Jueves, 01 de Noviembre de 2012
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Relato alusivo a Las Calaveras, por el Cronista del Municipio, el Prof. Blas Bautista Bautista.

Relato alusivo a Las Calaveras, por el Cronista del Municipio, el Prof. Blas Bautista Bautista.

EMSAVALLES Noticias| Tamuín, S.L.P.| Jueves, 01 de Noviembre de 2012| 12:38


LAS CALAVERAS MEXICANAS

Se volvieron tan insistentes las piras y los panegíricos funerales, que, a finales del siglo XVlll comenzaron a aparecer impresos satirizando funerariamente a los personajes políticos y a la gente más popularmente conocida; se adelantaba así-de manera festiva - el juicio post-mortem a los vivos.

Utilizado constantemente en nuestra celebración nacional a los muertos, el nombre de calaveras se aplicó también y desde entonces, a los versos festivos que el 2 de noviembre (día de difuntos) señalando en forma de epitafio los defectos de personajes vivos, que son presentados como ya fallecidos, sin respetar su jerarquía social o importancia política.

La costumbre, de antigua raigambre en la época colonial, esta enlazada con expresiones religiosas de la alta Edad media europea, como la de la danza de la muerte, y también con las creencias indígenas precortesianas, que tenían a la muerte como inseparable compañera. Dichas calaveras-comúnmente ilustradas- hicieron famosos los grabados de José Guadalupe Posada.

Mientras que en el terreno de la litografía, Posada se convertía indiscutiblemente en el máximo exponente de su obra, la creatividad del mexicano, para criticar satirizando aquello con lo que no congeniaba, iba en aumento por todas partes de la república mexicana. Servía de enorme estímulo para la elaboración de las calaveras, la opresión dictatorial porfiriana.

Con el correr de los años, en las hojas de calaveras, texto y grabados, se ha ido cultivando la vida, a la vez que se rinde pleitesía a la muerte de una forma humorística y hasta irónica, casi como un desahogo de lo que nos desagrada o una apología de lo que nos simpatiza.

Inconscientemente, la tradición nos induce a aceptar como algo verdadero, la transmutación de la muerte por la vida misma.

Con las calaveras, se da un soplo de muerte a la vivos, volviéndolos exponentes de la miseria o de la injusticia, a veces con sátira dolorosa, otras con humor que vuelca en la risa.

Así vemos a los seres humanos, convertidos en esqueletos, bailando en los fandangos, cantando al amor, bebiendo en las parrandas, y hasta peleando en las reyertas.

A la llegada del año 2000, la tradición del Día de Muertos y particularmente la costumbre de las calaveras ha tenido que enfrentarse no solo a la escasez de ingenio, sino también a la invasión de costumbres extranjeras estadounidenses que pretenden alejarnos de nuestras raíces.

Afortunadamente, todavía quedamos algunos con el firme afán de darle calavera al Halloween.

 


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