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Desplazados por la violencia en Coyuca, sin servicios para sobrevivir

Desplazados por la violencia en Coyuca, sin servicios para sobrevivir

Las familias desplazadas cuentan con medidas cautelares, pero aún así en junio de 2013 los atacaron a balazos ya refugiados en Ayutla

lasillarota.com| AYUTLA, Guerrero| Lunes, 22 de Febrero de 2016| 10:53


Si no fuera porque les construyeron unas casas pequeñas donde se concentra el calor y se cuela la lluvia, la condición de los desplazados por la violencia de la sierra de Coyuca de Catalán refugiados en una colonia de La Unión, Ayutla, fuera insoportable.

En junio de 2013, durante una primer visita para recabar los testimonios de sus vidas, los desplazados vivían entre lonas y toldos a la ribera del arroyo.

Casi tres años después, en La Libertad, como llamaron la colonia que crearon los Díaz Pérez, sólo hay nueve casas construidas. Las viviendas son de color gris (la estructura sin acabados), con techo de láminas que apenas sale por los bordes de las paredes y con tres divisiones: dos cuartos, una estancia para sala y cocina, y un baño. Adentro de las viviendas el calor común de la Costa Chica de Guerrero se eleva.

Catalina Pérez Duque es la madre de todos los Díaz Pérez que viven allí, y es quien muestra  su casa para evidenciar lo mal hecha que están todas. En su cuarto por ejemplo, los bordes de un muro se desmoronan como polvorón. Mientras recorría la casa a pasos contados, narra que en las lluvias del año pasado el agua se le escurría por las paredes, y se queja que no les cumplieron con el muro que contendría el cerro que está a espaldas de  la vivienda.

Junto a los Díaz Pérez se desplazaron los Santana Alonso, que viven en Tepango, Ayutla, otro asentamiento que surgió a raíz del éxodo, 15 familias se desprenden de esos dos núcleos familiares y están repartidos en ambas comunidades.

En diciembre de 2012 salieron de La Laguna, Hacienda de Dolores y Los Ciruelos huyendo de la violencia y de la persecución de los grupos que controlan la venta ilegal de la madera y el trasiego de la droga, revelaron las propias autoridades entonces.

El último crimen antes que salieran fue el de la líder ecologista Juventina Villa Mojica, el 28 de noviembre de 2012. El 15 de febrero de 2011, mataron a su esposo Rubén Santana Alonso, el ecologista que comenzó a denunciar la condición de vida de la agente en la sierra de Coyuca de Catalán, basada la sumisión de los grupos que traficaban la madera.

Los ecologista asesinados son una especie de líderes de las familias asentadas en Ayutla en condición de desplazados, admite Mariana Díaz Pérez, una jefe de familia de los Díaz Pérez.

Cuando los Díaz Pérez llegaron al predio de 10 hectáreas que les compró el gobierno del estado, ubicado a unos 15 kilómetros de la cabecera municipal de Ayutla y a 30 minutos de La Unión y a la ribera de un arroyo, el caudal de agua corría con fuerza, pero hoy se encuentra seco.

Desde fines del año pasado, la tarea de los niños después de la escuela en La Libertad, es rascar la arena por donde pasaba el arroyo para sacar agua del suelo y tener qué beber. El arroyo tiene sus buenos tiempos, al menos los dota de agua en temporada de lluvias.

Reunidos al centro de la colonia y dispuestos a mostrar cómo es su vida actual, insistieron en recorrer el cauce del arroyo: en lo ancho de la playa brotan lunares de colores, son cubetas y recipientes que los niños siembran en la arena para que el suelo libere el agua que quedó enterrada. El agua brota sucia y pestilente.

Mariana revela que así, porque no tienen otra forma de obtenerla, ocupaban y beben el agua. "Andamos escarbando como animales para que salga el agua que sabe a podrido", suelta.

La colonia La Libertad se encuentra a unos 15 kilómetros de la cabecera municipal de Ayutla, y a unos 30 minutos a pie de La Unión. No cuenta con ningún servicio básico.

Mariana narra que la vida en la sierra es otra, que allá tenían todo, sobre todo agua. La sierra de cualquier parte de Guerrero es rica en vegetación y agua, y apaga para que se produzca casi todo, hasta los enervantes.

Ella dejó todo, hasta su marido. El problema lo tenía su familia, confiesa, porque uno de sus hermanos, siendo comisario de Los Ciruelos se negó a ceder a la presión de venta ilegal de la madera y el tráfico de la droga.

"Soy madre soltera por la delincuencia", resume así cuando se le pregunta por qué su marido se quedó en la sierra. Ya le habían advertido que hombres armados la buscaban, como a cualquiera de los Díaz Pérez, pero se negó a creerlo, hasta que un chamaco del pueblo llegó jadeando a su casa a advertirle que allí, apenas tras la loma venían unos hombres armados vestidos de "pinto" (camuflaje).

"Mis hijos los más grandes nada más me alcanzaron a decir: ¡vete mamita, vete! Y agarré al más chiquito en brazos y corrí de casa en casa, primero, y de allí hasta La Laguna", recuerda en la plática durante el recorrido por el arroyo seco.

El resto de sus cinco hijos los escondió la suegra en la iglesia de Los Ciruelos hasta que llegó su padre y los sacó a escondidas en su camioneta de trabajo hacia la cabecera municipal. de Coyuca de Catalán. "El problema éramos nosotros (los Díaz Pérez)", insiste.

Durante el éxodo auxiliado por organizaciones sociales a finales de 2012 Mariana se reúne con el total sus hijos, pero se despide de su marido que regresaba a la sierra a trabajar para mantenerlos. De los tres años que lleva refugiada en Ayutla si acaso tres veces les ha enviado dinero para sus hijos, comenta Mariana, pero también supone la razón: "él no puede salir de la casa. Toda la gente que se quedó allá arriba está así. Y si se dan cuenta que nos manda dinero o nos habla por teléfono lo matan". 

Ahora Mariana se emplea como doméstica en Ayutla y gana 100 pesos al día, pero 40 pesos los invierte en pasaje hasta la cabecera municipal. Además, cinco de sus seis hijos, caminan todos los días hasta 30 minutos para ir a la escuela al pueblo.

Uno de los hermanos de Mariana aclara en la plática que ellos no quieren que el gobierno los mantengan, sólo que les dé las herramientas para sobrevivir. Comparte que con sus hermanos y unos ingenieros que conocieron diseñaron un proyecto que garantiza el abasto de agua y plantean un sistema de riego para producir sus propios alimentos.

Doña Catalina interviene: "quiero que el gobierno me escuche, quiero les dé a mis hijos terrenos para sembrar, como lo prometió". 

Las familias desplazadas cuentan con medidas cautelares, pero aún así en junio de 2013 los atacaron a balazos ya refugiados en Ayutla.

Los hombres de La Libertad son miembros de la policía ciudadana de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg) para autoprotegerse, pero Mariana aún teme cada vez que sale a trabajar, porque, advierte, hay ocasiones que hombres desconocidos la persiguen.




kach

 


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