Julián DÃaz Hernández
Nuño Beltrán de Guzmán no quiso en realidad darnos un sitio donde vivir: Solo estaba ocupado en recuperar todas las extensiones territoriales que fueran posibles antes de que le notificaran que una Real Cédula fechada el 20 de abril de 1533 le habÃa quitado la gobernación de Pánuco. Fue asà como el 25 de julio llegó a la región a fundar la Villa de Santiago de los Valles de Oxitipa, establecida en un emplazamiento estratégico.
Si acaso hay que reconocer que el español fue inteligente al elegir la confluencia de diversos valles, lo que le aseguró al naciente poblado una situación geográfica preeminente, complementada con el caudaloso rÃo que pasaba a un costado, y que le suministrarÃa de agua. Eran caracterÃsticas que lo hacÃan muy superior a la de la ubicación del antiguo pueblo de Oxitipa (cerca de Aquismón) en los tiempos de Moctezuma Xocoyotzin.
No obstante, es difÃcil olvidar que en su intento de subsanar la ausencia de tesoros -oro y plata- que no encontró en sus expediciones, Nuño de Guzmán se dedicó a la venta de indÃgenas huastecos a los que convirtió en esclavos, para cambiarlos por caballos y otros objetos. No le importaron el despoblamiento ni las muertes, pero el hecho si contó para los historiadores, que casi cinco siglos después siguen sin perdonarle sus atrocidades.
Por ello la conquista más significativa fue la religiosa -con fray Andrés de Olmos a la cabeza- y para muestra basta la parroquia, concluida en 1607. Valles y la huasteca, pertenecÃan en el aspecto religioso al Arzobispado de México, y su población, como la del resto de la Nueva España, se formaba por tres razas principales: indÃgena, blanca (españoles), y negra.
Cuando la Guerra de Independencia, las escaramuzas no llegaron hasta Valles porque las fuerzas realistas asentadas no permitieron ningún movimiento a los rebeldes. El 6 de agosto de 1821 se juró aquà el Plan de Iguala, y con el cambio de gobierno y de organización polÃtica, desapareció la intendencia de San Luis PotosÃ, formándose el estado con éste nombre y las alcaldÃas mayores de San Luis, Guadalcázar, Charcas, Venado y Valles.
El final de 1846, en plena etapa de la Invasión Norteamericana, descubrió a unos huastecos aguerridos, rechazando en âEl Pujalâ a los invasores estadounidenses. Sin embargo, años más tarde (1854) al establecerse el Imperio de Maximiliano, Valles se adhirió a él, hasta a finales de 1866 en que fue ocupado por las fuerzas republicanas encabezadas por Benito Juárez.
ParecÃa que poco se podÃa apostar al desarrollo, pero un compadrazgo influirá en ello. Fue asà como la relación entre el gobernador Carlos DÃez Gutiérrez y el presidente Porfirio DÃaz, traerÃa como consecuencia el ferrocarril (1890), que en materia de comunicaciones se sumaba al telégrafo (1886); todo empezó a girar en torno al tren y la estación, desde donde se tenderÃa (en 1905) el tranvÃa a lo largo de lo que es hoy la âPedro Antonio Santosâ.
Con la llegada de los españoles a principios del siglo pasado, Valles tuvo un detonante más al generarse la comercialización y proyectarse la cultura, asà como la gestación del deporte. Al paso de los años, esta ebullición empresarial desencadenarÃa en la creación de negocios varios, desde cinemas, imprentas, embotelladoras de refrescos, madererÃas, hasta periódicos de contenido diverso.
Antes de ello, Valles debió someterse a otro estancamiento, ahora por las batallas revolucionarias (1914) y a una epidemia maligna de gripe (1919), que de paso darÃa âhuéspedesâ al panteón que un año antes (1918) se mudaba de lugar. Aún asà hubo lugar para innovaciones como la instalación del generador del fluido eléctrico de los hermanos Oliva (1920) que dejó detrás la luz de los quinqués.
