Domingo, 28 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 24 de Junio al 30 de Junio de 2016

Es preciso morir

Es preciso morir

Rodolfo del Ángel del Ángel



Si estamos dispuestos a morir aquí y ahora con Cristo, ya no temeremos más la muerte física, porque esa muerte no será más que la conclusión de una gloriosa carrera y el inicio de una eternidad con Dios en el gozoso encuentro de quienes nos precedieron y ya duermen en el Señor.

Pero es preciso morir aquí y ahora.

Morir a nuestra vanidad que se pretende autosuficiente y cree no necesitar a Dios.

A nuestras ambiciones egoístas que nos hacen vidas encerradas en la necia ilusión de que el mundo comienza y termina con nosotros.

A la creencia de que todo lo que nos hace felices se encuentra en esta vida y en este mundo y nada tenemos que esperar más allá del final del camino.
Morir al viejo yo sin Cristo, impulsivo e inmaduro que nos ata al pasado y nos impide avanzar, crecer, madurar, aprender.

No temamos morir porque la vida es una constante búsqueda, insatisfecha siempre, y eso no es necesariamente malo, porque una sana medida de insatisfacción nos impide estacionarnos y nos empuja a seguir adelante, expectantes de lo nuevo.

Si, muramos hoy a las culpas que nos agobian por lo hemos hecho mal y lo que no hicimos en su tiempo, a las ansiedades del mañana que todavía no llega, porque solo de esta manera podremos vivir solo por hoy.

Hay un principio que Jesús, el Hijo de Dios nos enseña con su ejemplo. Solo lo que muere puede realmente vivir y alcanzar la plenitud. Un grano trigo que se guarda, es inútil, se pierde, queda estéril, se vuelve intrascendente. Eso sucede con los que se guardan para sí mismos, que se rehúsan a dar y cumplir la sagrada vocación que Dios nos dio al traernos a este mundo que es morir. Morir a nosotros mismos para poder darnos a los demás amorosamente mediante el servicio.

Cristo precisó morir para traer vida en su resurrección para todos nosotros. Entonces la vida está ahí como una promesa y una herencia para quienes creemos en él. Participar de esa vida es también estar dispuestos a su misma muerte, porque el grano de trigo se vuelve vida solo cuando cae en tierra y muere.

Así es que no te preocupes por la muerte física, confía en Dios y muere aquí y ahora con él. Descubrirás como las espigas doradas de la vida surgen de la muerte relumbrando con el amanecer del día eterno.

 


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