Ser migrante en la España anti-España

Ser migrante en la España anti-España

Para los migrantes y "expats" en Barcelona, además de los trámites tradicionales, si quieres ser catalán tienes que independentista.

lasillarota.com| | Lunes, 10 de Agosto de 2015| 08:38

Hace algunas semanas Santiago Roncangliolo publicó un artículo en El País sobre cómo Madrid le ha ganado a Barcelona el puesto de centro cultural hispanoamericano. La crítica del reconocido autor peruano se enfocó en cómo el movimiento independentista ha convertido a Barcelona en una ciudad donde los intelectuales no catalanistas no tienen cabida. Como era de esperarse, el texto provocó mucho debate en los círculos literarios y poco en los políticos, pero para quienes estamos aquí de migrantes tocó fibras sensibles. 

Ser migrante no es fácil, me imagino, en ningún lado. En Barcelona, además de la dificultad emocional que puede ser abandonar el lugar y las personas que hemos considerado nuestro hogar y el largo recorrido burocrático que nos hace reconsiderar más de una vez si de verdad estamos mejor aquí que allá, se suma la inevitable pregunta: "¿No hablas catalán?" con un tono más hostil que cuando uno está aquí de simple estudiante o de guiri (turista). Si no otra cosa, de los "expats" o migrantes en Barcelona se espera sin excusa que hablen catalán y en medida de lo posible, que sean catalanistas. Si no, por qué estamos aquí y no mejor en Madrid, parecen decir las miradas de los vecinos cuando les pides que hablen aunque sea un poco más lento, o de las secretarias de las oficinas públicas al preguntarles si te pueden dar el formulario en castellano. 

Dicen que el movimiento independentista catalán es muy inclusivo, no importa de dónde vengas, si te pones la camiseta, eres aceptado en el club (a diferencia, por ejemplo, del independentismo vasco donde sólo los vascos de abolengo tienen ese derecho). Por desgracia parece que no es así de fácil ser aceptado como catalán a secas, aunque Pujol haya dicho hace años que "catalán es quien vive y trabaja en Cataluña, y quiere serlo". Para muestra, las incontables vueltas que los extranjeros (que según el padrón, para 2012 ya conformaban el 15% de la población en Cataluña) deben hacer en la oficina de migración y registro civil para extender un permiso de residencia, para registrar a sus hijos (nacidos o criados en esta ciudad), o las preguntas personales que rozan lo ofensivo al intentar obtener un permiso de matrimonio, además de la invasiva visita nocturna de la policía para asegurarse de que, en efecto, una pareja vive junta y no es un matrimonio arreglado. 

La intención que tiene el actual presidente de comunidad Artur Mas de declarar la independencia de forma unilateral, incluso sin la mayoría del apoyo popular remarca la tendencia mencionada por Rocangliolo de la Cataluña excluyente, cerrada en sí misma y desentendida de los "otros", de los catalanes que se sienten también españoles, de los que viven fuera y de los migrantes que viven aquí. Las elecciones son el 27 de septiembre y nada es seguro, pero si Mas y su coalición optan por la declaración unilateral, será que los migrantes tendremos que pasar de nuevo por la maquinaria burocrática para que nos den una visa catalana, o con comparecer sosteniendo una Estelada y al grito de "Visca Catalunya" nos catafixiarán nuestros fascistas documentos españoles. O, como los intelectuales, tendremos que abandonar de nuevo nuestro hogar e irnos a Madrid.