Sin brazos ni piernas, conduce un Uber

Sin brazos ni piernas, conduce un Uber

Rafael Reyes es un hombre de 34 años, quien nació sin las extremidades y es conductor de Uber en la Ciudad de México

lasillarota.com| | Martes, 05 de Abril de 2016| 17:06

En una ciudad donde hombres sacan el puño por la ventanilla del auto, donde las abuelas no ceden el paso, donde los curas se pasan los semáforos, donde nadie respeta y el tráfico se vuelve una locura, es ahí  donde un conductor de Uber disfruta de cada una de estas situaciones.

Cuando las luces le ciegan y el claxon con el que pretenden turbarle le suena a Bach, él sólo responde con una sonrisa de satisfacción. "¿Vio eso? El Metrobús estuvo cerca de arrollarnos por quedarnos en medio de su carril y nos pitó bien rudo, qué desmadre. Jajaja, buenísimo".

Por las mañanas llega a bordo de un monopatín con el que se desplaza a todos lados. Rafael Reyes, de 34 años, nación sin brazos ni piernas. Se sube al asiento del conductor de un salto. Con la boca y con el muñón derecho mete la llave al contacto.

Con dos barras de hierro que le quedan a la altura de las amputaciones le ayudan a controlar el acelerador y el freno. La dirección la maneja con el muñón izquierdo. Algo muy natural para él, para un conductor de Uber en la Ciudad de México.

Rafael ha ideado su propio sistema de conducción con la ayuda de un amigo herrero. Aunque no es ingeniería alemana, es ingenio de un muchacho que no la tiene fácil en este mundo, pero que tiene las ganas de salir adelante.

Ha montado una empresa que se llama Ideas y Adaptaciones Rafael Reyes con la que produce juguetes, cucharas, cepillos de dientes, cuñas para vestirse. Una especie de Leonardo da Vinci de la discapacidad.

En enero compró este coche con el que incursiona en Uber, su proyecto más ambicioso. Asegura que reclutará personas con discapacidad que quieran ganar un sueldo digno como chofer, quienes estén hartos de ser marginados en otros oficios.

Con humor se imagina a un ejército de olvidados que poco a poco van permeando todas las capas de la sociedad hasta hacerse imprescindibles. "Manejando da igual que no tenga piernas o brazos. O que seas sordo. Nadie te puede hacer de menos si eres bueno. No hay discriminación", comenta mientras cruza la avenida Insurgentes.

Tras la alerta de la aplicación, Rafael atienda al llamado. En una calle del sur de la ciudad esperan tres adolescentes, con pinta de haber tenido una noche larga. Aunque un conductor de Uber debería abrir la puerta a los clientes y ofrecerles agua, Rafael permanece impávido al volante. Los jóvenes no se percatan del mecanismo especial, hasta que ven el muñón pulsando el acelerador con fiereza.

Aunque el perfil como conductor de Uber, donde los clientes valoran el servicio, está lleno de elogios; Rafael Sandoval, de 18 años, lo elogia: "No noté nada de primeras. Conduce muy bien".

Nacido en Bucaramanga, Colombia, en 1982, nunca ha habido una explicación definitiva a su focomelia, aunque se cree que se pudo deber a que su madre fue sometida a rayos X estando embarazada.

Su familia se trasladó a México para iniciar un tratamiento en el hospital Shriners, especializado en la atención a niños con problemas ortopédicos, y aquí se quedó para siempre. Estudió ingeniería biomédica y producción musical. Comenzó a dar charlas motivacionales a gente abrumada pese a tener todas las extremidades, lo que se multiplicó cuando protagonizó un documental de Natgeo.

Sonriente y sin agobiarse por nada, muriendo de risa con conversaciones que mantiene en WhatsApp y Facebook con su novia y amigos. Aunque asegura tener un carácter fuerte y que lo saca  cuando se quieren pasar de listos.

Rafael se maneja al igual que al volante, en la vida, igual de bien. Viaja por todo México y algunos países del mundo y no necesita ayuda, no más que cualquiera.

 

Con información de El País

maaz