Semana del 18 de Abril al 24 de Abril 2014

El descenso de los Potros de Hierro

El descenso de los Potros de Hierro

Salvador Aguilera

Claro, ante la desgracia que hoy vive el Atlante, no faltan esas voces dispuestas a brindarle su apoyo al equipo, pero resulta que ya es demasiado tarde y quién sabe qué pasará con los Potros más adelante. Económicamente, las cosas no están como para comprar una franquicia de Primera División y todo lo que se habla de Tampico es mentira. Cambiar de nombre tampoco es opción.

Primero se hablará con el gobierno de Quintana Roo para saber si se mantendrá el apoyo; en caso de que la respuesta sea negativa se estudiará la opción de otras plazas, desde luego que lo primer es la capital, aunque no será sencillo. Jugar en el estadio Azul le saldría carísimo, y el Azteca ni se diga. Neza volvería a ser una plaza más accesible para los Potros, que vivieron un vía crucis en los últimos torneos y de ahí el descenso.

Miguel Herrera llegó con mucho entusiasmo; cuando Toño García decidió darle el equipo, recibió todo tipo de críticas, pues la personalidad del “Piojo” no parecía la adecuada, y con el tiempo quedó claro que el directivo no se equivocó, al grado de que hoy, el ex entrenador azulgrana es el director técnico nacional.

Cuando Miguel se fue al América, el Potro requirió de un nuevo timonel y vino la oportunidad para Mario García, quien con poco trató de hacer mucho y llegó a tener hasta seis jornadas seguidas sin victoria. Perdió muchos partidos y eso provocó su cese en una temporada en la que José Luis González China tuvo que salir al quite para cerrar esa mala campaña.

Fue entonces que se pensó en la experiencia de un hombre como Ricardo Antonio La Volpe, a quien le costó mucho trabajo levantar al equipo. También llegó a tener rachas de hasta cuatro derrotas consecutivas. Se le aguantó toda la campaña, pero era necesario un cambio, sobre todo porque el Clausura 2013 lo comenzó con tres derrotas. Un problema de salud también lo obligó a bajarse del barco, el cual ya presentaba serias averías.

Daniel Guzmán fue un nuevo intento, pero basta decir que le fue tan mal que tuvo rachas de verdadero escándalo: un punto en ocho partidos, pero terminó el torneo. Fueron y vinieron jugadores que nunca se comprometieron. La lista, en ese sentido, es larga. Tengo que mencionar a un jugador como Larrivey, quien hoy rinde en España lo que no rindió aquí y le pagaron un dineral. La nómina, para colmo, estaba muy encarecida.

Cuando se pensaba que peor no podía estar el Atlante, llegó Wilson Graniolatti. ¡Vaya que le fue mal! ¡Nunca ganó! Disputó cerca de 30 puntos y sólo consiguió tres, gracias a empates milagrosos, todos en casa.

Cabe decir que las decisiones ya no pasaban tanto por Toño García, sino por el hijo de Couchonnal. También estaba por ahí el Gaby Pereyra. Vino un nuevo técnico: Rubén Israel. Un intento desesperado cuando al barco ya tenía varios sectores inundados. Era difícil que alguien decidiera tomar el equipo en esas condiciones. Los focos rojos de emergencia estaban encendidos y comenzaba una desesperada lucha por la salvación. Partido tras partido había que hacer cuentas y echar un vistazo a los demás involucrados en el tema del descenso. La verdad es que Rubén Israel no parecía ser la solución, como finalmente sucedió. Para el presente torneo lo echaron y llegó otro valiente: Pablo Marini. Se mantuvo sereno, trató de ser inteligente en cada partido, aunque el Atlante sufrió golpes muy duros que lo fueron hundiendo más y más. Faltó inteligencia, sensibilidad y madurez. Cierto que en el camino se violaron reglamentos como fue el caso de La Piedad, que al menos debió quedarse un año en Primera División, y ni hablar de la venta del Atlas a TV Azteca.