Semana del 30 de Diciembre al 05 de Enero de 2017

Generosidad

Generosidad

¿Quién es la persona verdaderamente generosa? Tal virtud está relacionada sin duda con la disposición de dar, de compartir. Pero no todo el que da es verdaderamente generoso. Hay quien da lo que no necesita, o lo que le sobra de su abundancia. Hay quien da lo que no sirve. Hay quien da lo que previamente le ha quitado a otros. Por más costosa o abundante que parezca a dádiva, tales formas de dar no son verdaderamente generosidad.

El diccionario de la Real Académia de la Lengua Española define generoso(a) a la cualidad o carácter de una persona como dadivoso, franco, liberal. Que obra con magnanimidad y nobleza de ánimo. Aún esta definición no nos aproxima a lo que es realmente la generosidad.

En el Nuevo Testamento la palabra generosidad viene del Griego "eulogía" que significa también bendición y don. Pablo la utiliza por ejemplo cuando insta a los hermanos de Corinto para colaborar con una ofrenda a fin de aliviar la necesidad de la iglesia hermana de Jerusalén que atravezaba por condiciones muy precarias, de acuerdo a ello el apóstol insta a los creyentes corintios a dar no como una exigencia de parte de él, quien puede invocar la autoridad apotólica, ni tampoco porque fuera exigido por los apóstoles mismos en Jerusalén; para que su dádiva fuera realmente un gesto cristiano debria ser con "eulogia," es decir generosamente y no sintiéndose absolutamente presionado por una autoridad o circunstancia externa. Es decir, la generosidad nace del corazón, de la voluntad, del deseo de bendecir a otros, no porque tengamos la pretension de ser superiores, o estar en ventaja, o porque tal acción alivia nuestra conciencia, sino porque simple y sencillamente bendice otras vidas y nos hace ser solidarios con su necesidades.

No podemos subestimar la importancia que esta cualidad tiene en la práctica cristiana. La generosidad como evidencia de nuestra fe sera la norma objetiva con la cual seremos juzgados ante el mismo tribunal de Cristo: Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme" (Mateo 25:34-36).

No cabe duda que la práctica de la generosidad establece la diferencia entre el discurso y los hechos, entre el creer y actuar conforme a lo que creemos, entre pretender y ser. Es interesante notar que aquellos que reciben estas palabras de reconocimiento de parte del Rey quedan sorprendidos, en realidad ignoran que habían estado haciendo todo ese bien. Para quienes siempre estás dispuestos a compartir el ser generoso resulta algo natural, no pueden entender que se pueda vivir de otra manera.

La mejor definición de lo que es generosidad la escuché de un querido maestro que se refería a la íntima satisfacción de dar sin que el beneficiado o bendecido por la dádiva se dé cuenta, y aún tú te sientas gozoso y privilegiado de poder compartir lo que después de todo no es tuyo, sino de Dios.

Claro que si todo descubriéramos la generosidad y la practicáramos, este mundo sería lo opuesto de lo que ahora es. Pero, podemos empezar a realizar el milagro practicando la generosidad y viviendo conforme a las palabras expresadas por San Pablo: En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35).