Domingo, 28 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 06 de Mayo al 12 de Mayo de 2016

Una de las lecciones de mi madre

Una de las lecciones de mi madre

Rodolfo del Ángel del Ángel



Como parte de una familia pastoral de cinco hermanos vivimos una infancia llena de carencias materiales. Mi madre siempre se ha caracterizado por ser una mujer muy trabajadora cuyo aporte para el sostenimiento de la casa fue decisivo para que pudiéramos crecer y tener oportunidades educativas. De mi madre he aprendido la honestidad, el sentido de responsabilidad, la amabilidad en el trato, una actitud esperanzadora, valentía y tenacidad en el carácter. Naturalmente que, al igual que Timoteo, su instrucción y su ejemplo dejado en mi una impronta de fe que es y será siempre la más valiosa herencia que haya podido recibir de mi madre.

Apenas si puedo imaginar lo que significó para ella sostener prácticamente el hogar, alimentarnos, educarnos y sacar adelante a tres varones y dos mujeres.

Recuerdo que ella me enseño el himno "Dilo a Cristo". Creo que ese himno encierra el secreto de su fuerza: "Cuando estés cansado y abatido dilo a Cristo, dilo a Cristo, él es tu amigo mejor. No hay otro amigo como Cristo, dilo tan sólo a él". Tengo muy presente su voz aguda y entonada cuando lo cantó para mí.

Con frecuencia no había dinero en casa, ella se tenía que aplicar en la tarea de confeccionar vestidos a las clientas que siempre le procuraban. Muchas veces para resolver las necesidades inmediatas se apresuraba a terminar una costura y luego yo me encargaba de ir a entregarla.

En cierta ocasión le pedí dinero, seguramente para alguna golosina, y ella me dijo que no tenía nada en su monedero, al buscar en su monedero encontré un peso y le dije: -Mamá, aquí hay un peso- a lo que ella contestó, -déjalo ahí, hijo esa es mi base, de allí parto esperando que al rato haya lo necesario-

Ese es el peso que jamás se gastaba, para decir no sólo que tenía algo, que no se quedaba jamás sin nada, pero que esperaba que poco a poco se pudieran suplir las necesidades.

Esa es una lección de muchas que recibí de mi madre y que se ha quedado conmigo a través de los años. Esa enseñanza ha sido una luz en momentos difíciles y de necesidad en mi vida. No desesperes por lo que no tienes, mira lo que aún está contigo, no todo está perdido, tu necesidad no ha llegado al punto de la indigencia absoluta. No cuentes tu vida por las pérdidas, ni por las ganancias que aún no obtienes, o por tus necesidades, ten siempre una actitud esperanzadora y positiva, comienza a partir de lo que tienes y confía que Dios en su misericordia y provisión paternal te llenará de toda bendición.

¡Cuanta razón tienes mamá! La carencia más grande es la derrota y la falta de fe.

Gracias por esa gran lección que nunca olvidaré.

 


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