Rodolfo del Ãngel del Ãngel
El mundo está envuelto en sombras, doquiera se escucha la nota discordante, del odio, la violencia, la exclusión y la indiferencia.
Muchos son los motivos para ceder a la desesperanza. Para qué hacer el bien, si la maldad parece prevalecer sobre bondad, para que intentar si quiera tratar de cambiar las circunstancias si nuestros pequeños actos de generosidad y de amor parecen perderse en la inmensidad y la negrura de un océano de mentiras, egoÃsmo y odio ¿No debiéramos, ante esta realidad que parece imposible cambiar, preocuparnos sólo por lo propio?
Yo sé, Padre, que muchas oraciones se elevan a ti en tono de reclamo. Sé, también, que no sólo escuchas con infinita paciencia esas oraciones, sino que, además, nos devuelves el reclamo hecho llamado y compromiso.
Tú eres bueno, tú no creaste la maldad, nosotros, tus criaturas rebeldes la creamos. Ahora, quienes hemos sido renacidos en Cristo por tu gracia y regenerados por tu EspÃritu, somos convocados a construir solidariamente en la historia ese mundo nuevo que ya has hecho presente entre nosotros por Cristo y que, paso a paso, a través de todas esas sombras espesas que ocultan el horizonte del futuro, lo llevas hacia la plenitud.
Por eso, en este dÃa, quiero darte gracias por todos aquellos que comparten tu proyecto y tu visión y no se distraen dejándose agobiar por lo pasajero, por lo que no puede tener realidad eterna.
Por eso Padre, hoy te doy gracias. . .
Por las manos que acarician y comparten.
Por los corazones que no renuncian al amor y lo hacen cada dÃa servicio generoso, desprendido, gozoso.
Por aquellos y aquellas que construyen la paz y la justicia.
Te doy gracias. . .
Por aquellos que han recuperado el candor y la decencia.
Por los que practican la humildad y encuentran su perfecta alegrÃa en hacer felices a otros.
Por los pies que andan el camino para ir allà donde el hermano y la hermana los necesitan.
Por los que ven en cada prójimo a un hermano, y han aprendido a amar aún al enemigo y hacer el bien a quien hace mal.
Gracias, Padre, por aquellos que con sus actos y su entrega apasionada a los demás nos recuerdan que hay dignidad en toda persona.
Por aquellos que nos hacen tener presente por su acción y compromiso que, en medio de toda la terrible confusión y dolor en este mundo, tu Hijo sigue caminando entre los hombres haciendo la historia.
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