Sábado, 20 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 15 de Septiembre al 21 de Septiembre de 2017

El trabajo de tu gracia

El trabajo de tu gracia

Rodolfo del Ángel del Ángel



Señor, tu has dicho que somos vides en el campo de tu Padre, y que siempre estás trabajando en la vida de tus discípulos para que estén en la mejor condición de fructificar. Claro que las vides están justamente para eso, para dar fruto, y uno que sea de la mejor calidad. Vaya trabajo paciente y constante el tuyo Señor, y mira que lo digo por mí ¡Aún hay tanto que hacer en mi vida para convertirme en el discípulo que tu esperas que sea!

Si, Señor, hay muchas ramas secas e inútiles que retirar: deseos, debilidades, actitudes, malos hábitos, en fin, la lista es larga.

¿Por dónde comenzaras esa paciente y necesaria labor? Tengo que agradecerte, Señor, que te fijes en mí. No es la primera vez que te pido que trabajes en mi vida, ¡Cuántas veces haz retirado las mismas hojas y ramas inservibles y yo en mi vanidad y negligencia he dejado que vuelvan a crecer! ¿Por qué los sigues haciendo? ¿No hace tiempo ya tu divina paciencia debiera haber claudicado de tarea tan inútil?

Pero no, Señor, mientras yo cuestiono y me quejo, tú sigues callado, constante, amoroso el proceso de limpieza en mi vida ¿Qué ves en mi que yo no advierto? Señor, sé que me conoces mucho más de lo que yo me conozco a mí mismo. Esperas de mi lo bueno, el mejor fruto. Quieres ver ramas vigorosas, hojas verdes y llenas de vida y un fruto abundante que haga valer la pena tu divino interés.

Te confieso, Señor, que con frecuencia me dejo llevar por el conformismo y la derrota, no es que no haya tratado de cambiar, o que no esté consciente de lo que tú deseas de mi vida. Con todo mi corazón quiero amarte y servirte, darte lo mejor de mi tiempo, de mi vida, mi entera dedicación, menguar para que tu crezcas en mí, pues nada menos que eso mereces tú, dueño de mi vida, tú que me haz rescatado del desierto de una existencia sin sentido para plantarme en el viñedo de tu propio jardín. Pero mi voluntad falla, mis esfuerzos resultan inútiles, mis empeños terminan en fracaso, y así Señor, termino siempre derrotado.

Pero tú sigues paciente trabajando en mi vida, y es ahora que comprendo que es sólo tu gracia de la que dependo, me pides permanecer, recordar que ya estoy limpio por tu palabra liberadora, amable, redentora y que no estás dispuesto a renunciar y perder aquello que tanto trabajo te ha costado ganar. Dame humildad, ayúdame a confiarme a tu cuidado, a permanecer en ti, a dejar que esa gracia tuya que me salvo, ahora siga trabajando en mi vida, en este carácter difícil y complicado, hasta que tu gracia me transforme por completo, y hayas quemado las malas escorias de mi vida.

Gracias, Señor, por tu amor, por tu trabajo constante, por lo que vez en mí que yo no veo, por lo que soy ahora, pero sobre todo por lo que harás de mí. Aunque el proceso sea doloroso, sigue trabajando en mí, te necesito tanto Señor y me pongo en tus manos.

 


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