Semana del 05 de Diciembre al 11 de Diciembre de 2025

Dulce herencia que se convirtió en sueño

Dulce herencia que se convirtió en sueño

Su historia es un recordatorio de que los sueños se construyen con valentía, con la memoria de quienes nos formaron y con la capacidad de levantarse cuando las cosas se complican.

Hay historias que se construyen con esfuerzo, con fe y con ingredientes sencillos que terminan transformándose en un proyecto de vida. La de César Alejandre Ríos, joven gastrónomo y emprendedor vallense, es una de ellas. Su camino comenzó en la cocina de su abuela, un espacio que él recuerda como el origen de su vocación: "mi abuela tenía un sazón delicioso... desde ahí empieza mi gusto por la cocina porque ella nos cocinaba delicioso, ya sabes, el sazón de la abuela que es lo más rico".

Con apenas nueve o diez años ya participaba en los encargos culinarios de su abuela, quien preparaba banquetes para eventos grandes y convertía la cocina en un taller de sabores. "A mí mi abuelita me empezaba a instruir mucho... pásame tal cosa, ayúdame, muévele aquí", recuerda. Esa formación temprana quedó grabada no solo en sus manos, sino en su memoria emocional, pues, como él mismo explica, fue la base del gusto que más tarde lo llevaría a estudiar gastronomía.

EL NACIMIENTO DE UN EMPRENDIMIENTO ARTESANAL
Aunque estudió la carrera de gastronomía en Tampico, su inclinación por los postres lo acompañó desde siempre. Sin embargo, el destino lo llevó por un camino inesperado y entrañable: los roles de canela. El detonante no fue un plan empresarial, sino un impulso: "se me viralizaron mucho los roles de canela... yo ya los había hecho en la escuela, pero traía la idea, la idea".

Trabajaba en una cafetería y al mismo tiempo tenía responsabilidades como director del coro de su iglesia, lo que le complicaba combinar horarios y compromisos. Un día decidió probar suerte: si los roles salían bien, los vendería. No solo salieron bien; fueron un éxito inmediato entre su familia y amigos. "Ese día les llevé unas pruebas y me pagaron el rol sin yo pedirles nada", relata sorprendido.

Así nació la página Rosserol y un pequeño emprendimiento que comenzó desde su casa y en sus días de descanso. Las ventas crecieron tanto que tuvo que tomar una decisión difícil: hablar con sus jefes de la cafetería y renunciar para seguir su propio camino. "Tenía muchos nervios, mucho miedo... pero gracias a Dios se lo tomaron de la mejor manera", afirma.

EMPRENDER CON 50 GRADOS
Aunque muchos imaginan que la parte más complicada de la repostería es la preparación, César descubrió que en Ciudad Valles el principal enemigo es el clima. "Lo que ha sido un reto es el cambio climatológico... son calorones de 50 grados". El calor extremo acelera procesos de fermentación, arruina masas y provoca pérdidas constantes. "El calor hizo que la masa se echara a perder... tenemos muchas mermas".

En invierno ocurre lo contrario: sus postres tardan más en hacerse. Pero pese a ello, César se mantiene firme y en aprendizaje continuo. "Cada día aprendo... ya sea con el trato al cliente o creando algo nuevo".

CAER, LEVANTARSE Y REINVENTARSE
No todo ha sido dulce en este camino. Hace unos meses enfrentó una crisis personal cuando las ventas cayeron. "Me deprimí... dejé de vender dos meses y ya no quise vender, dije: esto no va a funcionar". Incluso estuvo a punto de vender todos sus utensilios. Sin embargo, su hermana lo alentó a continuar, recordándole que "a veces es necesario tocar fondo para aprender".

Y así fue. Desde agosto, sus ventas no solo se recuperaron, sino que crecieron. En octubre lanzó por primera vez su pan de muerto artesanal, preparado completamente a mano. Fue un éxito rotundo. "Muchas personas me decían que si yo lo compraba y no amigos, yo lo hice desde cero".

Para diciembre ya prepara un nuevo sabor de rol "algo chocolatoso, algo para diciembre", además de postres familiares para cenas navideñas.

EL PROCESO FAVORITO: EL MOMENTO DE LA MASA
Entre todos los pasos del proceso, hay uno que para César tiene un significado especial: ponchar la masa. "Créeme que es de las cosas más satisfactorias que uno puede sentir... todos mis postres son hechos a mano". Ese pequeño gesto encierra la esencia de su emprendimiento: esfuerzo, paciencia y mucho corazón.

Hoy César representa a esa generación de jóvenes emprendedores que transforman un recuerdo, un sabor y una convicción en un proyecto lleno de futuro.

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