Semana del 29 de Diciembre al 04 de Enero de 2024

La Encarnación: Un misterio de amor y humildad

La Encarnación: Un misterio de amor y humildad

Héctor de Luna Espinosa

Es un honor compartir este mensaje con ustedes en este tiempo tan especial, unos días después de la celebración de la Navidad. La temporada navideña trae consigo no solo alegría y regocijo, sino también reflexión sobre el misterio más profundo que rodea este evento: la encarnación de nuestro Señor Jesucristo.

Reflexionemos juntos sobre la majestuosidad de este misterio divino. La encarnación no es simplemente un acontecimiento histórico, sino la manifestación suprema del amor de Dios hacia la humanidad. En estos días de festividad, cuando recordamos el nacimiento de Jesús en Belén, debemos sumergirnos en la comprensión de este asombroso acto de humildad.

La Palabra eterna, mencionada en el Evangelio de Juan, que existía desde el principio con Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros. Este misterio va más allá de nuestra comprensión humana; Dios mismo eligió encarnarse en forma humana, tomando nuestra naturaleza para redimirnos y revelarnos su amor insondable.

Al mirar hacia el pasado, vemos la omnipotencia de Dios en la creación, cuando pronunció su palabra y todo cobró vida. El relato de Lucas nos transporta a un humilde pesebre en Belén, donde el Todopoderoso llegó como un niño indefenso. Esta imagen contrasta profundamente con la grandeza de su divinidad, resaltando su humildad y cercanía a la humanidad.

La encarnación es mucho más que un relato navideño; es la consumación del plan divino para reconciliar al hombre consigo mismo. Jesús, siendo plenamente Dios, se despojó de su gloria para caminar entre nosotros, experimentando nuestras alegrías y dolores, mostrándonos el camino hacia la redención.

En esta época de celebración, recordemos que el Niño nacido en un pesebre es nuestro Salvador, el Emanuel que vino a estar con nosotros. Su vida extraordinaria, su sacrificio y su victoria sobre el pecado nos brindan esperanza y paz en medio de las dificultades.

Entonces, en esta semana que sigue a la Navidad, mantengamos viva la llama de la gratitud en nuestros corazones. Celebremos la encarnación de Cristo no solo con festividades, sino con una profunda reflexión sobre el regalo más grande que la humanidad ha recibido: el amor encarnado.

Que el espíritu de la Navidad siga iluminando nuestros días, recordándonos siempre el amor y la humildad manifestados en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo.