Jueves, 30 de Abril de 2015
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO

Los niños olvidados del subterráneo

Los niños olvidados del subterráneo

En 2014, casi seis mil niños fueron presentados ante un juez cívico por realizar algún tipo de actividad comercial en el Metro

lasillarota.com| | Jueves, 30 de Abril de 2015| 12:10


El Sistema de Transporte Colectivo Metro se ha convertido en un limbo para los menores de edad que trabajan como vagoneros y para los niños en situación de calle que piden limosna. Los propios jóvenes narran que son víctimas de extorsiones por parte de funcionarios del Metro y de la Consejería Jurídica del Distrito Federal. 

De acuerdo con los ambulantes, un niño llega a obtener el doble de ganancias que un adulto que trabaja en el subterráneo. 

La Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal permite que cualquier adulto puede llevarse a un menor de un juzgado cívico sin necesidad de acreditar su identidad. En 2014, casi seis mil fueron presentados ante un juez cívico por realizar algún tipo de actividad comercial en el Metro. 

La gravedad de la situación provocó que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) llamara a conformar una mesa de trabajo con 12 organismos gubernamentales -entre ellos la PGJDF y la SSPDF- y no gubernamentales para realizar un diagnóstico y detectar casos de explotación.

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Son las 23:45 horas del martes 21 de abril en la Línea 8 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM), los pequeños y brillantes ojos de Mateo se han inundado de cansancio, pero todavía faltan siete estaciones para llegar a la terminal Constitución de 1917, así que continúa arrastrándose por el vagón en busca de una moneda más. Una más. 

Una playera roída, pantalón de un color que se confunde entre el café y el negro, un pequeño trapo en la mano derecha y un susurro en el que se alcanza a distinguir un  "¿me regala una moneda?", eso es lo único que Mateo trae encima.  

En el vagón número cuatro del convoy los pocos pasajeros miran a Mateo de reojo. La mayoría quita los pies para que sus zapatos no sean blanco de las pequeñas manos de Marcelo y esto los comprometa a darle una moneda. 

-¿Cómo te llamas? ¿Con quiénes vienes? ¿Dónde están tus papás?

 Pero Mateo ha enmudecido y al llegar a la siguiente estación echa a correr a otro vagón para repetir su faena: se tira al piso para tocar con su trapo los zapatos de los pasajeros. "¿Me regala una moneda?", les pide con sus ojos llenos de sueños. 

El aliento de Gabriel, un joven de 17 años que ese mismo martes vendía bolígrafos, envuelve a su interlocutor con un golpe de activo (thiner), cuenta que en el caso de los niños del subterráneo "hay de todo".

 "Yo en esta línea he visto como a 15 chavitos. Algunos vienen con sus papás diciendo que son de Puebla, otros están acompañando nada más. En otras como la (línea) cinco hay más, unos 30... músicos, de los que se acuestan en vidrios, los que venden, los payasitos", detalla. 

-¿Es cierto que son más rentables? ¿Que ellos sacan más dinero? 

"Pues es que utilizas la psicología, no. Si un adulto en un día saca 200 pesos, un niño saca el doble más las tortas o los dulces que les dan, porque la gente lo ve mugrocito, lo ve desvelado, lo ve flaquito y dicen `hay pobrecito le voy a dar cinco, 20 o 30 pesos para que ya se vaya a dormir", narra este joven vendedor. 

-¿Hay niños explotados por otras personas que no sean sus papás? 

"Te digo que hay de todo, pero la neta mira (pone un dedo sobre sus labios) uno nada más ve y se calla", dice a modo de advertencia. 

Gabriel narra otras cosas, por ejemplo, que a los niños menores de 12 años la policía o el personal del Metro no los detiene, sólo a los mayores de 12 y menores de 18, a los que trasladan a la estación Guerrero, donde se encuentra el juzgado cívico de la coordinación territorial. 

Pero de eso habla Jenifer, otra joven vagonera menor de edad quien desde hace siete meses vive en unión libre con Javier, un tipo que le dobla la edad y que conoció "en la chamba". 

"A mi me agarran cada mes, cada dos meses. Si hay chance de arreglarte con el personal del metro ellos te piden 50 varos para dejarte ir. Haz de cuenta que te apañan en Garibaldi y en el camino te pones de acuerdo y les das pal chesco y ya te vas", cuenta la joven y agrega que por ser menores de edad es preferible "ponerse a mano". 

"Es que por ejemplo, si me agarran y me llevan al juez cívico luego los jueces no te aceptan los 50 o los 100, te piden más. Entonces es pasártela encerrado todo el día o dar 50 pesos al primero que te agarra... yo mejor doy los 50", dice a modo de recomendación. 

Pero Jenifer también confiesa que han encontrado el modo de saltar la ley. A finales del año pasado entre varios menores vagoneros se pusieron de acuerdo con una comerciante cercana al juzgado cívico de Guerrero para que pudiera sacarlos haciéndose pasar por su tutora. 

