Viernes, 26 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 29 de Agosto al 04 de Septiembre 2014

¿Qué nos dirán?

¿Qué nos dirán?

Víctor Manuel Tovar Glz.



"Cuando la acumulación de riqueza no tenga importancia para tener un alto nivel social, habrá un gran cambio en los códigos morales", John Maynard Keynes


El primero de Septiembre el Sr. Presidente de la República Don Enrique peña Nieto, rendirá a la nación su segundo informe de gobierno, en medio de fanfarrias y timbales por su gran logro político que son las llamadas reformas estructurales, aunque, con una tasa de paro de casi el 6% de desempleo abierto, un nivel de endeudamiento interno histórico, con pobres 52 de cada 100 mexicanos (lo mismo de hace 20 años) hay muy poco que celebrar y mucho que rectificar.

En estas comparecencias ante la representación popular, suele ocurrir que los silencios tienen la fuerza de verdaderas declaraciones. Probablemente, le escucharemos al Sr. Presidente, hablar mucho de la confianza de los mercados en México gracias a las reformas logradas por el H. Congreso de la Unión, impulsadas desde su gobierno, y muy poco de la confianza ciudadana. Sin duda, les oiremos decir que lo peor se aleja, pero callarán que la desigualdad se queda con nosotros. Insistirán en que hay que perseverar en los esfuerzos, pero silenciarán que estos los seguirán soportando los de siempre y los beneficios también se los llevaran los mismos.

Creo que, a estas alturas, los mexicanos no estamos para juegos de palabras, y no me preocupa la denominación o los calificativos de crisis, desaceleración, crecimiento moderado, franca recuperación que elijan desde el ejecutivo para el momento que vivimos. Hay muchos mexicanos de 30 años que nunca han tenido empleo, no obstante sus títulos Universitarios en algunos casos, más que los terminajos de los políticos. Lo que debe preocuparnos es que este país deje de tener una política que solo les promete menos oportunidades, menos salarios y menos derechos y ningún futuro a las grandes mayorías.

No hay mayor ceguera que la de quien no quiere ver, ni mayor error que esperar obtener resultados diferentes repitiendo los mismos errores. En los últimos dos años y medio, el PIB solo ha crecido un pobre 1.5% en términos reales (descontado el crecimiento poblacional), mientras que EE UU nuestro socio comercial más importante crecía un 5,2%. Es evidente que en nuestro país no se han hecho bien las cosas. Perdimos la oportunidad de hacer frente a la crisis con políticas modernizadoras y podemos perder la salida de la crisis si no hacemos algo diferente. Por eso creo que necesitamos un cambio radical en la política económica mexicana. Y cambiar las cosas yendo a la raíz de los problemas Hoy, ser fieles a este país nos exige corregir todo aquello que no funciona para poder preservar lo que funciona. No es suficiente creer en México, hay que transformar a México.

De las cosas que no se dirán o se dirán quedito pero que harán gran estruendo, se encuentran sin duda, que el 53.8% de los niños que habitan en México son pobres y viven con al menos una carencia que les dificulta el correcto ejercicio de sus derechos sociales, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Pero además dentro de ese grupo de 21.1 millones de niños, niñas y adolescentes, (del cual cuando hablamos de ellos siempre nos llenamos la boca y lo llamamos nuestro bono demográfico), hay 4.7 millones 12.1% que vive en pobreza extrema, es decir, que tiene al menos tres carencias que le impiden disfrutar de sus derechos fundamentales.

“La pobreza en la infancia tiene características específicas que le dan a su atención y reducción un sentido de urgencia: la probabilidad de que se vuelva permanente es más alta que en el caso de los adultos, al igual que la posibilidad de que se reproduzca en la siguiente generación, además de que las consecuencias negativas que ocasiona son irreversibles en la mayoría de los casos”, indica el informe Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México, 2010-2012 que presentaron Unicef y Coneval.

