Sábado, 08 de Agosto de 2015
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Un Guerrero nunca muere, ni deja morir a otro

Un Guerrero nunca muere, ni deja morir a otro

Eugenio  Dolmo Flores militó en Santos en 1989, donde con sus actuaciones y goles se ganó el cariño de la gente. Ahora, pasa un momento amargo en la vida y agradece a sus amigos laguneros por ayudarle.

Carlos Hernández Castrejón| laaficion.milenio.com| | Sábado, 08 de Agosto de 2015| 11:00


Eugenio Dolmo Flores recuerda con frescura los días de bonanza que vivió cuando fue jugador de Santos Laguna, lo bien que lo trataba la vida cuando sus goles hacían felices a toda una Comarca y le correspondía con un cariño, que ha logrado perdurar a través de los años.

Todo eso resalta en su mente hoy día, justo cuando todo ha cambiado y de todo lo que pudo hacer como jugador nada tiene.

"Santos fue como un sueño para mí, fue el equipo donde disfruté mucho jugar, donde sentí bastante el cariño de su afición y la amistad sincera de los aficionados". 

Es el típico caso del futbolista de barrio que generó fama y fortuna, pero no tuvo la capacidad aprovechar todo eso y prepararse para el momento de su retiro, porque fue uno de los futbolistas hondureños que más ha sobresalido, internacionalmente hablando, por su gran velocidad y la facilidad que tenía para eludir rivales, tanto en clubes como en su selección.

Puerto Cortés, Departamento de Cotés, Honduras, lo vio nacer el 31 de julio de 1965, inició con el Club Deportivo Platense de Puerto Cortés, donde jugó de 1983 a 1987, tiempo en el que consiguió anotar 10 goles en 74 partidos.

Con esa labor fue contratado por el Club Deportivo Olimpia de Tegucigalpa, ahí explotaría sus cualidades que lo llevaron a conseguir el campeonato del torneo de clubes de Concacaf.

Tuvo una breve partida para reincorporarse en las temporadas 1995-1996 y 1996-1997, con una producción de 23 goles. Petrolera y el Broncos de Choluteca fueron también su casa.

"Era buenos tiempos en los que uno disfrutaba de la juventud, de las condiciones físicas para hacer lo que siempre me gustó: el futbol. En lo único que pensaba era en llegar a jugar fuera de mi país, en triunfar y por mucho tiempo eso estuvo en mi mente", recordó.

Y es que su futbol se desprendía de un talento natural, eso llamó la atención de promotores que vieron en él una mina de oro para explotar.

Así, su primera salida de Honduras fue para enrolarse al futbol guatemalteco con el Suchitepéquez, ahí continuó haciendo su labor acostumbrada, los goles que lo hicieron subir cada vez más en su carrera, tan prometedora.

La gran oportunidad de su vida llegó en la 1989, cuando Santos Laguna lo contrató junto con su compatriota Juan Flores, dos elementos que llegaron como desconocidos al equipo dirigido por Carlos ´La Banana´ Ortiz, quien sólo estuvo en el cargo las primeras cuatro fechas para luego ser relevado por el profesor Rubén Maturano.

Aunque el equipo no logró rebasar la media tabla, los partidos que daba ante los llamados grandes, como América, cautivaban a los aficionados.

Con sus goles, Dolmo Flores se ganó el cariño de la gente y pronto se convirtió en un ídolo muy apreciado con ese número 7 en la espalda. Vivió un sueño hasta 1992, cuando regresó de nuevo al futbol de su país.

Quienes lo conocieron y convivieron con él, señalan que Dolmo siempre se mostró alegre, como gente de barrio, que a menudo se le veía en compañía de varios amigos bebiendo cerveza fuera de su casa. Amante de la fiesta.



"Me encanta la gente de Santos, fue un privilegio para mí jugar en un gran equipo, porque además de abrirme la puerta, me dio una oportunidad de la cual estoy profundamente agradecido, porque reconoció mi trabajo y la gente siempre me recuerda con ese gol que le hice al América, creo que fue en el minuto 47", señaló.

El domingo 26 de mayo de 1991, Eugenio Dolmo Flores marcó al minuto 89 el gol que le dio a Santos el empate a un tanto frente a las Águilas, en el viejo Estadio Corona, donde el conjunto lagunero alineó José Antonio Panduro, José Guadalupe Rubio, Felipe de Jesús Amezcua, Andrés Carranza, Claudio Morresi, Julio César Armendáriz, Ramón Ramírez, Guillermo ´Choque´ Galindo, Marcelino Pérez, Juan Flores y Dolmo, dirigidos entonces por Roberto Matosas.

