VÃctor Manuel Tovar Glz.
Dice la vieja conseja; âcae más pronto un hablador que un cojoâ. Y eso es lo que les paso a los sepulcros blanquiazules, quienes siempre se asumieron como el paradigma de la decencia, la moral y las buenas costumbres, además de presumirse de rectÃsimos caballeros y damas âcristianasâ, pero cuando adquirieron poder mostraron su verdadera cara. Y basta con ejemplificar los multinegocios de la familia presidencial en el sexenio foxista, el baño de sangre y el desdén de la procuración en justicia y la antidemocracia del sexenio calderoniano amen de sus pingües negocios. Pero a últimas fechas se han vuelto muestra y prototipo de corrupción, podredumbre y descomposición polÃtica y moral.
Ya en las sagradas escrituras, es considerada como la variable más deleznable de la ética, la doble moral, práctica común y corriente en el Partido Acción Nacional(los sepulcros blanquiazules), bien pareciera ser ya una condición sinequa non de la citada organización polÃtica. Todos los dÃas, en todas sus actividades, desde las más cotidianas hasta las más complejas, la practican, sin tapujo alguno, la ejercen ya sea consciente o inconscientemente. Caen en la incongruencia de pensar de cierto modo y actuar de otro los convierte, definitivamente, es un organismo compuesto por personas de doble moral, y no es que nosotros lo digamos, si no que su práctica común lo demuestra.
México ha constatado, lamentablemente, la doble moral con la cual se nos presentan los polÃticos del PAN. Esas personas aparentan, en algunos casos con la Biblia bajo el brazo, una nobleza, espiritualidad y bondad que están muy lejos de la deslealtad con la cual tratan a su propio paÃs, a su propia religión y a su propia familia. Ni qué decir respecto a nosotros, los ciudadanos a quien debieran servir. Los mismos politiquillos del sepulcro blanquiazul desacreditan y deshonran a las instituciones públicas como, el Poder Ejecutivo, SecretarÃas de Estado, Congreso de la Unión, gobiernos de los Estados y a la misma sociedad, maltratando y despedazando a los electores. Desintegran a la sociedad con sus malos ejemplos corruptores y lo peor de todo es que no se sonrojan, no les da pena o vergüenza, no se atreven a renunciar (para no perder el presupuesto) sino que continúan siendo figuras públicas que están bajo la mira de la ley, pero que, bajo el principio de que no se es culpable hasta que se demuestre lo contrario, se atreven a continuar haciendo fechorÃas de tipo moral, porque la ética hoy dÃa es lo que menos importa. Es inmoral, dicen, pero no es ilegal. Y siguen en las suyas.
Todos los seres humanos y consecuentemente las organizaciones, somos vulnerables a algunas faltas de nuestro diario vivir. Algunos corregimos, otros continuamos errando pero con la firme convicción del cambio en nuestras vidas. Aquellos, los de una doble moral polÃtica arraigada, los fariseos del blanquiazul son más peligrosos porque hacen de esta, un modo de vida, una forma de ingreso económico, de posición social, de alarde socio económico que no tenÃan. Son, muchos de ellos, los ânuevos ricosâ llenos de grandeza económica pero pobres de cultura, de educación, de moral, de espiritualidad y de valores familiares.
La otra cara del conservadurismo suele ser la hipocresÃa y el abuso. Por eso no es extraño que los polÃticos panistas practiquen exactamente aquello que condenan como contrario a lo que ellos llaman âla moral y las buenas costumbresâ. Hace apenas unas semanas, los mismos que aparecen en el vÃdeo fueron exhibidos por pedir dinero a cambio de presupuesto, en dÃas pasados distinguidos panistas funcionarios de la delegación Benito Juárez que andaban de juerga mundialista, fueron detenidos en Brasil por recurrir a la violencia y al abuso sexual. Ambos se habÃan dado a conocer (faltaba más) como moralistas intransigentes y radicales antes de cometer sus desmanes que los condujeron a la prisión en el paÃs suramericano.
Ahora como todos ya lo vimos, medios en la âWEBâ han exhibido un video donde se muestra a varios panistas, algunos de ellos bien conocidos como santurrones y mojigatos, nada menos que en una lujosa fiesta en Puerto Vallarta, emborrachándose y divirtiéndose con bailarinas de centros nocturnos, ya que solo pagando son capaces de conseguir sexo. Tanto ellos como sus defensores se escandalizan no por la incongruencia de su comportamiento, sino porque al difundirse ese material se ha evidenciado su doble moral.
Para que no se les critique, invocan el respeto a su vida privada, precisamente ellos que siempre han negado a la ciudadanÃa el derecho a tomar decisiones personales en el ámbito de la sexualidad, en temas como el aborto, la educación sexual, los espectáculos eróticos, el uso de anticonceptivos y el matrimonio homosexual. Esa doble moral panista va más allá del ámbito sexual, y se extiende a la esfera de sus negocios privados y de su quehacer polÃtico, como demuestra el hecho de que en la fiesta participó (probablemente como pagano) un personaje sospechoso de estar vinculado al narcotráfico y sospechoso también de un crimen polÃtico en Nuevo León.
Pero atención especial de los potosinos merece uno de los participantes en la fiesta, donde los recatados panistas bailaron con alegres mujeres en poco recatadas prendas, fue Alejandro Zapata Perogordo, actual coordinador de Grupos de Enlace del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Acción Nacional (PAN) ex presidente Municipal de la Capital del Estado, ex senador y ex Diputado y miembro de ese partido desde 1982.
Zapata Perogordo, se dio a conocer desde principios de la década de 1990 por comulgar con la sexo- fobia derechista. En 1992, cuando fungÃa como secretario del ayuntamiento de la capital potosina, apoyó la embestida de grupos conservadores contra los proyectos de educación sexual en la entidad; en aquel tiempo amenazó con encarcelar a quien distribuyera en la ciudad capital materiales de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam) (El Sol de San Luis, 15 de junio de 1992). Zapata Perogordo se escandalizaba de que, según el, la educación sexual atentaba contra el pudor de los jóvenes, pues les presentaba la masturbación y otros hechos de la vida sexual como algo natural y no como un pecado. Perogordo fue asà uno de los alcaldes mochilas que dieron inicio a lo que en esa época serÃa la furiosa campaña moralista de la derecha, que incluyó desde la oposición al aborto y a los anticonceptivos, hasta la censura de obras de teatro (como La Tarea, precisamente en San Luis), exposiciones fotográficas, espectáculos eróticos y hasta el uso de prendas âimpúdicasâ como la minifalda, pues asà lo dictaron los panistas. Veinte años después, vemos al pudoroso Zapata Perogordo en compañÃa de mujeres ataviadas con la demoniaca minifalda, en una costosa fiesta, en compañÃa de otros panistas mientras en sus discursos públicos pontifica en favor de las buenas costumbres, respeto a la persona, en la vida real comercia con sexo, interactúan con meretrices y derrochan en francachelas recursos del erario.
En fin, panista de tan âpulcra moral y comportamientoâ son los que aspiran a gobernarnos.
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