Semana del 27 de Julio al 02 de Agosto de 2018

Los frentes de fin de sexenio

Los frentes de fin de sexenio

Juan Veledíaz

El desgaste podría medirse por el número de bajas, algo que se puede dimensionar con el registro de ataques a las tropas que patrullan varias ciudades del interior del país. El dato que en los últimos 11 años el ejército ha sido blanco de más de cuatro mil ataques armados de la delincuencia organizada en todo el país no es banal. Sobre todo, cuando más de la cuarta parte de esos tiroteos se han dado en Tamaulipas. Los datos son reflejo de cómo cierra el sexenio, casi seis años ya donde la milicia se convirtió en el último recurso para garantizar la gobernabilidad al quedar los cuerpos de seguridad locales rebasados.

Son los saldos del paramilitarismo y del boquete que se abrió ante la ola de deserciones en el ejército que caracterizó el sexenio de Vicente Fox y Felipe Calderón. Fueron en esos años cuando las fuerzas armadas se vieron mermadas por la salida de oficiales con preparación contrainsurgente y entrenamiento en operaciones especiales, lo que les dio ciertos conocimientos tácticos a las bandas armadas al servicio de la delincuencia organizada. De aquellas defecciones, hoy día ya se tiene otra lectura.

Un informe de la secretaría de la Defensa Nacional publicado hace unos días por el periódico Reforma registró que del año 2007 a junio del 2018 los elementos del ejército han sido blanco de cuatro mil 324 agresiones armadas atribuidas al crimen organizado. De este número poco más de mil 900 se registraron en Tamaulipas, cuna del paramilitarismo al servicio de la delincuencia organizada cuyo eje central de sus negocios parte del tráfico de drogas, el trasiego de indocumentados y la extorsión.

Buena parte de esos ataques a las tropas se han dado en la llamada “frontera chica”, y en el municipio de Nuevo Laredo. La primera comprende los municipios de Mier, Camargo, Nueva Ciudad Guerrero y Miguel Alemán, que junto con Reynosa –el municipio más poblado de todo el estado con poco alrededor de un millón de habitantes–, forman parte de las ciudades donde se asentaron las bandas armadas más beligerantes que se incubaron y alcanzaron su máxima expresión durante los gobiernos de Tomás Yarrington Ruvalcaba (1999-2005) y Eugenio Hernández Flores (2005-2011), dos ex gobernadores priistas presos por presuntos vínculos con la delincuencia organizada y acusados en cortes del sur de Texas de formar parte del entramado criminal que facilitó la toma del control del crimen de la vida y gobierno en esa entidad.

Otras geografías problemas similares

Los ataques del crimen al ejército también se han dado con igual beligerancia, pero en menor media en Chihuahua, Sinaloa y Guerrero, entidad ésta última donde el papel de la milicia ha generado suspicacia ante su comportamiento poco efectivo frente a las mafias del crimen.

Caso contrario en Sinaloa donde las bajas en el sexenio de Enrique Peña Nieto fueron aparejadas por la cacería contra Joaquín El Chapo Guzmán y su antagónico, Fausto Isidro Meza Flores alias “el Chapo Isidro”. La prensa local registró la aparatosa emboscada de finales de septiembre del 2016, cuando cinco soldados fallecieron tras un ataque coordinado presuntamente por las huestes de Iván Archibaldo Guzmán Salazar, hijo del capo extraditado a Nueva York.

La madrugada del pasado domingo 22 de julio se reportó una fuga de dos reos del penal de Culiacán, uno de ellos fue Julián Grimaldi Paredes, capturado el año pasado acusado de haber participado en la emboscad del 30 de septiembre contra elementos del ejército en la salida norte de la capital del estado.

El reporte de las autoridades del por qué Grimaldi se encontraba en un penal donde en marzo del 2017 se dio otra fuga de cinco reos considerados de alta peligrosidad, se basó en que un juez federal le otorgó un amparo para evitar su traslado a algún penal federal de mayor seguridad.

Con esta resolución en la bolsa, era cuestión de tiempo para que el interno saliera por la puerta grande, como ocurrió el año pasado con los evadidos del mismo penal, entre los que estaba Juan José Esparragoza Monzón, hijo del supuestamente fallecido capo Juan José Esparragoza Moreno.

Para algunos editorialistas el que los autores del ataque permanezcan impunes, algunos de ellos abatidos por el ejército en enfrentamientos como Francisco Chimal, fugado el año pasado, refleja la poca efectividad del sistema penitenciario para reguardar a reos de alta peligrosidad. Algo en lo que Sinaloa se asemeja a Tamaulipas y Chihuahua.

Porque en la zona serrana de Chihuahua, los ataques armados han sido pocos, pero muy aparatosos. De igual forma en Ciudad Juárez los momentos de beligerancia entre las bandas criminales llegan a disparar a la alza el registro de asesinatos, como ocurrió el pasado fin de semana cuando se contabilizaron al menos 12 casos.

Es en estas entidades donde la presencia de las tropas en las calles pocos cuestionan. Los mismos gobernadores han reiterado que es de vital importancia su presencia, aunque en el caso de Tamaulipas las desavenencias con el mandatario estatal hayan repercutido en la cancelación del plan de coordinación por falta de pago, lo que se reflejó en un repliegue de las tropas y la vuelta a sus bases en el interior del país desde la primavera pasada.

Ahora con Reynosa como foco rojo, el ejército y la marina han dado la cara por el gobierno en un intento por garantizar la vida cotidiana de los habitantes de esta ciudad. Es una de esas realidades con las que se apresta a cerrar el sexenio, en uno de los varios frentes que el ejército tiene abiertos en todo el país.

witter. @velediaz424
sitio web. Estadomayor.mx