Los resultados muestran que, como ocurrió entre 2008 y 2010, los niveles de pobreza infantil y adolescente son superiores a los que se presentan en adultos de entre 18 y 64 años de edad o de ancianos de 65 años o más es di nuestro pomposo bono demográfico es documento de deuda, no de capital. Los indicadores de carencia que son tomados en cuenta para determinar la pobreza de la población incluyen, además del ingreso familiar, el rezago educativo, el acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, acceso a los servicios básicos de la vivienda y el acceso a la alimentación.

Unicef y Coneval alertan que la menor proporción de personas pobres se encuentra en los hogares en dónde al menos dos personas tienen un empleo y en aquellos en los que la jefatura de casa cuenta con secundaria completa o mayor nivel educativo; pues en caso que de sólo tengan primaria completa, el porcentaje de pobreza es de 76%.

En cuanto a los pueblos originarios, en el 2012, 78.5% de la población indígena de entre 0 y 17 años vivió en situación de pobreza y 33.4% en pobreza extrema.

Coneval y Unicef alertan sobre la importancia de atender a este grupo en el que 93.5% de las niñas, niños y adolescentes tiene una o más carencias sociales. “Independientemente de la definición de población indígena que se utilice, las niñas, niños y adolescentes indígenas se encuentran en una desventaja significativa en el ejercicio de sus derechos sociales en comparación con la población no indígena. En el caso de la carencia por acceso a la seguridad social, por ejemplo, la diferencia entre la población indígena y no indígena menos de 18 años es superior a 20 puntos porcentuales (…)”.

Según la medición de pobreza entre menores de 18 años, pese a que según el Banco Mundial la economía mexicana tuvo un crecimiento anual promedio de 4.3% entre 2010 y 2012, esto no se reflejó en una disminución de pobreza. En el grupo de entre 0 y 17 años, en el periodo disminuyó la pobreza extrema de 14.0 a 12.1%, pero hay un incremento significativo en la pobreza moderada, que pasó de 39.7 a 41.7%; es decir, aumentó en dos puntos porcentuales.

Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, destaca que la cobertura de la población de niños y adolescente en temas de educación y salud ha avanzado, pero no ocurre lo mismo con la calidad. “En Coneval decimos con datos que ha mejorado la cobertura en educación y salud, lo que tenemos que mejorar ahora es la calidad en educación y servicios de salud”. Es decir como nosotros desde estas páginas ya lo hemos comentado, el gobierno debe de dejar de privilegiar cifras y mejor dispensar más atención a la calidad.

Otro reto es también el acceso a la alimentación, pues mientras en 2010 el 29.4% de la población de niños y adolescentes tenía carencia de este derecho, dos años después el indicador se mantuvo estático, sin mejorar para la población; por lo que en México continuamos con que tres de cada diez niñas, niños y adolescentes tienen limitaciones moderada o severas para acceder a una alimentación sana y variada por no contar con recursos económicos suficientes.

Hoy el país requiere forjar un nuevo pacto social por la competitividad, el trabajo y la cohesión social. Un pacto que convoque a la sociedad y la política en su conjunto, semejante al construido tras la expropiación petrolera por el Sr. General Lázaro Cárdenas y que sirvió para levantar una economía social de mercado que permitió el mayor periodo de prosperidad que México ha vivido. El pacto debe aspirar a construir un México competitivo que privilegie la preparación de sus trabajadores y la innovación de sus empresas, no por el recorte de salarios y derechos. Un México que sea un referente de sostenibilidad social y ambiental, que ponga las instituciones, empezando por la Secretaría de Hacienda y el Banco de México, al servicio de los ciudadanos y que dé prioridad a la creación y mejoramiento del empleo.

Que no daríamos porque en el informe se nos anunciara la gran reforma. Un golpe de timón, en que las finanzas ya no fueran objetivo y meta del esfuerzo nacional, y ahora lo fuesen las personas.

 


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