Semana del 07 de Julio al 13 de Julio de 2023

Cuando nada te basta

Cuando nada te basta

Rodolfo del Ángel del Ángel

Cuando nada te basta es el título del libro de uno de mis autores favoritos. Él es el rabino Harold Kushner. El libro es un comentario contemporáneo del Eclesiastés. El Eclesiastés es una reflexión pesimista acerca de la vida. El autor es, con toda probabilidad, un personaje que pertenece a la tradición sapiencial o de la sabiduría del pueblo judío. Es un hombre que ha rebasado ya la mediana edad. Las fantasías infantiles, las pasiones juveniles y las preocupaciones de la edad adulta temprana han quedado atrás, ahora en el otoño de su existencia que ya se aproxima con mayor rapidez de la que hubiera esperado, el autor anónimo de este libro bíblico llega a la conclusión de que los afanes humanos carecen de sentido, que trabajamos sin saber quien, al final de nuestra existencia, gozará de aquello que hicimos con tanto esfuerzo.

Una y otra vez se repite este estribillo a lo largo de todo el Eclesiastés: "vanidad de vanidades, todo es vanidad". Aunque los tiempos cambien las historias se repiten en el ciclo incesante de la vida humana: las mismas preocupaciones, los mismos afanes, que terminan al fin con nuestro sueños y anhelos rotos en la conclusión definitiva de la muerte a la que todos nos dirigimos sin remedio. Esta reflexión lleva al autor a considerar que lo único que nos queda es vivir cada día con el mayor disfrute posible. Gozar de la comida, la amistad, el amor, el trabajo y hacer cuanto esté al alcance de nuestra mano viviendo vidas productivas le da sentido a la vida.

Con todo y ello el ser humano jamás puede alcanzar una satisfacción plena, porque nada parece ser suficiente, nada parece bastarnos para darnos el sentido de realización y significado que nos haga sentirnos verdaderamente felices. Esta parece ser la lógica de la existencia: sin tenemos amor, dinero y salud somos felices; si sufrimos, no podemos evitar el dolor, las pérdidas y las aflicciones de la existencia, de tal manera que todo goce, frente a las realidades trágicas de la existencia parece perder su valor.

En esta vida, nunca podemos esperar satisfacción plena o felicidad que no esté mezclada con quebranto e incertidumbre. Al leer el Eclesiastés no podremos evitar preguntarnos qué sentido, entonces, tiene nuestro paso por este mundo y porqué este libro con sus notas pesimistas está incluido dentro de los libros inspirados de la Escritura. La respuesta viene al final, en las palabras conclusivas del escrito: "Hijo mío, además de lo antes dicho, toma en cuenta que nunca se acaba de escribir muchos libros, y que el cuerpo se cansa de tanto estudiar. Todo este discurso termina en lo siguiente: Teme a Dios, y cumple sus mandamientos. Eso es el todo del hombre" (Eclesiastés 12:12-13)

Esta vida es un tránsito pasajero en el que se nos concede muchas bendiciones que debemos agradecer, pero también nuestra existencia terrenal tiene sus aflicciones y afanes, debemos gozar de las primeras, sin que las segundas nos arrebaten el contentamiento. Lo que le da sentido a la vida es saber hacia dónde nos dirigimos y quién nos acompaña en nuestra caminar. Nuestro Dios nos dirige con seguridad cuando andamos en el camino de su voluntad en dirección a la eternidad. Esta perspectiva de lo eterno nos da la certeza de que cada paso, sin importar las incidencias que experimentamos en nuestro andar, nos dirige hacia el hogar eterno. Es entonces, cuando todo aquellos que vivimos, lo que llamamos bueno o malo, nos basta, porque es el anticipo del perfecto final y la certeza de que toda lágrima un día seré enjugada en la presencia de Dios.