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"Era una noche perfecta...": relatos de testigos del atentado en Niza

"Era una noche perfecta...": relatos de testigos del atentado en Niza

Niza, Francia amaneció este viernes entre policías y el ejército tras el atentado en la que murieron al menos 84 personas.

lasillarota.com| | Viernes, 15 de Julio de 2016| 14:11


  • Niza, Francia amaneció este viernes entre policías y el ejército tras el atentado en la que murieron al menos 84 personas y cientos resultaron heridos.

    Barcos militares y de la Gendarmerie patrullaban esta mañana la playa del Paseo de los Ingleses, donde anoche cuando se celebraba el día nacional de Francia se produjo la matanza.

    En la calle todavía quedaban algunos restos de las avalanchas que se vivieron, como trozos de carritos de bebé y algún zapato perdido durante las carreras.

    "Era una noche perfecta. El ambiente era bueno, los fuegos artificiales muy chulos, los chavales lanzaban guijarros al mar... Vamos, que era una noche guay. El paseo marítimo estaba hasta arriba. Como en todos los 14 de julio. Había decidido pasar la noche en la playa justo en el lugar en el que el paseo marítimo se convierte en peatonal" dijo Damien Allemand, periodista del servicio digital de Nize Matin, quien relató su vivencia de la matanza terrorista, de acuerdo con información de El País.

    Cuando terminó el espectáculo nos levantamos todos a la vez. Nos dirigíamos hacia las escaleras, apretados como sardinas en lata. Me movía en zigzag entre la multitud para llegar hasta mi scooter que había aparcado a dos pasos.

    De repente, a lo lejos, un ruido. Mi primer pensamiento fue: un gracioso ha querido montarse sus propios fuegos artificiales por su cuenta y no los ha controlado. Pero no. Una fracción de segundo más tarde, un enorme camión blanco se lanzaba a toda velocidad contra la multitud mientras daba volantazos para alcanzar el máximo número de personas.

    Este camión pasó a pocos metros de mí y ni siquiera me di cuenta. Vi que los cuerpos volaban como si fuesen bolos. Escuché ruidos, gritos que no olvidaré en mi vida. Estaba paralizado. No me moví.

    A mi alrededor, sólo existía el pánico. Seguí ese coche fúnebre con la mirada. La gente corría, gritaba, lloraba. Entonces me di cuenta. Y corrí con ellos. En dirección al Cocodrile, el lugar en el que todo el mundo se refugiaba. Sólo pasaron unos segundos pero me parecieron una eternidad. "Busque un refugio"; "No se quede ahí"; "¿Dónde está mi hijo ¿Dónde está mi hijo". Eran voces que escuchaba a mi alrededor.

    Quería saber lo que había pasado, entonces salí. El paseo marítimo estaba desierto. Me hubiese gustado ayudar, ser útil... Hacer algo. Pero no lo conseguí. Todavía estaba paralizado. Una segunda oleada de pánico me hizo regresar al Cocodrile. "¡Vuelve ¡ ¡Vuelve!". Era falso. El camión asesino terminó su recorrido unos metros más allá, acribillado a balazos. No escuché los disparos, sólo gritos. Y ahora llantos, muchos llantos, relata Matin.

    Seguí recto. Recogí mi moto para alejarme lo más posible de este infierno. Recorrí el paseo y tomé conciencia de la amplitud del drama. Había cuerpos y heridas por todas partes. Las primeras ambulancias comenzaron a llegar. Aquella noche era... el horror.

    Mientras que Desmet Germian, un jubilado belga de 73 años, quien estaba viendo un concierto de jazz en el Paseo de los Ingleses, recuerda en entrevista con El País,  que escuchó gritos y vio acercarse a toda velocidad un camión blanco del que salían rebotados decenas de cuerpos.

    "Los músicos tiraron los instrumentos al suelo y saltaron detrás del escenario. Yo tropecé y caí al suelo y otras personas me cayeron encima. No pude moverme durante un buen rato. Era horroroso. Las mujeres corrían con los carritos mucho más rápido de lo que eran capaces y los niños caían al suelo", recuerda justo en una de las confluencias donde la gente corrió a refugiarse.

    Durante una hora, corrió el rumor de que había otro terrorista armado en la zona. La mayoría de comerciantes de la zona abrieron sus tiendas y dejaron entrar a todo el que cupiese. Gino, el dueño de una tienda de arte veneciano se encerró ahí con una decena de personas. "Se desató el pánico y bajamos la persiana. No sabíamos qué estaba sucediendo fuera".

    Lo mismo hizo Camsarvararayen, dueña vietnamita de una tienda de comestibles de ocho metros cuadrados. "Metí a unas 20 personas, unos tirados por el suelo, otros apoyados donde podían...", recuerda. "Teníamos mucho miedo, no sabíamos si podía aparecer un terrorista y matarnos a todos".

    Miles de personas corrían en ese momento por el paseo y por las calles adyacentes. Muchos llegaron incluso a saltar el muro del paseo. "Hubo gente que se tiró de una altura de tres metros hasta la playa. Corrieron a esconderse dentro debajo del agua por si había algún terrorista disparando", recuerda Cons Gerard, de vacaciones con su familia en Niza estos días.

    "El problema es que no sabías hacia dónde correr. Nosotros nos fuimos tres minutos antes de que pasase el camión porque había empezado a chispear. Nos salvamos de milagro".

    Gilles, un taxista que trabajaba en la zona, explica cómo, junto a otros compañeros, empezaron a hacer viajes a los hospitales con los heridos. "Nos pusimos todos manos a la obra. Había tantos heridos que tuvimos que usar servilletas y manteles de los restaurantes cercanos para hacer torniquetes y tapar heridas", recuerda.
    "Estamos en guerra, esta situación ha llegado a un límite insoportable", analiza subido al taxi. Muchos aquí creen que, en parte, Niza ha sido atacada al estar en una región donde el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen tiene una fuerte presencia. Además, señala un vecino, "el alcalde tuvo problemas aquí con la instalación de una mezquita a la que se opuso".


    Con información de El País 

    vsv

     


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