La ciudad despertaba el interés de más emigrantes, como los japoneses (1926), y el progreso se acrecentaba con la instalación de la imprenta (1928); también fue publicado el primer periódico (1930), se creó el cine sonoro (1931), llegó la odontologÃa (1934), quedó inaugurada la carretera nacional México-Laredo (1936), y ello derivó en la instalación de grandes hoteles, asà como a la agrupación de comerciantes en la Canaco (fundada ese año).
Pese a más hechos sangrientos como la matanza del 3 de octubre (de 1937), se fundó el Club Rotario y el primer mercado (ambos en 1938), se estableció el primer servicio de autobuses (1939), concluyó la instalación del sistema de agua potable (1940), se crearon instituciones bancarias (1941), fue instituida la Cruz Roja (1942), y el municipio recibió en el poniente al máximo comediante mexicano: âCantinflasâ (1943).
Se escuchó la primera radiodifusora (1944), inició la construcción de la Catedral (1945), inició clases la Escuela Secundaria de las Huastecas -antecesora de la âPedro Antonio Santosâ- (1946), quedó concluida la carretera de Tampico a Valles (1947) que se inaugurarÃa dos años después, y fue ubicada la compañÃa âHidroeléctrica del RÃo Micosâ (1949).
En las décadas siguientes se establecieron industrias como la destilerÃa Huasteca (1952), construyeron la carretera a San Luis (1953), fue inaugurado el Hospital Regional (1955), erigida la Diócesis de Valles (1960), se creó el escudo oficial del Municipio (1962), se establecieron el ingenio âPlan de Ayalaâ (1963) y la planta cementera (1966), mientras se modernizaba la red de telefonÃa local (1968).
En los setentas quedó fundado el cuerpo de bomberos (1970), funcionaron el Cecyt y la Preparatoria (1973), y abrieron sus puertas la primera biblioteca (1974), y el primer museo (1978). Además, entre 1977 y 1979 se darÃa una transformación a la ciudad con el bulevar México-Laredo y la modernización de la plaza principal, que desde los cuarentas ya habÃa adquirido un innovador aspecto.
Con las nuevas escuelas ITA 22 y el Conalep (1980), los ochentas tropezaron sin embargo con la pérdida de personajes como âEl Negro Marcelinoâ (1981) y âEl Padreâ Xavier (1984). En contraparte se puso en marcha el futbol profesional (1987), e inició la modernización de la carretera Valles-Rioverde para convertirla en bulevar (1989), al tiempo que se trabajaba en el Libramiento y la rehabilitación de la avenida âHidalgoâ (1990).
Con aviario (1991), y Coordinación de Gobierno Estatal (1992), en los noventas la lucha por la ecologÃa dio frutos al construirse la primera planta tratadora de aguas residuales (1993), y decretarse a Tanchipa como reserva de la biósfera (1994). También hubo espacio para la salud, con el Hospital General (1995); y para la cultura, con la puesta en marcha del Primer Festival de las Huastecas (1996), en el Centro Cultural inaugurado dos años atrás.
Pese a sus controversias polÃticas de inicio, el presente milenio nos recibió con una nueva carretera estatal a El Naranjo (2000), dos incipientes maquiladoras (2002), varias salas de cine (2003), modernas tiendas de autoservicio (2004), flamantes hospitales del Seguro Social y del ISSSTE (2005), y un distribuidor vial en la entrada poniente de la ciudad (2006).
La oposición panista regresó al gobierno local (2009) con sus puentes de la polémica como âSanta Rosaâ y âEl Detalleâ, al tiempo que la justicia estatal estrenaba instalaciones, hecho que no le servirÃa de incentivo para enfrentar la impunidad criminal que se desató (2010) y la inseguridad que enlutó hogares y ensangrentó la historia (2011).
Enmarcados en una relativa pacificación, (en 2012) nuevos proyectos comerciales de tiendas de auto servicio y cadenas nacionales e internacionales fructificaron, lo cual ha generado un cambio de imagen a la ciudad, aderezada por la continuidad de los bulevares rumbo al este y al sur (2013), cuya construcción âsin embargo- no quedó libre de las infaltables polémicas.
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