Semana del 26 de Junio al 02 de Julio de 2015

Regateando a los artesanos y agricultores... ¿Se vale?

Regateando a los artesanos y agricultores... ¿Se vale?

Idalia Martínez Vargas

El "comercio justo" es un concepto que ha tomado mucha fuerza en los últimos años. Términos como "handmade" y "organic" se han convertido incluso en tendencias y hacen colación a las cosas hechas con amor, cuidado, buscando siempre lo natural y claro, en armonía con el ambiente.

Pero quienes somos vallenses (por fortuna) hemos crecido en un entorno plasmado de servicios y productos artesanales, hechos con toda la mano, de origen natural y por si esto fuera poco, a precios que sorprenden a los foráneos por ser bastante bajos.

Crecer en medio de este contexto nos hace a veces restar valor a todo el trabajo y dedicación que nuestros artesanos y productores locales invierten en estos productos. Es increíble ver como en las grandes ciudades, segmentos de mercado bastante dirigidos pueden llegar a pagar cantidades muy altas de dinero por recibir productos que se consideran artesanales, con la intención de construir ese tan buscado equilibrio entre el ser humano y los recursos a su alrededor: la sustentabilidad.

Ciudades como Chicago, Londres, New York o Tokio, se han caracterizado por tener un alto número de personas que siguen tendencias muy específicas de consumo y que invierten una gran parte de sus ingresos en mantener este estilo de vida orientado a comprar responsablemente.

Cuando visitas el mercado de Ciudad Valles, una ola de olores, colores y sabores invaden tus sentidos y te impiden regresar a casa con las manos vacías. Lo mismo sucede en cualquier mercado de los pueblos huastecos. Después de horas de trabajo y dedicación y teniendo como único sustento la comercialización de sus productos artesanales, cientos de pobladores indígenas potosinos salen a las calles buscando colocar su mercancía; y entonces llegamos nosotros, incapaces de decir que no a los "redondeos" de las avasallantes cadenas internacionales de supermercados, pero muy decididos a la hora de bajar ese manojo de cilantro de 5 a 3 pesos.

Regateamos, regateamos a nuestro paisano, a un productor local que con esfuerzos puede llegar a la ciudad a buscar un espacio en una banqueta para poder vender. Nos ahorramos 1, 2 o 5 pesos y... ¡Nos sentimos orgullosos de ello! Pero derrochamos dinero con la compañía de teléfono, la tienda de ropa o el servicio de televisión de paga.

Busquemos un comercio justo en nuestra región, valorando el trabajo de nuestra gente huasteca, que pone a nuestro alcance no solo un producto, si no una riqueza cultural que no tiene precio.