Martes, 23 de Abril de 2024
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Semana del 03 de Julio al 09 de Julio 2015

El Payaso Bebelín... el hombre detrás del maquillaje

El Payaso Bebelín... el hombre detrás del maquillaje

Alfredo Lara Álvarez



El contador privado que decidió hacer feliz a los niños.

Bah, seti tu forse un uom? Tu sei Pagliaccio!
(Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?, ¡Tú eres payaso!) .- il Pagliaccio.

Con el paso cansado, la mirada un poco perdida, pero con el corazón alegre, Juan José Silva Vera, el payaso Bebelín acude día con día, por necesidad y por pasión al arte, a ganarse un peso para sobrevivir, para subsistir, para poderse comprar un taco, o en el peor de los casos una sopa "Maruchan" que es para lo que puede alcanzar en ciertas ocasiones, ofreciendo las suertes de malabares con la concentración de quien realiza un acto escapista, pero con el rostro alegre, para mostrar lo que para él es un arte, una profesión, el sacar una sonrisa a los niños, a los conductores, y, ¿por qué no? Obtener una moneda, que es prácticamente el extra del día.

La Delegación Cuauhtémoc, en el Distrito Federal, fue quien lo vio nacer, crecer y estudiar hasta la academia privada que le brindó la oportunidad de estudiar esa carrera de contador privado, aquellas academias tan sonadas en los años 70 y que muchos de quienes rondan edades entre los 50 y los 80 como él que tiene 58, pudieron cursar, aquellas en donde se podía contar con docentes tan estrictos que te hacían aprender hasta la letra muerta. El cambio fue decisivo, aquel que "siempre fue un payaso" en su familia, decidió emprender el viaje en su carrera profesional, como productor de sonrisas, ese que lo ha traído a Valles, luego de recorrer ciudades como Oaxaca, Morelia, Cuernavaca, Matamoros, Reynosa, hasta San Luis Potosí, donde le vino a la mente, Bebelín, su nombre artístico, luego de notar que causaba mucha risa precisamente a los bebés, pues antes no tenía apelativo alguno, solo era "el payaso".

Vesti la giubba e la faccia infarina.
(Ponte el traje y la cara en harina.) il Pagliaccio

Con varias pelucas en su haber que ha logrado adquirir ya sea porque se las han regalado o las ha podido adquirir en locales de productos baratos, cada día, al levantarse, busca algo para comer mientras practica aquellos movimientos que no significan mucho para quien conduce su auto por el boulevard sin siquiera voltear a verle, pero que tienen nombre para quienes las desarrollan, ya sea una lluvia, una cascada o una fuente; toma un suspiro y de su maleta roída selecciona el traje que portará, galante, con el que piensa sacar al menos una o dos sonrisas, y aquella peluca de color chillante, de esas que se ven ahora en los antros de moda para llamar la atención mientras baila la gente, o para tomarse la "selfie" para el "facebook"; un poco de pintura, de la que no cuesta tanto eso sí, pues no alcanza para mucho, hay que ahorrar para pagar la renta diaria que cobra la Casa de Huéspedes "Chiapas" por la zona de la "bajadita", su hogar por los últimos dos años, ya que encontrar una casa, para un payaso, está difícil, sin empleo fijo, sin prestaciones y con la peor de las amenazas para detener su labor, la gripe, esa que para unos no cuesta más que unas pastillas con el médico o un par de inyecciones, esa que lo tumba hasta días, aminorando su desempeño, impidiendo su misión, arrebatar una sonrisa.

Ridi, Pagliaccio e ognun applaudirà!
(¡Ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!)

Como mayor satisfacción, la sonrisa que logra en sus espectadores Juan José, es más de lo que puede pedir, aunque sí, su más grande sueño es conocer a algún artista famoso, según dice, como Angélica María, u otra de esas hermosas mujeres que dejaron huella en la pantalla grande y que derrocharon talento que dejó pasmados a miles, así Bebelín, uno más que con enveles se pudo enamorar de muchas de ellas, no haciendo a un lado a su amigo, así le dice, "Cepillín", una inspiración para cualquier payaso, aquel que conociera en la casa de la ANDA, ese líder de cualquier artista, pero más de los productores de sonrisas, como el cansado Juan José, que debe ocultar cualquier tristeza, cualquier duda, todo llanto, y todo dolor, "como si fuera enmascarado, pero solo con maquillaje" y además el enmascarado no tiene que hacer reír a la gente, ni tampoco trata de olvidarse de la rutina diaria, de los desprecios que cualquier hijo de vecino le hace al payaso, ese valiente guerrero de las sonrisas, de los malabares y la cara pintada, de ese que "si no hay maquillaje, hasta sin maquillaje es payaso".

Tal vez podría establecerse como meta unos 200 pesos al día, de los cuales, 100 van para la renta diaria de su enmohecido cuartucho de 4x4 en el que solo tiene un catre que hace las veces de cama, un espacio para su ropa y algunos zapatos golpeados por las calles y las historias que observa, historias tristes que ni siquiera pudiera nombrar y que si quisiera, pues como le dijeran cuando empezó su profesión, "el show tiene que continuar, si el show se para, es que ya moriste"; ni aun sus payasos compañeros que arrojan golpeteos de envidia, lo han podido detener de realizar esa tarea encomendada por él mismo, lograr divertir a las personas, lograr sacar una sonrisa, aunque el automovilista no aprecie ni vea al pobre payaso ni sus malabares de lluvia o fuente que se esfuerza por desempeñar para poder sacar una moneda, y poder salvar el día, esa esquina, es semáforo que tanto lluvia como sol usa para atacar ese objetivo, el de hacer reír a la gente, a esa que ni lo pela en sus autos, pero si lo logran ver, y pueden sonreír, de perdido clavar su atención en esos ojos tristes, pero esa pintura por alegría, podrán entonces aportar una moneda que tenga de sobra o aunque no le sobre, que sea por compadecerse, por mejorar la vida del payaso.

Ese que vive solo, que nunca se ha casado porque no pudo lograr un compromiso, por decidir no tener compromiso con nadie, así es mejor, solo algunas novias por aquí o por allá, mismas que ha logrado conquistar con ese contento del típico payasito, así le dicen de cariño, el payasito, ese que se relaja leyendo libros semi-desbaratados sobre artes, malabares, historia de los payasos y algunos otros más.

Unas gotas de lluvia, una nube que le cubre el sol, hacen el día de Bebelín, y el extra, la sonrisa que pudo arrancar a cualquier extraño, a cualquier niño, a cualquier bebé, acaba el día, se acerca la noche, algo de viento fresco para culminar el día, para sentirse vivo, ese payasito que lee la Palabra de Jesús, como él llama a la Biblia, para sentirse seguro, contento, feliz, y no temer y no recordar las tristezas del alma, esas que no desaparecen como la pintura y peluca, que se quedan con él, pero que Jesús le recuerda, dice, ¿para qué estar triste?, ¿para qué llorar?, si se puede ser feliz, Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?, ¡Tú eres payaso! .- il Pagliaccio.

 


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