Miércoles, 13 de Noviembre de 2024
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Semana del 11 de Octubre al 17 de Octubre de 2024

La sombra del nepotismo: Los apellidos que perduran en la política mexicana

La sombra del nepotismo: Los apellidos que perduran en la política mexicana



La propuesta de Claudia Sheinbaum para frenar el nepotismo en la política mexicana es un paso necesario hacia la moralización de la vida pública.

La propuesta de la Dra. Claudia Sheinbaum sobre la prohibición de que familiares sucedan a funcionarios en cargos públicos ha generado un intenso debate en México. Esta iniciativa, que busca erradicar una de las prácticas más arraigadas en la política mexicana, el nepotismo, no solo ha sido bien recibida por algunos sectores, sino también cuestionada por otros. En la política de nuestro país, los apellidos son a menudo más que nombres; son símbolos de poder y herencia política. Ejemplos como los Batres o los Monreal son casos evidentes de cómo la política en México ha sido dominada durante generaciones por las mismas familias.

El nepotismo, lejos de ser un fenómeno aislado, está profundamente entrelazado en la estructura política nacional. A lo largo de las décadas, hemos visto cómo ciertos apellidos se perpetúan en el poder, creando verdaderas dinastías políticas que controlan no solo municipios y estados, sino también espacios clave a nivel federal. El hecho de que ahora se esté discutiendo abiertamente la posibilidad de frenar este fenómeno, refleja un cambio en el pensamiento político nacional. Sin embargo, lo que más sorprende es que esta práctica, que debería ser entendida como inmoral, no solo continúa vigente, sino que ha tenido que ser abordada mediante una reforma legislativa.

NEPOTISMO EN MÉXICO: UNA REALIDAD EVIDENTE
El caso de la delegación Cuauhtémoc en la Ciudad de México es emblemático. Esta área, al ser el epicentro económico del país, es vista como un bastión de poder. Políticos y líderes han utilizado esta zona como trampolín para aspiraciones políticas mayores, y no es sorprendente ver cómo las familias políticas extienden su control sobre estas áreas de influencia. En este sentido, figuras como Sandra Cuevas, actual alcaldesa de Cuauhtémoc, han utilizado su posición para ganar notoriedad, muchas veces mediante una combinación de populismo y tácticas de imagen que les permiten mantenerse en el centro de atención.

Pero el fenómeno no se limita a las grandes urbes. En municipios como Cerro de San Pedro, ejemplos de familias que han monopolizado el poder local abundan. Los Loredo, por ejemplo, han mantenido su control sobre la política local por generaciones. Este tipo de prácticas, si bien son conocidas, suelen justificarse bajo el argumento de que "la gente los vota", minimizando el impacto negativo que tiene en la democracia y en la equidad en la distribución del poder.

Lo más preocupante es que este tipo de dinámicas son tan comunes que ya no nos sorprenden. Como sociedad, hemos normalizado el hecho de que familiares cercanos tomen el relevo en el poder. La doctora Sheinbaum, con su propuesta, está poniendo en evidencia una verdad incómoda: la política mexicana está estructurada de tal manera que es necesario legislar para evitar lo que debería ser una obviedad, que familiares directos no deban suceder a quienes ocupan cargos públicos.

LAS CONSECUENCIAS DE LEGISLAR EL NEPOTISMO
Sin embargo, como suele suceder en la política mexicana, no faltarán quienes busquen vacíos legales o recovecos para evadir esta normativa. El país ha sido testigo de maniobras como la de las "Juanitas", donde mujeres electas renunciaban a sus cargos para dejar el puesto a sus suplentes hombres, generalmente familiares o afines. Ante la posibilidad de que esta nueva reforma sea aprobada, no es descabellado imaginar que surjan "soluciones creativas" para eludirla. Se mencionan incluso escenarios hipotéticos en los que funcionarios podrían divorciarse legalmente para que sus parejas, ahora ex parejas, puedan asumir cargos, lo que ilustra el nivel de ingenio que algunos actores políticos están dispuestos a emplear para perpetuar su influencia.

Lo más irónico de esta situación es que estamos hablando de una reforma que debería ser innecesaria en cualquier país con una cultura política sana. El hecho de que se tenga que legislar sobre algo que debería ser una norma moral implícita, habla de la realidad política en México. En cualquier sistema político maduro, el nepotismo es visto como una práctica corrupta y dañina, pero en México, se ha convertido en una norma aceptada y defendida por muchos.

LA REFORMA LABORAL Y LA REDUCCIÓN DE LA JORNADA LABORAL
Otro tema que ha generado debate recientemente es la propuesta de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales. Si bien la intención detrás de esta reforma es mejorar las condiciones de los trabajadores, no todos están de acuerdo. Políticos como Ricardo Monreal han expresado sus dudas sobre su viabilidad, argumentando que la productividad en México ya está por debajo de los estándares internacionales y que reducir aún más las horas de trabajo podría agravar este problema.

En este punto, es necesario hacer una diferenciación entre las horas trabajadas y la productividad real. México es uno de los países con más horas laborales en el mundo, pero su productividad es baja. Esto sugiere que el problema no radica en el número de horas que pasamos en el trabajo, sino en la calidad de esas horas y en las condiciones laborales que enfrentan los trabajadores. En muchos casos, la cultura laboral en México está más enfocada en el cumplimiento de un horario que en la obtención de resultados, lo que crea una desconexión entre el tiempo trabajado y la productividad real.

EL DISCURSO POLARIZANTE Y SU IMPACTO EN LA PERCEPCIÓN LABORAL
Además de estas reformas, es importante señalar cómo los discursos gubernamentales han contribuido a polarizar la relación entre empleadores y empleados. Se ha generado una narrativa en la que el empresario es visto como un explotador, mientras que el trabajador es una víctima del sistema. Si bien es cierto que existen abusos por parte de algunas empresas, también es cierto que sin el sector privado, la generación de empleos sería insostenible.

Es necesario fomentar una cultura de colaboración y entendimiento mutuo entre ambos sectores. Tanto el empresario como el trabajador deben entender que sus intereses están alineados: una empresa productiva y exitosa puede generar más empleos y mejores salarios, mientras que un trabajador comprometido y eficiente puede contribuir al crecimiento de la empresa. La división entre "explotadores" y "explotados" no beneficia a nadie y solo perpetúa un ciclo de resentimiento y desconfianza.

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