Semana del 04 de Noviembre al 10 de Noviembre de 2022

Poner en orden... comenzar de nuevo

Poner en orden... comenzar de nuevo

Rodolfo del Ángel del Ángel

Hay tareas que uno va posponiendo para después, para "cuando haya tiempo", como si el tiempo fuera un reservorio que está allí al alcance de la mano para disponer de el cuando nos decidamos. A veces se trata de cosas simples, otras más, de cosas necesarias e impostergables. Al iniciar este año me propuse limpiar los cajones de mi escritorio. La realidad es que era una tarea que no me resultaba para nada grata, pero, debía hacerse, ¡no se cuanto tiempo lo dejé pendiente! Me sorprendí de todo lo debí arrojar a la basura: objetos, papeles, bolígrafos inservibles, en fin, pequeñas cosas que uno va coleccionando y que alguna vez tuvieron algún valor, pero que ahora son obsoletas e innecesarias, ¡solo ocupan espacio inútilmente! Recuperé otras cosas que sí son importantes: documentos que desconocía su paradero y recuerdos de valor sentimental: fotografías de familiares y amigos apreciados, algunos obsequios de personas que me son queridas.

Mi viejo amigo, Fernando Domínguez me dijo alguna vez: "Rodolfo, si no vacías los bolsillos, no puedo hacer espacio para lo nuevo"; ¡Cuánta razón tenía!

Qué necesario nos resulta darnos un espacio para hacer un inventario personal. Ciertamente que, podríamos dejar algunos cajones y closets todavía sin revisar para desechar lo que ya no necesitamos, pero qué necesario es mirar hacia dentro de nuestro corazón, porque a lo largo del tiempo hemos ido coleccionando resentimientos, amarguras y malos recuerdos que no necesitamos (en realidad nunca fueron necesarios) que impiden que dejemos espacio para aquellos nuevos sentimientos y actitudes que nos traen paz, bienestar y alegría.

Cuando nuestro Dios creó todo en un principio, pudo haberlo hecho de una sola vez, pero la creación surgió gradualmente, al menos así lo describe la Biblia. Al principio todo era caótico, oscuro y desordenado; es como si Dios primero hubiera formado los materiales primarios, para luego ir dándoles orden hasta que todo estuviera en su sitio. Desde luego que este es el lenguaje particular de la Escritura para explicarnos a nosotros el hecho de que nuestro Dios es el Creador de los cielos y la tierra, y nuestro creador, por cierto. Creo que aquí hay toda una enseñanza: poner orden en lo desordenado y luego formar algo nuevo.

¿Cuánto hemos cambiado a lo largo de los años? Por fuera, sin duda, el cambio es evidente, nos vamos haciendo viejos. El asunto importante y decisivo es lo que ha ocurrido por dentro, en el carácter, en el proceso de madurar, de ser mejores personas, es decir, mejores cristianos; más pacientes, virtuosos; más generosos y con una fe más robusta. La realidad es que el paso del tiempo, por sí mismo, no cambia a nadie. Podemos ser las mismas personas que hace un año o hace diez años, aún quizá, hemos retrocedido en nuestro crecimiento. Hacer ese alto en la vida, mirar hacia dentro con la luz de Dios, entrar en el desván de las cosas olvidadas que se han quedado en lo profundo del ser nos es necesario. Pidamos a Dios que, con el poder que creó todo lo nuevo de la nada, y con la gracia de su Espíritu, nos ayude a poner orden donde ahora solo hay caos y confusión, y de todo ello pueda hacer algo nuevo en nuestra vida. Sin duda, Él puede y quiere hacerlo, ¿Estamos dispuestos a ese proceso transformador? A fin de cuentas, se trata de crecer o seguir siendo las mismas personas que aún guardan lo que hace tanto tiempo ya no necesitan.