Semana del 23 de Enero al 29 de Enero 2015

Lo que sigue para el PRI

Lo que sigue para el PRI

Fernando Díaz de Leon C.

Resuelto ya quien será el candidato del PRI a la gubernatura del estado, el reto electoral que enfrentará el 7 de junio próximo será formidable. El elegido no la tendrá fácil por el nivel de competencia que desde ahora se advierte, pero tampoco habrá que exagerar augurando que los comicios en cinco meses serán la madre de todas las elecciones, como luego suele instalarse como presagio.

El abanderado priista, seguramente tendrá ya en sus manos toda la información y una agenda completa que le permitirá hacer un recuento de los daños causados por las precipitadas decisiones en las propuestas de postulación de candidatos a diputados locales y presidentes municipales. Los más vivos, esperaron a la decisión final, pero otros acelerados, principalmente en los municipios, se fueron por la libre pero en blanco.

El precandidato, que es el término correcto y que además así hay que mencionarlo desde hoy y hasta el 14 de febrero, para no incurrir en riesgo de ser corregido por los santones priistas o de otro corte, ingresará a una etapa por demás crítica por el nivel de efervescencia política que se vive hacia el interior del estado y en la capital misma.

A muchos aspirantes a las diputaciones y presidencias municipales que ya se veían en la sede de los Cabildos o en el Congreso del estado los bajarán de las contiendas y, quienes menos esperaban ser considerados, tendrán la posibilidad de llegar por virtud de su trayectoria, cercanía y compromiso con el precandidato.

La negociación y la conciliación política con los grupos y corrientes dentro y fuera del partido, tendrá que privilegiarla el precandidato por lo menos durante las siguientes 72 horas. No hacerlo, le significará un enorme riesgo porque quienes se registraron a un proceso electivo o fueron designados directamente no sentirán ningún compromiso con el abanderado.

Se sentirán sobrados y sin paternidad alguna de su candidatura, de tal suerte que habrá que sentarlos y leerles puntualmente la cartilla y hablarles de la necesidad de transitar juntos por la misma banqueta y en la misma dirección si es que quieren conservar los espacios que tienen o buscan conquistar.

Superadas las dificultades y enfrentados los riesgos de fractura o amenaza de unos cuantos de abandonar el partido, porque al final del día no fueron los elegidos, el precandidato tendrá que tener muy claro su estrategia de organización interna. Primeramente la conformación de su equipo de trabajo, incluyendo a gente que tenga un verdadero compromiso por San Luis Potosí y no por un interés personal de proyectar, planear, abrazar futuros negocios, cargos o posiciones.

Tendrá que ser muy cuidadoso en su estrategia de comunicación social y propaganda. De ello dependerá,- en gran medida, el nivel de penetración-aceptación que se logre durante los siguientes tres meses, tiempo legal concedido por la ley para hacer campaña, y donde podrá demostrar en el más amplio contexto su conocimiento profundo de la realidad potosina, sus problemas de fondo o de raíz y la forma de enfrentarlos para resolverlos.

En esta parte, independientemente de la importancia que tiene una buena organización de campaña y lo más avanzado o sofisticado que exista de la ingeniería electoral, el precandidato deberá tener muy claro cuál deberá ser el contenido, el sentido y la profundidad de su discurso de campaña ante el electorado. El precandidato no puede salir a dar su primer mensaje con igual o más de lo mismo, tiene que ser diferente.

Hoy los ciudadanos observamos y escuchamos que el discurso priista, panista y perredista es literalmente el mismo. Los tres partidos principales han descubierto hoy el hilo negro y cada uno aborda el tema de la corrupción, la economía, la violencia y la situación de desigualdad como mejor le conviene. La retórica de la anticorrupción y la impunidad es la misma entre el PRI y el PAN, por ejemplo.

De ahí la importancia del despliegue de la arenga del precandidato. Discurso que a mi juicio, deberá romper desde el principio con los paradigmas de esa propuesta tradicional de plantear catálogos de buenas intenciones que luego con el tiempo se convierten en falsas expectativas o en promesas incumplidas.

Los problemas ahí están y todos los conocemos, y lo que se requiere es mostrar una visión de estado, o cuando menos tener una profunda sensibilidad social y política. Si el candidato del PRI, tiene el verdadero propósito de convencer para después vencer, lo primero que tendrá que hacer es incluir en el apartado central de su propuesta, cómo se propone recuperar la confianza y la credibilidad perdida entre la ciudadanía.

Esta será la parte crucial para convencer al electorado y para ello, tendrá que despojarse de la arrogancia que suele brotarles cuando se convierten en el abanderado del partido. El discurso en sí, habrá de mostrar de que está hecho el que nos quiere gobernar, no de lo que desearía hacer,- y para ello, deberá empezar por proyectar humildad, reconocer los errores del gobierno priista y convocar a un gran pacto social. De cómo lo haga, dependerá si llega o no.