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Teodoro bolea zapatos en Reynosa para sobrevivir en la pandemia

Teodoro bolea zapatos en Reynosa para sobrevivir en la pandemia

Cuando comenzó la pandemia, Teodoro dejó de trabajar para entrar en confinamiento como todo el país, sin embargo, hoy vuelve a su lugar de trabajo para comer

ARNOLDO GARCÍA/ CORRESPONSAL| https://lasillarota.com| REYNOSA. – | Domingo, 27 de Septiembre de 2020| 13:55


  • Durante tres meses, Teodoro Rodríguez Limón se vio obligado a abandonar su lugar de trabajo, una silla y un cajón para bolear, que tenía en la entrada de la torre Bicentenario, ante la falta de clientes.

    La pandemia del covid-19 le quito su única fuente de ingreso, pues los empleados públicos, sus principales clientes, se vieron obligados al confinamiento. 

    "No había empleados, funcionarios que vinieran a las oficinas. Era muy poquita la gente que venía, no había trabajo", dice Teodoro, quien también se vio obligado a dejar las calles por miedo al contagio.

    "Yo también me estaba arriesgando a un contagio de eso del coronavirus. En mi casa no querían que vinera por temor a un contagio y yo tampoco quería arriesgarme", platica para La Silla Rota.

    Desde que inicio la pandemia, se pronosticó que se podrían perder hasta 17 millones de empleos informales en todo el país. Así lo consideró Enoch Castellanos Férez, presidente de la Cámara Nacional de las Industria de Transformación (Canacintra) durante un foro a finales de junio.

    Teodoro, sobrevivió esos meses sin empleo gracias a un guardadito que tenía, pero cuenta, se agotó y debe volver a trabajar.

    "Está bien cabrón, no hallo la puerta, hay que pagar renta, agua, luz, deudas, hay que comer. Por eso aquí estoy de vuelta como todos. El hambre, la necesidad es cabrona y nos hace volver a trabajar. (...) Ni modo nací jodido", dijo. 

    Teodoro es originario de Miquihuana, un pequeño municipio colindante con Nuevo León, que cuenta con poco más de 3 mil habitantes, y donde sus actividades principales son la agricultura y el comercio. Por eso, desde que Teodoro era pequeño, su familia se fue a vivir a Ciudad Victoria para que los hijos fueran a la escuela y para que su papá tuviera un trabajo que le permitiera mantenerlos. Sin embargo, no fue así. Teodoro se vio obligado a dejar la escuela y comenzar a trabajar para generar ingresos.

    "No hubo dinero para que pudiera seguir yendo a la escuela. Además, era de cabeza dura, los problemas no más me entraban", dice.

    "No hubo dinero para que pudiera seguir yendo a la escuela. Además, era de cabeza dura, los problemas no más me entraban", dice.

    Actualmente, los sábado y domingo Teodoro se va a los tianguis a vender baterías y arreglar celulares para tener una entrada más de dinero. Pero también los tianguis estuvieron cerrados durante mucho tiempo debido a la pandemia.

    A seis meses de que el Gobierno de Tamaulipas registrara su primer caso de coronavirus en el estado, Teodoro se encuentra afuera de la Torre Bicentenario en su lugar de trabajo, con una silla y un cajón de bolear, para ganar en un mes lo que los funcionarios a los que les bolea los zapatos ganan en un día, según dice.

    "Sí hay buenos clientes. Funcionarios que me dejan 50 pesos de propina. Hay días buenos y días malos. Pero ni modo, hay que trabajar para vivir, sino te mueres encerrado en la casa. Hay que salir a la calle a buscar la papa", dice.

    Al hablar de su oficio, cuenta que no se siente menos por limpiar los zapatos de funcionarios que pagan por su servicio.

    "Como todo, te encuentras con gente buena, hay quienes me regalan una despensa, zapatos, ropa usada y ya no gasto. A veces me quedan grandes los zapatos, las camisas, pero al menos pensaron en mi para darme eso y lo agradezco".

    "Como todo, te encuentras con gente buena, hay quienes me regalan una despensa, zapatos, ropa usada y ya no gasto. A veces me quedan grandes los zapatos, las camisas, pero al menos pensaron en mi para darme eso y lo agradezco".

    Para completar los gastos, Teodoro Rodríguez, quien siempre porta una cachucha, además bolear, vende cigarros. Y también tuvo que empeñar la pantalla que le regalaron sus hijos para sobrevivir durante el tiempo que estuvieron en confinamiento.

    Al desempelo, y al miedo de contagiarse de covid-19, a Teodoro se le sumó otro problema de salud, al contagiarse de dengue y tener que dejar nuevamente su trabajo. 

    Teodoro sigue trabajando porque su único sueño, según dice, es que sus cuatro nietos no tengan que sufrir lo que él pasó. 

    "No quiero que ellos tengan la vida sufrida que tuve yo, quiero que estudien, puedan ser profesionistas, una vida mucho mejor que yo", finaliza.

     


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