Viernes, 19 de Abril de 2024
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Semana del 28 de Noviembre al 04 de Diciembre 2014

Ayotzinapa y desapariciones crisis latente y manifestaciones

Ayotzinapa y desapariciones crisis latente y manifestaciones

Simón Vargas Aguilar



Sería muy desafortunado que ahora después de dos años de tarea legislativa, una mala decisión dentro del plan de acción para abordar esta crisis social, tire por la borda todo este esfuerzo.

Hoy cuando se cumplen 55 días de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sus padres y compañeros ha convocado a una nueva marcha nacional para exigir su aparición con vida y justicia para las seis personas que murieron el día de los hechos, tres de los cuales eran estudiantes, esta acción se realiza en el marco de la celebración del 104 aniversario de la Revolución Mexicana sin el tradicional desfile, que ya fue cancelado.

En días previos prestigiosos medios internacionales advirtieron en artículos, columnas y editoriales, que la crisis social en México se encuentra aún lejos de dirimirse, algunos fueron aún más severos como la revista The Economist, que sugirió que ésta coyuntura va de mal en peor, al igual que el liderazgo del presidente Enrique Peña Nieto quien deberá luchar por reconstruir la credibilidad de la sociedad en las autoridades.

En una nota publicada en The Washington Post, el periodista Joshua Partlow aseguró que la indignación en México se está transformando en “ira nacional” debido a la corrupción, cuatro días después en el mismo espacio afirmó que la política mexicana se encuentra en desorden y que dentro de nuestro país existe la percepción de que nadie está dirigiendo la “nave”, debido a la pasividad del gobierno federal ante el vandalismo en las protestas de los últimos días.

Asimismo en un artículo publicado por el diario español El País, se señala que actualmente se vive en el país “un ambiente político tan tóxico como el que se respiraba durante los peores momentos del gobierno de Salinas”, y el Financial Times por su parte criticó el desempeño del gobierno federal e indicó que “ha convertido a México en un polvorín de protestas cada vez más violentas y volátiles”.

Como ha sido anunciado se espera que este 20 de noviembre, arriben a la ciudad de México tres caravanas de familiares que partieron desde el fin de semana de distintas zonas del país, a las cuales a su llegada se le unirán estudiantes, sindicalistas, integrantes de organizaciones civiles y pro derechos humanos, entre otros miembros de la sociedad civil en una marcha multitudinaria que tiene como punto final el Zócalo capitalino.

Se ha puesto en claro que esta marcha no solamente busca justicia para las víctimas del caso Ayotzinapa, miles de personas marcharán para exigir respuesta por las más de 22 mil personas desaparecidas según las cifras oficiales difundidas por la misma Secretaría de Gobernación de la actual administración.

La protesta social es el medio para la expresión de una inconformidad, así como para evidenciar públicamente los conflictos y problemas que afectan a quienes ejercen este derecho ciudadano, el Estado tiene la obligación de proteger, respetar y garantizar su ejercicio, y está obligado a escuchar y buscar vías de solución a las demandas. Así es como se debería funcionar dentro de una democracia.

Algunas de las protestas por el caso de Ayotzinapa han sido cuestionadas por episodios de violencia, vandalismo y actos de rapiña, sin que las autoridades hayan actuado de una forma enérgica para detener estas violaciones a la ley, bajo la premisa de no caer en provocaciones. Esta reacción ha sido aplaudida y cuestionada por igual, por un lado se plantea que es contradictorio exigir justicia con acciones que violentan la ley, pero también se menciona que estos actos son realizados por infiltrados como una táctica de provocación orientada a justificar una posible represión.

Si bien no existen evidencias que comprueben esta última versión, sí se puede comprobar que los convocantes a las marchas y manifestaciones de las últimas semanas, han pedido a los asistentes no caer en provocaciones y en todas las ocasiones fueron los primeros en repudiar este tipo de actos vandálicos y exigir la captura de los verdaderos responsables, como está asentado en diversas notas periodísticas.

No obstante el mensaje está cambiando, hace un par de días en un discurso el presidente Peña Nieto manifestó que pareciera que las protestas violentas por el caso Ayotzinapa responden a un interés de generar “desestabilización, desorden social” y de “atentar contra el proyecto de nación” que se ha venido impulsando en su gestión.
Asimismo, ese mismo día el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, dijo que no se puede permitir que unos cuantos, “asumiéndose lastimados, como lo están todos los mexicanos... generen más violencia y lastimen a más mexicanos… Violencia no se combate con más violencia”, apuntó el funcionario.

La actual administración apostó su capital político para conseguir las reformas que según su proyecto de trabajo, ayudaran al país a transformarse y a crecer económicamente, así como lograr un escenario de seguridad y justicia plenas, sería muy desafortunado que ahora después de dos años de tarea legislativa, una mala decisión dentro del plan de acción para abordar esta crisis social, tire por la borda todo este esfuerzo.

 


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