"Grandes momentos para recordar. Tuve grandes compañeros y recuerdo cómo éramos tan unidos, cómo disfrutábamos de cada partido".

Cuando se vinieron cambios importantes en el Club Santos, con Grupo Modelo asumiendo poco a poco el control del equipo, Flores luego brilló en el Universitario de Deportes del Perú.

Ahí tuvo la oportunidad de jugar la Copa Libertadores de América, donde no desaprovechó para hacerse notar, incluso fue el primer catracho en anotar en esa justa, enfrentando al Emelec de Ecuador y el Alianza Lima del Perú.

El Alajualense de Costa Rica estuvo a su paso y ya en la recta final de su carrera como futbolista, Dolmo llegó en octubre del 2003 al futbol nicaragüense, donde militó en el Real Estelí, donde se fue apagando hasta su retiro.

"Como futbolista pasé más momentos buenos que malos, disfruté mucho en cada equipo donde jugué, siempre traté de dar lo mejor de mí".

Con la selección nacional de Honduras, Mario Eugenio no pasó desapercibido, porque defendió la playera en 42 ocasiones, anotando 6 goles.

Jugó la eliminatoria para Estados Unidos 1994 y participó en una jugada polémica que derivó en el gol que eliminó a Costa Rica.

Además, ante México, recibió una dura entrada de Miguel ´Piojo´ Herrera, que derivó en la expulsión del zaguero mexicano.

En Perú, Dolmo también se ganó el cariño de los aficionados, ahí llegó junto con César ´Nene´ Obando, callando a sus críticos aún cuando no fueron campeones, pero con sus actuaciones partido tras partido con el Universitario de Deportes, dejaron grato sabor de boca.

Probablemente hubiera pasado desapercibido en Perú, si no habría mostrado su contundencia y oportunismo ante el rival de siempre, en un torneo que aún representa la mayor obsesión del fanático merengue.

Aquel 23 de marzo de 1994, en Matute, el futbolista centroamericano sentó una estadística al ser el primer jugador de Honduras en anotar en el torneo continental.

"A pesar que no pude sacarlos campeones, siempre traté de dejar hasta la última gota de sudor en la cancha".

Una de las anécdotas que cuenta de manera recurrente, es cuando jugó Copa Libertadores ante Independiente de Medellín en Colombia, cuando un aficionado sacó una pistola y atacó a su compañero Miguel Miranda.

"Recuerdo que ese día hice un gol, pero no lo validó el árbitro. Casi nos matan a todos al final del partido. Luego en Perú, batallaba para dormir tranquilo, ya que en ese tiempo explotaban coches bomba, eran días de terror".

Tras el retiro, Dolmo Flores comenzó a trabajar en la formación de niños en el Club Choloma, pero el trabajo ha escaseado y la economía va de mal en peor. Ha batallado para sacar adelante a su familia y ha llegado al punto de solicitar ayuda a La Laguna.

El momento amargo

En marzo de 2013, Dolmo Flores pasó por uno de los momentos más amargos de su vida, cuando su hija, Meliana Yazareth, fue asesinada a balazos junto con su esposo a manos del crimen organizado en Puerto Cortés.

La noticia caló en lo más profundo de su corazón, su estado anímico fue en declive. Surgieron varias hipótesis, algunas apuntaban a enemistades de la pareja de Meliana, pero el caso quedó sin resolver.

"Es lo peor por lo que he pasado, eso me afectó bastante y con la ayuda de Dios he salido adelante, no ha sido fácil, pero confío en poder trabajar para comenzar de nuevo y sacar a mi familia adelante".

Dolmo tiene el deseo de regresar de nuevo a la Comarca, donde la última vez que tuvo esa oportunidad fue para el 30 aniversario del Club Santos, cuando fue invitado por la directiva para asistir a la ceremonia en el Territorio Santos Modelo, un escenario que le encantó, pero sobre todo, estar de nuevo rodeado por la gran afición santista.

Ante su situación, sus amigos en La Laguna están juntando dinero para enviarle a Dolmo y su familia.

"Me gustaría regresar, pero en estos momentos mi situación económica no me lo permite. Agradezco a quienes están apoyando para conseguir dinero, tengo muchos amigos por allá y me da alegría que se acuerden de mí".

Dolmo confía en que pronto saldrá adelante, con la ayuda de sus amigos, con el profundo agradecimiento hacia aquellos que lo han apoyado siempre.

 


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