Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Los ojos son las ventanas del alma porque reflejan lo profundo de nuestro ser, comunican sin palabras nuestros sentimientos, convicciones y estados de ánimo. Prácticamente todos los estados del alma pueden ser expresados con la mirada: Indiferencia, enojo, culpa, vergüenza, ternura, rechazo, compasión, odio, lascivia, amor, tristeza y alegrÃa.
Recuerdo a Andrés, aquel joven pastor que Dios puso en mi camino cuando era yo un joven estudiante. Su mirada era más elocuente que todas sus palabras, parecÃa penetrar hasta los rincones más profundos del alma de tal forma que daba la sensación de que podÃa leer tus más Ãntimos pensamientos. Sin embargo no era una mirada que avergonzaba, tenÃa la virtud de comunicar una aceptación incondicional que invitaba al diálogo y a la búsqueda intensa de Dios.
¿Cómo serÃa la mirada de Jesús? ¿Qué comunicaba con ella? PodÃa fulgurar con ira y ardor santo como cuando limpió el templo de aquellos usureros mercaderes de la religión, o como cuando reclamaba a los fariseos su hipocresÃa, y falta de compasión por el prójimo.
Su mirada contempló el hambre de pan y de justicia de la multitud agobiada por los trabajos y las cargas impuestas por el abuso y la tiranÃa de quienes esclavizaban sus cuerpos y sus almas.
Sus ojos vieron el dolor de la gente en duelo como la viuda de NaÃn que se lamentaba de su hijo fallecido; sus ojos vieron Martha llorando por Lázaro su hermano que yacÃa en la tumba.
Sus ojos vieron llenos de compasión a los leprosos, lisiados y desfavorecidos de su tierra. Vieron a la viuda pobre echando todo su sustento en el arca de las ofrendas; vieron el terror de los discÃpulos cuya barca ya se hundÃa en medio de un mar tormentoso.
Sus ojos vieron con gran ternura a las madres le traÃan a sus pequeños para que los bendijera. Sus ojos vieron el rostro contraÃdo de odio de aquellos que le condenaron, de aquello que se burlaron de él, de aquellos que le condujeron al Calvario y lo clavaron en la cruz.
Sus ojos vieron con amor a los pecadores: A la Samaritana, a la mujer pecadora, a la mujer adultera, a Zaqueo el publicano, a MarÃa Magdalena. Antes que sus labios pronunciaran las palabras de perdón y aceptación, su mirada les comunicó el amor del Padre que de pura gracia nos perdona y nos recibe.
¿Qué comunican nuestras miradas? ¿PodrÃamos pedir a Jesús que inspire su amor en nuestra vida? ¿PodrÃamos pedirle que haga fluir EspÃritu su amor en nuestros corazones?
¿PodrÃamos pedirle humildemente que nos conceda tener una mirada que comunique alegrÃa, paz y aceptación?
Tal vez como aquel recordado pastor de mi juventud, otros podrÃan evocar en nuestra mirada la propia mirada del Señor.
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