Rodolfo del Ãngel del Ãngel
Cuando la muerte nos rodea como ahora y vemos nuestra tranquilidad amenazada cada dÃa y nuestro futuro hipotecado nos preguntamos. . . ¿hay razón para creer?
Cuando las voces pesimistas nos acosan con su canto de desesperación y abundan los discursos engañosos que adormecen a la gente con falsas promesas nos preguntamos. . . ¿hay razón para creer?
En un mundo lleno de odios, murallas, fronteras y lÃmites que separan, violencia absurda y guerras que se justifican con mentiras que se disfrazan de verdades. . . ¿hay razón para creer?
En medio de terribles tragedias naturales con una incontable lista de muertos y desaparecidos, en medio del hambre de millones, en un mundo dominado por la inequidad, el egoismo y las injusticias. . . ¿hay razón para creer?
¡Hay razón para creer porque Dios creyó!
Creyó que del polvo de nuestra miseria una nueva creatura podia surgir.
Creyó que valÃa la pena invertir en esa criatura tan amada y tan indigna para llamarla desde un camino de muerte a la senda de la vida.
Creyó que una nueva humanidad reconcilada podrÃa traer al mundo, en medio del pecado, la tragedia y la muerte la presencia de su reino de amor, justicia de reconciliación paz.
Creyó que un proyecto de amor podrÃa ser la alternativa para consumir los odios y los egoÃsmos, derribar las murallas que separan, ya hacer del pan del mundo un pan común que sirve a la mesa donde todos tienen un lugar.
Creyó en ese proyecto de redención de tal manera que se arriesgó a asumir la humanidad en su Hijo para traer a nuestra historia el poder transformador de su presencia.
Por su cruz, su muerte y su resurrección los poderes que amenazan la vida están vencidos, ahà donde hay muros y fronteras que dividen él ha abierto nuevos caminos y tendido puentes que comunican y acercan, ahà donde el pecado y el egoismo dividen, él ha traÃdo reconciliación, paz y comunidad.
Ahà donde la muerte parece dominar, el está presente como el Vencedor, el Resucitado, el que dice que la última y definitiva palabra la tiene él y esa palabra es vida, futuro abierto hacia una esperanza cierta.
Por eso vale la pena creer, por eso vale la pena aguardar llenos de confianza, por eso vale la pena trabajar por la paz, la justicia, la redención la reconciliación, ¡esos son los verdaderos poderes! Los que no pueden ser vencidos.
Vale la pena creer porque como pueblo nuevo anunciamos en el presente lo que aguardamos, y vivimos con tal fe como si el reino de Dios ya estuviera realizado plenamente. Amamos y servimos como comunidad, en amor, en acción transformadora, en anuncio y presencia de una esperanza activa porque el poder de la vida que está en medio de nosotros por Jesucristo nos convoca a la confianza, a la construcción, a la misión, al anuncio del mundo nuevo.
â¡Yo estoy con ustedes!â âdice el Señor, con ustedes padezco, muero y resucito, pueblo mÃo, pueblo nuevo.
Pore eso, mis hermanos, ¡Hay razón para creer!
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