En un México que se niega a despertar del letargo, la violencia en Sinaloa se ha convertido en un paisaje tan común como los cerros que rodean Culiacán. La situación es crítica, y la reciente ola de violencia pone de manifiesto la profunda inoperancia gubernamental en uno de los estados más golpeados por el narcotráfico. Juan Manuel Partida, periodista de Alto Parlante en Culiacán, nos ofrece un análisis detallado y sincero sobre lo que realmente está ocurriendo en Sinaloa, y cómo las políticas de seguridad del actual gobierno han fracasado rotundamente.
EL JUEVES NEGRO DE CULIACÁN: OTRO EPISODIO DE LA NARCO-REALIDAD
Sinaloa vivió otro episodio de violencia que se suma a la larga lista de tragedias que han azotado al estado. Sin embargo, lo que llama la atención no es solo la magnitud de la violencia, sino la evidente incapacidad de las fuerzas de seguridad para contenerla. Según Juan Manuel, los criminales en Sinaloa parecen tener el don de la invisibilidad, o al menos eso parece cuando observamos la incapacidad de las autoridades para atraparlos. Este patrón se repite una y otra vez: operativos militares y policiacos con helicópteros artillados, disparos de ametralladoras de alto calibre y, al final del día, los delincuentes siguen libres. La pregunta que surge es inevitable: ¿Cómo es posible que con todo este despliegue de fuerza, no se logre detener a nadie?
La respuesta, según Juan Manuel, podría estar en la política de "abrazos, no balazos" del gobierno federal. Esta estrategia, que supuestamente busca reducir la violencia mediante el diálogo y la atención a las causas profundas del crimen, ha demostrado ser insuficiente, si no contraproducente. En Sinaloa, esta política parece haberse traducido en una permisividad que raya en la complicidad. El gobierno federal ha sido claro en su postura de no perseguir a los narcotraficantes, argumentando que son seres humanos cuyos derechos deben ser respetados. Sin embargo, esta política ha dejado a la población indefensa ante el poder del crimen organizado.
LA VERGONZOSA REACCIÓN DEL GOBERNADOR RUBÉN ROCHA
El papel del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, en esta crisis ha sido objeto de fuertes críticas. Pocas horas antes de que se desatara la violencia del jueves, Rocha declaró públicamente que las advertencias del gobierno de Estados Unidos sobre la violencia en Sinaloa eran exageradas. En un intento por minimizar la situación, afirmó que todo estaba bajo control. Pero la realidad se encargó de desmentirlo de la manera más brutal posible. Durante el caos, Rocha insistió en que la violencia no había ocurrido en Culiacán, sino en sus alrededores, como si eso hiciera alguna diferencia para las personas atrapadas en medio del conflicto.
La reacción del gobernador ha sido calificada como cínica y despectiva por muchos, incluyendo a nuestro colega Juan Manuel. Mientras los negocios cerraban temprano y la gente corría a sus hogares en medio del pánico, el gobernador pedía calma y aseguraba que todo estaba bajo control. Sin embargo, los hechos hablan por sí mismos: vehículos quemados, rutas de transporte urbano suspendidas, y una población aterrorizada. Es evidente que las palabras del gobernador no bastan para tranquilizar a un pueblo que ha sido testigo de la ineficacia de su gobierno para enfrentar el problema del narcotráfico.
LA NARCOPOLÍTICA: UNA REALIDAD INELUDIBLE
El análisis de Juan Manuel Partida no se limita a los eventos de un día en particular. Nos ofrece una visión más amplia de la realidad en Sinaloa y en México en general. La narcopolítica es una realidad ineludible en muchas partes del país, donde el crimen organizado no solo controla territorios, sino que también tiene una influencia significativa en la política. Juan Manuel señala que el crimen organizado cobra derecho de piso y extiende su influencia sobre candidatos, presidentes municipales, gobernadores, y hasta senadores y diputados. En este contexto, la estrategia de "abrazos, no balazos" parece ser poco más que una excusa para no confrontar directamente al narcotráfico.
Con el final del mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador a la vista, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué podemos esperar del futuro? Juan Manuel no es optimista. La posible llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia no promete un cambio significativo en la estrategia de seguridad. De hecho, muchos temen que la situación pueda empeorar. La solución propuesta por el gobierno, que se centra en atender la pobreza para reducir la violencia, no aborda el problema central: la falta de persecución y castigo para los criminales.
EL INCIERTO FUTURO DE RUBÉN ROCHA
El futuro del gobernador Rubén Rocha también es incierto. Los rumores sobre su salud, que sugieren que podría tener un cáncer terminal, han alimentado las especulaciones sobre su posible salida anticipada del gobierno. Aunque esto no es más que un rumor, en un estado como Sinaloa, donde los rumores a menudo reflejan la realidad, no es algo que pueda descartarse a la ligera. La lógica y el sentido común indican que podría haber problemas serios en su administración, y su posible salida por motivos de salud podría ser vista como una "salida digna" en medio de la crisis.
UN LLAMADO A LA ACCIÓN
El panorama en Sinaloa es desolador, y la situación no parece mejorar en el corto plazo. La violencia sigue siendo parte del día a día, y la respuesta del gobierno ha sido insuficiente. Es urgente que se tomen medidas más efectivas para enfrentar al crimen organizado y proteger a la población. No podemos seguir confiando en políticas que han demostrado ser ineficaces. Es hora de que el gobierno, tanto a nivel estatal como federal, asuma su responsabilidad y actúe con la firmeza que la situación requiere. El pueblo de Sinaloa, y de México en general, merece algo mejor.
La narco-realidad que vive Sinaloa no puede ser ignorada ni minimizada. Es una situación que requiere una respuesta contundente y efectiva, y cada día que pasa sin que se tomen medidas adecuadas es un día más en que la población sigue sufriendo las consecuencias.
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