Miércoles, 24 de Abril de 2024
CIUDAD VALLES, S.L.P.
DIRECTOR GENERAL.
SAMUEL ROA BOTELLO
Semana del 18 de Abril al 24 de Abril 2014

Cambiar para empeorar

Cambiar para empeorar

Víctor Manuel Tovar Glz.



En años recientes, el hoy desaparecido Instituto Federal Electoral (IFE) dedico cada vez mayores esfuerzos a desarrollar todos los mecanismos de perfeccionamiento de la participación democrática, entre estos su faceta educativa en promoción de la democracia, a menudo por medio de la creación de entidades especializadas que han adquirido identidad y proyección propia. Por ello, hoy que nuestros próceres de la legislación han tenido a bien desaparecer una institución que era de las pocas de que podíamos enorgullecernos, conviene preguntarse si el IFE cumplió a cabalidad con la encomienda constitucional a los organismos electorales.

La existencia de programas educativos relacionados con la participación, el ejercicio de la ciudadanía o la utilización de prácticas y destrezas que se valoran como democráticas, abarca un amplio espectro de denominaciones: “educación cívica”, “educación ciudadana”, “educación para la democracia”, “educación para la vida en democracia”, “educación para el ejercicio de la ciudadanía” o aun como segmentos autónomos en planes y programas más amplios de “educación en derechos”, “educación en valores”.

El sistema político democrático constitucional no puede desentenderse de la educación de los individuos que lo componen, ya que para su correcto funcionamiento es condición indispensable que éstos actúen como ciudadanos, es decir, como sujetos interesados y responsables ante la sociedad. Puede considerarse la educación como un proceso dinámico que pretende el perfeccionamiento u optimización de todas las capacidades humanas, que exige la influencia intencional, sin coacciones, por parte de los agentes educadores y la libre disposición del educando, pretendiendo lograr la inserción activa del individuo en la sociedad.

La educación ciudadana es uno de los temas educativos de mayor importancia para cualesquier sociedad, además de abordar aspectos esenciales de la dimensión personal y social del ciudadano, posee puntos de contacto importantes con otras direcciones de la práctica educativa. Todos los consejeros que pasaron por las diferentes etapas del IFE enfatizaron la democracia como cualidad importante de la educación ciudadana que requiere especial atención en su abordaje socio-pedagógico. El tema de la educación ciudadana se afrontó por el IFE desde diferentes disciplinas científicas, acentuando el enfoque pedagógico desde una perspectiva social.

Según don José Woldenberg el más lúcido de los consejeros presidentes que pasaron por el organismo, considera que la globalización está planteando nuevos temas entorno a la democracia. La globalización económica está conduciendo a la marginalización de un gran sector de la población en México. Como consecuencia de la desigualdad, nuestro país se está enfrentando a graves problemas en cuanto a los derechos humanos y a la equidad. Están aumentando las disparidades entre ricos y pobres. Con frecuencia a los gobiernos sean estos del PRI o del PAN no les quedo otro camino que el de aceptar las estrategias de ajustes estructurales propuestas por organismos externos (Banco Mundial y FMI).

Los drásticos recortes en los servicios básicos, tales como la salud y la educación, que hemos padecido desde el gobierno de Miguel de La Madrid, y que se vieron agudizados en la docena trágica panista han provocado tensiones sociales y la pérdida de confianza política en los gobiernos. La sociedad civil se ha vuelto más frágil y la población está cada vez más desmoralizada. En el aspecto cultural, cada vez aumenta más el número de personas que se deja llevar por las tendencias homogeneizantes del mercado global.

La educación para la democracia se enfrenta a nuevas situaciones sociales, políticas, económicas y culturales que están vinculadas a la globalización, un concepto básico en nuestra manera de entender el mundo actual. La globalización también está abriendo nuevas posibilidades de intercambio de información y comunicación a nivel mundial. Tanto los riesgos globales, como las nuevas oportunidades a las que se enfrentan las sociedades actuales, requieren de la participación, la creatividad y la capacitación en democracia de todos los ciudadanos. Esto es fundamental para prevenir la intolerancia ideológica, religiosa y el racismo, así como para crear un mundo democrático.

Como lo comprendieron los consejeros del IFE se requieren estrategias progresistas, basadas en la educación de las personas adultas, que promuevan la democracia, la igualdad y la justicia en materia de género; que consoliden los derechos humanos, desde los niveles locales, nacionales y regionales hasta el nivel mundial, y que creen una cultura de paz y una democracia real.

Existe, sin duda, la constatación de que hay un valor central de lo alcanzado en la democracia electoral, siendo imperiosa la necesidad de preservarlo y potenciarlo. En los últimos lustros se han conseguido logros fundamentales en diferentes ámbitos de la democracia electoral impulsados por el IFE, generando una gama de lecciones aprendidas de importancia, en campos diversos de la vida electoral, así como una ampliación de los temas en ella incluidos. Entre los principales temas están la aplicación de la cuota de género al régimen electoral y sus similares para población joven y diversidad étnica; la evolución de los tópicos del dinero y la política en la regulación del financiamiento de los partidos políticos y, en particular, en campañas electorales; la fuerza del tema de la democracia interna en las organizaciones políticas y no sólo en la elección de autoridades al interior de los partidos políticos y de candidatos a las postulaciones externas; al igual que nuevos dilemas que tienen que ver con asegurar condiciones mínimas de equidad en la contienda electoral. Se han abierto nuevas posibilidades de aplicaciones tecnológicas al proceso electoral y ha habido significativas reformas constitucionales y legales que han traído cambios en las formas de postulación y en el mismo ejercicio del sufragio.

En este panorama, la organización electoral es punto fuerte en el conjunto de la institucionalidad democrática. Existe una tendencia firme, prácticamente sin excepciones, hacia la especialización de la materia electoral para los funcionarios de los organismos electorales, es decir, la escogencia de un modelo de organización de los asuntos electorales en que se confía a una entidad autónoma o independientes el manejo de las elecciones y los temas con ellas relacionados. De hecho, este se conoce como el modelo mexicano de organización electoral.

Gracias al IFE, la organización electoral en su conjunto exhibe una buena salud y se coloca en su mejor momento histórico. Los organismos electorales han ampliado su ámbito de acción, pues no solamente se presentan como árbitros mínimos en las contiendas entre opciones políticas, sino que empiezan a entenderse como actores que pueden incidir para promover nuevos procesos o nuevas orientaciones. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con la democracia interna de los partidos políticos o en la construcción de ciudadanía, en temas tan distintos como el uso del sistema educativo en general o en lo relacionado con la construcción de cátedras, institutos de investigación e interacción con las universidades.

Ante todos estos éxitos, sin dejar de reconocer sus fallos y sus limitaciones. ¿Valera la pena Sres. Legisladores haber matado al IFE? O como de costumbre. ¿Su gatopardismo no los engaña?

 


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