Jueves, 25 de Abril de 2024
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Semana del 24 de Abril al 30 de Abril 2015

Campaña negativa y campaña sucia ¿Son lo mismo?

Campaña negativa y campaña sucia ¿Son lo mismo?

Víctor Manuel Tovar González



Iniciaron las campañas políticas por las curules de la H. Cámara de Diputados Federal, llamadas intermedias por ser estas efectuadas a la mitad de un mandato presidencial, aunque en algunos estados como en el nuestro, también se disputara la gubernatura y las diputaciones locales, lo que ha motivado una guerra de spots, donde se destacan los ataques entre partidos y entre candidatos. Poco duro la luna de miel que se llamó “Pacto por México”. Y ahora vino el divorcio con sus consecuentes dimes y diretes, no faltando voces que denosté la actividad político-electoral, considerando que esta se basa únicamente en ataques, y que de las campañas está ausente la propuesta.

Pero.¿Es lo mismo una campaña negativa que una campaña sucia? El que esto escribe considera que no. Y voy a intentar explicarle la diferencia amigo de “EMSA”.Muchos confunden campañas negativas con campañas sucias. Pero en realidad son dos estrategias completamente diferentes.Es simple, la campaña negativa resalta los errores y defectos del adversario, que es lo que vemos en este momento, cuando los panistas difunden las casas de los funcionarios del gobierno emanados del PRI, y sus ostentosas joyas (demostrado por los medios).

Y cuando los del PRI reviran con spots, donde se exhibe la podredumbre de gobernadores emanados del PAN así como la doble moral con que actúan sus legisladores (también demostrado por los medios), así mismo se exhibe la descomposición moral de los amarillos. Como se aprecia, la campaña negativa, estudia a los partidos y a los candidatos, los subraya ante el público, los pone en primer plano, los destaca y pone sobre ellos una inmensa lupa y un potente foco de luz.Busca que el público advierta el grave error que significaría votar por ese adversario. Y las consecuencias negativas que acarrearía. Busca informar con verdad, aconsejar y persuadir al público del error que se cometería votando al adversario.

Las campañas negativas son buenas, porque resaltan y amplifican errores, crean dudas sobre las capacidades del contrincante y, sobre todo, le confrontan con su autenticidad y honestidad, y con las supuestas contradicciones entre lo que piensa, dice y hace. Ahora o en el pasado. El objetivo de este tipo de campaña, es responsabilizar, advertir al elector del tremendo error que significaría votar por alguien que esconde parte de su identidad o reniega ocultando, distorsionando, camuflando o maquillando la que ha sido su trayectoria. Se trata de culpabilizar al elector si decide votar a un candidato que parece una cosa pero que en realidad es otra.Eso es una campaña política negativa.Podrá estar bien o mal hecha. Y sus efectos serán mayores o menores. Pero esa es su estructura.

Es la contracara de la campaña positiva. Que es la que resalta las virtudes del propio candidato y su partido. La campaña propositiva, que ofrece soluciones, que afirma, que propone. Pero cuidado. Es positiva cuando se conduce con verdad, porque cuando se miente al electorado sobre las virtudes positivas del candidato y cuando se miente sobre el cumplimiento de las ofertas políticas, la campaña se vuelve sucia.

La campaña sucia, mientras tanto, ataca al adversario. Pero lo hace no resaltando sus errores y defectos sino creándolos. La campaña sucia distorsiona la realidad, inventa, atribuye cosas que no son reales. Y lo hace a sabiendas, con el único objetivo de dañar al otro sin importar cuál sea el medio utilizado. Para ello no importa atravesar las fronteras de la ética, de la dignidad, y del decoro…No busca ilustrar al público ni prevenirlo.

Busca engañarlo. La campaña positiva y la campaña negativa se manejan dentro de las reglas de juego de la política y de la ética. Pero la campaña sucia no lo hace. Es necesario que se sepa, porque al saberlo, el ciudadano distinguirá que entre la campaña negativa y la campaña sucia hay una delgada línea roja que las separa y diferencia, y que los partidos y los candidatos éticos no la cruzaran.

Las campañas sucias, más que apartar, desbancar o descarrilar a un adversario, buscan destruirlo personalmente y, como consecuencia, políticamente. Mientras que en las negativas es la verdad la que se revela, en las sucias es la mentira, el libelo o, cuando no, es el delito contra la intimidad, la propiedad o la imagen personal lo que se utiliza.

No importan los medios, solo se persigue el fin. Y para ello se escarba en la vida privada con medios ilegales o amorales hasta conseguir fragmentos de realidad que puedan ser utilizados para construir un relato falso, pero altamente destructivo, ya que la calumnia se fundamenta sobre trazos verosímiles a los que se despoja de contexto e interpretación. Así, las campañas sucias, más que descubrir lo oculto, construyen una realidad imaginada sobre la base de mentiras a las que se fuerza hasta adquirir la naturaleza de prueba irrefutable o dato definitivo.

Además, si lo superficial o fragmentario no es suficiente para construir la historia premeditada y pensada en las cloacas de los equipos adversarios, no se duda en falsear, manipular e inventar datos, documentos y situaciones hasta que encajen en la calumnia diseñada. Se utilizan, especialmente, cuando el candidato a batir tiene una ventaja suficiente, imposible de recortar con estrategias positivas y negativas combinadas.

Solo cabe la destrucción para frenar lo imparable. Las campañas sucias como ya lo dijimos, desafían lo ético y lo legal. Y suman, en muchas ocasiones, alianzas económicas y políticas, de sectores refractarios o abiertamente hostiles a la candidatura que es degradada. Estas estrategias se mueven en las sombras de la conspiración, se nutren de fondos ocultos, cuando no delictivos, y son ejecutadas por mercenarios y profesionales sin escrúpulos que reciben buena recompensa por ello.

Así, estas maniobras no pueden ser atribuidas directamente al candidato que se beneficie de la desgracia ajena. Y, aunque no haya dudas sobre los hilos manejados y los intereses tramados, se evita, cínicamente, cualquier relación que comprometa o deje en evidencia la autoría intelectual de la fechoría material contratada o coadyuvada.

Desde una perspectiva del análisis político y democrático es que quienes están en el poder no utilicen la confusión entre campaña negativa y campaña sucia como un pretexto para suprimir evidencia inconveniente y opiniones disidentes. Los efectos de esta evidencia son variados: primeramente demuestran que las libertades deben privilegiarse sobre las restricciones y que el abuso de estas libertades no solamente deben ser castigados sino ser contenidos con normas positivas.

En suma, las campañas negativas son necesarias en el debate democrático, indispensables en el diseño de una campaña profesional y fundamentales como un elemento más de la constelación de factores que inciden en un triunfo electoral, pero no razón única del mismo.De otra manera, se corre el riesgo de reducir la diversidad de la información disponible para el electorado, quien al final es el que toma la decisión.

 


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