible orden: matar a todos los niños menores de dos años, en un intento desesperado por acabar con Jesús. Los padres del niño se ven forzados a huir hacia Egipto donde permanecen por algún tiempo como refugiados.

Las migraciones forzadas son uno de los hechos terribles y vergonzosos de estos tiempos. Miles se ha visto obligados a salir de sus países huyendo del hambre, la guerra y la persecución. Familias completas han dejado sus hogares arriesgándose a emprender un largo y penoso viaje en largas caminatas o en frágiles embarcaciones. Muchos de ellos han perdido la vida en el trayecto. Este es un hecho que a muy pocos parece realmente preocuparles. La historia se repite. El imperio sigue amenazando y sometiendo, los nuevos Herodes cuidan la silla del poder a cualquier precio, los corazones permanecen encerrados e indiferentes. La crisis no es política, ni económica en principio, es la esencia humana lo que está quebrado, es la compasión que está a la baja en nuestro mundo. Las murallas se elevan, se tejen las alambradas, se encierra a las mujeres, se alistan los ejércitos, se separa a los hijos de sus padres, se le devuelve a su tierra donde la muerte acecha, si no te mata el hambre, te mata el perseguidor.

Creo que si Jesús hubiese nacido en este tiempo sería un niño sirio que huye de la guerra, o un niño centroamericano que cruza con sus padres la frontera hacia le norte. Sería, tal vez, un niño africano sostenido precariamente por su madre cruzando el mediterráneo en una barca atestada que podría hundirse en cualquier momento. Ahí encontramos el rostro repetido del niño Jesús en todos estos pequeños hambrientos de cara sucia, aterrorizados mirando al cielo de donde viene la metralla que destruye y que mata. Allí está Jesús en el rostro del pequeño herido por el estallido, en el que está encerrado en una jaula o viviendo en un campo de refugiados.

La manera como Jesús se manifestó al mundo es una condena a la crueldad y la injusticia y para nosotros, los que creemos en él, un desafío a volver la mirada a los más pequeños, a abrir en su nombre los espacios, proteger la vida, tender puentes, aliviar el hambre, acompañar el camino y abrir las puertas.