Roberto Rock L.
Este fin de semana se cumplieron dos meses del secuestro y asesinato del periodista veracruzano Gregorio Jiménez, el primer informador muerto durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Cada dÃa se acumulan más evidencias de que su labor, desempeñada bajo modestÃsimas condiciones, le atrajo el ataque que lo privó de la vida. Su nombre se suma al de casi un centenar de diaristas mexicanos victimados desde el año 2000, además de una docena más desparecidos.
La impunidad, el fracaso de las polÃticas públicas aplicadas para encarar el problema y la lamentable incapacidad del gremio periodÃstico y de los medios de comunicación para articular una protesta consistente hacen prever que México seguirá siendo una zona letal para el trabajo informativo.
En dÃas recientes se produjeron dos eventos que no hacen sino documentar que este drama no avista una próxima salida; antes al contrario, al parecen vamos en retroceso. Aún parece faltarnos para tocar piso en esta tragedia que sacrifica la vida de periodistas, mina la libertad de expresión en el paÃs y desploma la imagen de México en el mundo.
La pasada semana nos trajo la creación en la ciudad de México de un âforo nacionalâ de periodistas y âcomunicadoresâ, denominación esta última ambigua, pues usualmente corresponde a funcionarios públicos dedicados a la comunicación social o polÃtica. Es loable que los informadores se agrupen, en un entorno en el que ni estos profesionales ni los medios âespecialmente los impresos- han tenido ni el talento ni la altura de miras para formar asociaciones sólidas, que defiendan el oficio o a la industria periodÃstica, tan minada por el nuevo ecosistema digital.
El referido âforo nacionalâ ofrece una manzana que puede ser venenosa, pues su nacimiento fue auspiciado por personajes del norte del paÃs ligados con el PRI. Varios de los flamantes directivos tienen ellos mismos ligas con el partido ahora en el gobierno federal. Al evento acudieron dos ex gobernadores priÃstas de Chihuahua, Patricio MartÃnez y José Reyes Baeza, cuya gestión al frente de aquel estado se distinguió por su incompetencia y apatÃa ante los crÃmenes de periodistas. También acudió una representante del gobernador de Sonora, el panista Guillermo Padrés, cuyo único sello ha sido la corrupción rampante en su gobierno, sus âcomunicadoresâ incluidos.
Dos de los casos más emblemáticos de atentados contra periodistas en la última década âademás de Gregorio Jiménez- son los de Armando âChocoâ RodrÃguez, victimado el 13 de febrero de 2008 en Ciudad Juárez, Chihuahua, y Alfredo Jiménez Mota, desaparecido en abril de 2005 en Hermosillo, Sonora. Ni MartÃnez, ni Baeza ni Padrés parecen haber dedicado un solo minuto de su tarea pública a esclarecer esos casos. Fueron omisos y, por ello, cómplices de la impunidad.
El segundo evento reciente al que debe aludirse es la convulsión registrada en aras de este tema dentro de la SecretarÃa de Gobernación que encabeza Miguel Ãngel Osorio Chong, y en particular en la SubsecretarÃa de Derechos Humanos a cargo de LÃa Limón. En esta área se halla el denominado Mecanismo para la Protección de Periodistas y Defensores de Derechos Humanos, un ente inspirado en la experiencia de Colombia, pero que se ha convertido en una caricatura dominada por actos fallidos, protagonismos abundantes, caos administrativo y una abrumadora falta de voluntad polÃtica.
Juan Carlos Gutiérrez, un reconocido abogado en materia de derechos humanos, colombiano de origen, dejó la conducción del Mecanismo como resultado de un diagnóstico elaborado por el organismo Freedom House ây patrocinado por USAID, del gobierno de Estados Unidos-, que da cuenta del caos administrativo y operativo provocado durante su gestión.
El Mecanismo fue creado en los últimos meses del gobierno de Felipe Calderón como un esfuerzo oportunista que buscó enderezar el oscuro legado del mandatario panista en estos temas. El apresuramiento de entonces tuvo fiel seguimiento en la improvisación actual.