"Cuando caía alguno de nosotros nada más le hablábamos o le mandábamos un whats y iba (sic) por nosotros. Decía que era nuestra tía o abuelita y ya"... Jenifer lo dice como una broma inocente, pero las autoridades reconocen que se trata de un vacío legal que da lugar a todas las posibilidades.

 -¿Cómo certifica la autoridad que quien va por un menor al juez cívico es su padre o tutor y no una persona que la está explotando? 

"Precisamente por eso el adolescente tiene derecho a la llamada, (para que) vaya su papá o su mamá y se presentan con una identificación, si traen, si no traen pues bueno es el dicho del adolescente que dice que es su tutor, que lo reconoce. Porque le puede llamar a cualquier persona y decir `él es mi tutor´, pero algún documento que se solicite en específico, no lo hay", reconoce Julieta González Méndez, directora Ejecutiva de Justicia Cívica de la Consejería Jurídica y de Servicios Legales del Gobierno del Distrito Federal. 

La funcionaria detalla que incluso si el Juez Cívico en turno es testigo de alguna anomalía, no tiene obligación de reportarlo a otras autoridades. 

"No se identifica propiamente una situación de esta naturaleza, respetamos los derechos, si no asiste ninguno de estos tenemos la obligación de hablar a Locatel y se hace el reporte", detalla González Méndez y agrega que en la mayoría de los casos es la propia familia la que manda a los menores de edad a trabajar en el Metro, pues la ley marca que sólo habrá una amonestación verbal. 

"Los que mandan a vender son a los adolescentes. ¿Ahí qué se configura y qué conductas vamos viendo? Que son familias que vende la mamá, el papá y los hermanitos pero a los que mandan a vender son a los adolescentes porque saben que simplemente con la amonestación ellos salen", reconoce la funcionaria. 

Para la autoridad, los niños del subterráneo parecen ser invisibles, y es que ni siquiera existe un censo o una estimación de la cantidad de menores que deambulan por las 12 líneas de la red vendiendo o pidiendo una moneda. 

A principios de abril de este año, el diario La Crónica publicó una nota en la que refiere que sólo en la Línea 2 del Metro, que corre de Taxqueña a Cuatro Caminos, habría hasta 100 niños obligados a laborar como vagoneros. Sin embargo, esta cifra fue descartada a La Silla Rota por funcionarios del gobierno que pidieron omitir sus datos. 

La Consejería Jurídica sólo lleva estadísticas de los jóvenes de entre 12 y 18 años presentados ante el juez cívico y que en 2014, ascendieron a siete mil 292 menores. Dos mil 748 más que los presentados en 2013.  

 De estos, 80% (cinco mil 800) fueron presentados por "Usar la vía pública sin autorización u obstruirla", que es la falta cívica para los vagoneros; el 70% (cinco mil 104) de los casos reportados 2014, se registraron en la delegación Cuauhtémoc. 

Esas son las únicas estadísticas, porque no hay nombres, edades, direcciones u ocupación de los adultos que se llevaron a esos menores. 

El STCM tiene sus propias reglas a la hora de tratar a los menores: 

-No está permitido remitir a un niño al Juzgado Cívico, lo que hace habitualmente es invitar al retiro de las instalaciones, sin tocar al menor, únicamente hablando y explicando las razones. 

-Tampoco se puede remitir a un adulto en compañía de un niño, en este caso el juez cívico no lo aceptaría, pues se pueden vulnerar derechos. Algunos comerciantes adultos pueden utilizar la circunstancia para evitar la remisión. 

-En otras ocasiones hay jóvenes que afirman tener menos de 18 años y así tratan de evadir la remisión. 

Trabajan en diagnóstico 

La gravedad del tema hizo que hace unas semanas, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) convocara a una mesa de trabajo interinstitucional que lleva el nombre de Comisión Interdependencial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección de Adolescentes Trabajadores en Edad Permitida en el Distrito Federal (CITI-DF). 

En la mesa, que tiene el objetivo de elaborar un diagnóstico de la situación en la que se encuentran los menores que trabajan en el Distrito Federal y detectar casos de explotación infantil, trabajan 12 organismos gubernamentales y no gubernamentales, como la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF), las secretarías de Desarrollo Social (SEDESO), de Seguridad Pública del DF (SSPDF), de Movilidad (SEMOVI), de Desarrollo Económico (SEDECO), de Educación (SEDU).

Además del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México, el Sistema de Transporte Colectivo Metro, así como la organización Ririki A.C., y las Universidades Autónoma Metropolitana y la Nacional Autónoma de México. 

"Se encuentra analizando el fenómeno para conformar una gama de diagnósticos que permitan conformar las políticas públicas para prevenir el fenómeno, (intervenir en si existiera delito) para garantizará el derecho pleno de este sector infantil", detalló un funcionario quien pidió el anonimato. 

El mismo trabajador del Gobierno capitalino reconoció que hasta ahora "las instituciones no han tenido las herramientas y capacidades normativas para poder actuar de forma tal que no trasgreda derechos enmarcados en las leyes constitucionales y códigos civiles".

glc

 

 


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