Semana del 21 de Febrero al 27 de Febrero de 2020

Por la gracia de Dios

Por la gracia de Dios

Rodolfo del Ángel del Ángel

“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo. . .” (1 Corintios 15:10) Tomo estas palabras inspiradas del Apóstol Pablo para expresar el sentir de mi corazón.

Miro hacia atrás en el camino andado y me doy cuenta de que Dios ha sido fiel y ha cumplido puntualmente cada una de sus promesas: Cuando Él me llamó a esta sagrada vocación me prometió estar siempre conmigo, ser mi inspiración fortaleza y consuelo, puedo decir que durante 25 años Dios no dejó caer por tierra ninguna de sus palabras. Puedo decirles que no hay hombre más bendecido en este mundo que este siervo suyo. Nunca cambiaría este llamado y esta vocación. La vivo cada día con un sentido de asombro y gratitud por ser espectador de la vida en toda la gama de la experiencia humana: desde el más profundo dolor, hasta la más grandes de las alegrías y, en medio de todas estas cosas, tener el alto honor de ser un mensajero de Dios y un hermano para todas las personas que me conceden la gracia de formar parte de sus vidas.

Creo que en este mundo sólo hay una alegría comparable a lo que será estar en la presencia de Dios en los cielos: Ver como una vida llena de pecado y miseria se torna por el amor y el poder redentor de Cristo en una vida transformada para alcanzar el propósito de bendición que el Padre tiene para cada uno de los que él llama.

Claro que ha habido de toda suerte de experiencias en este caminar: Momentos de profunda tristeza, de vacilación y de impotencia humana, momentos de indescriptible felicidad y realización al punto de creer que no existe un hombre más pleno y realizado que yo en este mundo. Pero en medio de todas las cosas, la gracia del Señor, la sonrisa amable de Jesús, su amistad, su cariño, y su mano me han sostenido fiel.

No hay palabras en ningún idioma en este mundo que pueda expresar la profunda gratitud a Dios por poner sus ojos en este siervo y por haberse revelado como Padre de tan miserable pecador.

En este día tomo fervientemente las palabras con las que le dije Sí al Señor cuando Él hizo escuchar claro su llamada: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

Gracias a mis padres por enseñarme el camino de Dios.

Gracias a mi esposa, cariñosa, fiel, paciente y amorosa que ha compartido conmigo lágrimas y gozos; a mis hijos que me han llenado de orgullo y me han enseñado lo maravilloso que es ser padre.

Gracias mi maestros por emplear con gran paciencia y amor toda su sabiduría y experiencia para contribuir a mi formación.

Gracias a mi iglesia Presbiteriana Asociada Reformada por acunarme como madre cariñosa y formarme en la fe.

Gracias a mi amada Iglesia El Divino Redentor por amarme y concederme su cariño fraterno; juntos hemos recorrido con alegría el camino del servicio a Dios.

Gracias a mis amigos que me han acompañado en mi andar y han sido como Cristo mismo revelado en su amor, ternura y fidelidad.

GRACIAS A DIOS POR SU ETERNO AMOR Y FIDELIDAD

CELEBRO SU GRACIA Y LE AGRADEZCO INFINITAMENTE EL ENORME PLACER Y EL INMERECIDO PRIVILEGIO DE SER SU SIERVO.

SOLI DEO GLORIA