Martes, 23 de Abril de 2024
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Opinión

La chía, herencia de nuestros alimentos ancestrales

Por Rocí­o Aguilar Roa

Las chías son nativas de nuestro país, son también conocidas como pseudo-cereales, fueron de gran importancia en el desarrollo de nuestras culturas, se emplearon como parte de la alimentación diaria durante la época prehispánica y fue un elemento imprescindible en los tributos aztecas, pues era el tercero en importancia económica, sólo superado por el maíz y el frijol. Los aztecas imponían a sus pueblos una contribución de hasta 15,000 toneladas anuales, se empleaba como alimento, como ofrenda a los dioses y para producir un aceite para pinturas corporales y decorativas. Así que el huauzontle, junto con el maíz y la chía de agua (Salvia hispánica) fue la base de su alimentación. Pero después de la llegada de los españoles, su cultivo y consumo quedó prohibido, sobreviviendo en pequeñas zonas muy apartadas.

Después de permanecer en el olvido, resurgió con gran fuerza en la última década debido a sus grandes propiedades nutrimentales, pues está compuesta de 19 a 23% con proteínas de alta calidad y más digeribles que otros granos convencionales; es una de las especies vegetales con la mayor concentración de ácido graso alfa-linolénico omega 3, ya que va del 32 al 39%, lo cual es valioso para el ser humano al contribuir en la prevención de enfermedades coronarias. Es rica en calcio, hierro, potasio, vitamina C, fibra y antioxidantes. Por ello es conocida como un comestible que proporciona además beneficios medicinales, previniendo enfermedades y complementando tratamientos.

El interés por el cultivo de chía es aún marginado en el país, pero se comercializa cada vez más en otras naciones lo que contribuye a su producción interna y a incrementar su consumo. Es endémica de México con amplia distribución silvestre en: Sinaloa, Chihuahua, Chiapas, Veracruz, Michoacán y Oaxaca. Se cultiva preferentemente en suelos ligeros no demasiado húmedos; como la mayoría de las salvias, es tolerante respecto a la acidez y a la sequía, pero no soporta las heladas; requiere abundante sol, y no fructifica en la sombra. El mayor centro productor es Jalisco, de donde se exportan grandes cantidades a Japón, Estados Unidos y Europa. Aunque es mexicana, los países que más la compran y venden son Australia, Argentina, Chile y Perú, que se la llevaron de aquí y la adaptaron a sus condiciones; los españoles la importan de México y le extraen su aceite.

Las semillas remojadas en agua liberan el mucílago, produciendo un líquido gelatinoso, se usa para dar sabor con jugos vegetales o esencias, y se le consume como bebida refrescante. Las semillas también pueden secarse y molerse para preparar una harina fina y de sabor intenso, llamada pinole, que se consume principalmente como dulce. Los brotes tiernos se consumen como verdura cruda o cocida y pueden ser usados en ensaladas. La semilla de la chía es desmenuzada y triturada para su consumo, así mejora sustancialmente el aprovechamiento de todos sus componentes por parte del organismo, posee más hierro que las espinacas, más vitamina C que las naranjas, proteína de mejor calidad, y es más digerible que los frijoles, la soya u otras leguminosas.

Su alto contenido en fibra de hasta 33 por ciento, permite aumentar el volumen del bolo fecal, lo que se debe principalmente a su capacidad para absorber agua. En consecuencia las heces se vuelven más voluminosas, suaves, y esto estimula el tránsito intestinal evitando el estreñimiento, la diverticulosis y el cáncer de colon. Su uso medicinal es entre otras cosas en dolencias de los músculos: Las hojas se calientan en las brasas y se ponen como cataplasmas en la parte donde duele o también se soba con las hojas calientitas en la parte dolorida.

La semilla de Chía puede ser ingerida en varias formas, se puede mezclar en jugos naturales, leche, yogurt, como aderezo para ensaladas, salsas, sopas, cremas, verduras, budines, postres, panes, etc. siempre molida para una mejor absorción y aprovechamiento de sus propiedades.

Es trascendental estudiar los alimentos ancestrales e investigar sus propiedades, con el propósito de reincorporarlos a nuestros platillos. En la industria alimentaria estos comestibles han provocado una revolución, porque son naturales y se encuentran libres de pesticidas. Tenemos que retomar el pasado si queremos cambiar nuestra calidad de vida presente y futura.
Hasta pronto y que su corazón siempre este contento.


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