El Mecanismo busca ser una instancia preventiva de ataques contra periodistas y defensores de derechos humanos. Tiene la autoridad para dictar medidas cautelares entre las que se incluyen escoltas, vehÃculos blindados, cámaras y otros equipos de vigilancia. Cuenta con un presupuesto asignado de 140 millones de pesos.
En la gestión de Gutiérrez nunca se crearon los protocolos que definieran criterios sobre qué apoyos asignar, por cuáles motivos o por cuánto tiempo. Este vacÃo fue propicio para organizaciones no gubernamentales urgidas de notoriedad pública que les atrajera patrocinios internacionales, o para periodistas con egos muy robustos, que consideran una nota de prestigio disponer de escoltas pagadas con fondos públicos.
A casi 18 meses de iniciado la administración Peña Nieto, y ante la falta de criterios legales y operativos, decenas de agrupaciones de derechos humanos han recibido algún tipo de medida cautelar -presumiblemente las más cercanas a los afectos del señor Gutiérrez-, sin más argumentos que decirse amenazadas. En el mismo caso se hallan muchos periodistas que aseguran haber recibido un mensaje intimidante en sus teléfonos celulares o una carta debajo de la puerta. En un caso se demostró a la beneficiaria que tal mensaje telefónico âque ella dijo haber borrado por miedo- nunca existió. Otra más acostumbra usar a su escolta para hacer las compras en el supermercado. Hay un periodista que exige se le compre una casa porque se dice âdesplazadoâ por la violencia en su ciudad.
Un directivo en México de una agencia inglesa dedicada a estos temas buscó un amparo judicial para impedir que le retiraran a sus escoltas cuando se le argumentó que no habÃa justificación para ello. Las autoridades se saben maniatadas para exhibir a estos personajes protagónicos porque saben que es polÃticamente incorrecto. Pero también han sido incapaces de darle institucionalidad al referido Mecanismo. En este momento hay al menos tres decenas de escoltas federales asignadas, cada una de las cuales âcon vehÃculo blindado y otros recursos- cuesta a los contribuyentes el equivalente a 50 mil pesos mensuales.
Mientras esto ocurre, modestos reporteros de todo el paÃs, especialmente en provincia, cubren todos los dÃas actividades del crimen organizado o combaten a polÃticos corruptos sin capacidad de pedir algún tipo de protección. Cuando son asesinados, como Gregorio Jiménez, âChocoâ RodrÃguez, o desparecidos como Alfredo Jiménez, siempre surge un âcolegaâ, un âcomunicadorâ o un fiscal que pone en duda su honorabilidad y asume que tenÃa ligas con los criminales, o que su asesinato se debió a âconflictos pasionalesâ, que tampoco esclarecen nunca.
Existe también la fiscalÃa de la PGR para combatir delitos contra la libertad de expresión. No es que haya tenido logros espectaculares, pero existen indicios de consignaciones importantes e investigaciones avanzadas, lo que podrÃa dar una señal de la que impunidad va cediendo. En este tema, la impunidad es el mayor cáncer, el principal motor del miedo y la autocensura. Pero por algún motivo, el gobierno Peña Nieto ha determinado no hacer públicas estas acciones, ni fortalecer esta tarea, lo que supondrÃa una señal de que entiende esta agenda y que la da relevancia polÃtica. Por este camino, alguien puede dar un paso adelante, pero siempre parece haber otro dispuesto a que sigan los pasos hacia atrás.
emsavalles© 2006 - 2024 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la publicación, retransmisión, edición y cualquier otro uso de los contenidos sin previa autorización.
Emsavalles Publicidad, Escontría, 216-A, Zona Centro, Ciudad Valles, S.L.P. Tel:481-382-33-27 y 481-381-72-86. emsavalles@hotmail.com. contabilidad@emsavalles.com
No. de Certificado de Reserva Otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2021-071615041800-203