Rodolfo del Ángel del Ángel
La vida tiene sus alegrías y sus pesares y el arte de vivir consiste, sin duda, en apreciar el valor que ambas experiencias nos ofrecen. Un buen sentido del humor y el crear a propósito situaciones agradables a fin de disfrutar es muy importante. El texto sagrado dice que el corazón alegre constituye un buen remedio, más el espíritu triste seca los huesos (Proverbios 17:22) Cada vez estoy más consciente del hecho de que la vida es como no la tomamos: O una gran oportunidad para ser felices; o una colección de experiencias y expectativas catastróficas. ¿Cómo te tomas la vida? Dios dice en su Palabra que por nada estemos afanados, antes bien, debemos presentar a Dios nuestras peticiones con toda oración y ruego con acción de gracias, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4: 6-7)
Recuerdo el consejo que me dio una querida maestra hace muchos años -Cuando sientas miedo, canta-. Este consejo lo recordé recientemente esta pasada semana cuando conversaba con una mujer que ama la música. Por años ese gusto por la música autóctona y el deseo de aprender a tocar la jarana estuvo allí latente. Las exigencias de la vida familiar, criar hijos, atender el hogar, la enfermedad de su esposo, en fin, tantas cosas, le llevaron a dejar pendiente, por largo tiempo, el realizar ese anhelo que vibraba en el fondo de su corazón. Finalmente, se integró a un grupo folklórico, aprendió a tocar la jarana y ya grabó su primer disco. Con tristeza me habló del reciente fallecimiento de su mamá. Estuvo al lado de ella en sus instantes finales --Fue un momento muy doloroso y difícil, pero algo significativo es que la despedida de su mami estuvo acompañada por música--me dijo--. Al regresar del cementerio la familia y los amigos se reunieron y ella estuvo cantando varias canciones que le traían recuerdos gratos de su madre. Le pregunté que recordaba de su mami y que es aquello que consideraba lo mejor que le había dejado, ella respondió: La música. -La vida fue muy dura para mi mamá, con trece hijos y mucha necesidad, pero el recuerdo más bello que tengo de ella es que, mientras hacía sus tareas duras y rutinarias, siempre estaba cantando--.
Esa es la mejor herencia que ella pudo dejarle, sin duda, --le dije--. No importa que difícil se pueda poner la vida, o que tan duras sean las tareas que tenga que realizar, nunca deje de cantar. Que nada apague su alegría y la canción de su corazón--.
Que nada apague nuestro canto, porque el canto alegra el corazón y consuela el alma afligida. Esa fue la experiencia del salmista también que alguna vez escribió: Pero yo CANTARÉ de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia (Salmo 59:16).
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