El brote detectado en Veracruz enciende las alarmas en San Luis Potosí, mientras ganaderos exigen acciones concretas tras años de abandono institucional
El campo mexicano, ya castigado por años de sequía, enfrenta ahora una amenaza biológica que podría representar un nuevo golpe económico para miles de familias productoras: el brote del gusano barrenador del ganado. Detectado recientemente en Ixhuatlán de Madero, Veracruz —a tan solo 87 kilómetros de Tamazunchale, San Luis Potosí—, este insecto parasitario no sólo afecta la salud del ganado, sino que puede también desarrollarse en cualquier herida de sangre caliente, incluyendo animales domésticos... e incluso humanos.
"Es un tema delicado", advirtió Alejandro Ruelas, presidente de la Unión Ganadera Regional de la Huasteca Potosina. "El gusano barrenador se reproduce en heridas abiertas, no importa si son de ganado, de perros, gatos o personas. Esto no es sólo un problema económico, también puede escalar a un problema de salud pública si no se atiende con seriedad".
El parásito, combatido durante décadas en México y declarado erradicado en años anteriores, ha reaparecido con fuerza debido a una combinación peligrosa: el debilitamiento de los protocolos sanitarios, la apertura desordenada de fronteras y el abandono sistemático de las políticas públicas hacia el sector ganadero.
FRONTERA SUR: EL TALÓN DE AQUILES SANITARIO
Durante los últimos seis años, los productores ganaderos han señalado la entrada irregular de ganado por la frontera sur del país como uno de los factores más preocupantes. La falta de controles rigurosos, y la permisividad hacia prácticas de "regularización" del ganado sudamericano que entra sin cumplir normas sanitarias, han generado condiciones propicias para la reaparición de enfermedades antes controladas.
"Definitivamente hay que ser mucho más fuertes en ese sentido", enfatizó Ruelas. "El tráfico de ganado por la frontera sur le está pegando duro a la zona. Mucho ganado entra de contrabando, y aunque después se regulariza, al final de cuentas ese ganado viene de Sudamérica y termina avanzando hasta el centro y norte del país".
El propio líder ganadero reconoció que, si bien hay grandes productores en estados como Veracruz, Tabasco o Chiapas, la apertura indiscriminada ha desplazado al ganado local, afectando la calidad y seguridad del abasto, sobre todo cuando dos de las principales empacadoras del país recurren a este mercado para satisfacer su demanda.
LA HUASTECA EN ALERTA: VIGILANCIA, NO CUARENTENA
Ante esta situación, la Unión Ganadera de la Huasteca ha lanzado un llamado claro a todos los productores: reportar de inmediato cualquier sospecha de infección, sin temor a sanciones o cuarentenas injustificadas. La estrategia es colaborar, no castigar.
"Le he pedido mucho a la gente que no tenga miedo de reportar. No se les van a cuarentenar los ranchos, pero necesitamos honestidad para evitar que esto se convierta en un problema mayor. Nosotros los ayudamos a atender el caso, y se activa el protocolo del Departamento de CPA, que es quien confirma si el caso es positivo o negativo", explicó Ruelas.
Lo que está en juego no es menor. El gusano barrenador es transportado por una mosca capaz de volar hasta 300 kilómetros, lo que convierte a cualquier brote en una amenaza regional inmediata.
UNA SEQUÍA DE ATENCIÓN: SIN POLÍTICA PÚBLICA, SIN APOYO
Más allá del brote, el sector ganadero enfrenta otra enfermedad más silenciosa: el abandono gubernamental. A lo largo del sexenio anterior, las políticas públicas para el campo —y en particular para la ganadería— fueron desmanteladas o ignoradas, dejando a los productores sin herramientas efectivas ante emergencias sanitarias y sin apoyos ante las sequías.
"Sí, venimos de una sequía, pero también de una sequía de políticas públicas. El burocratismo ha pegado duro. Hoy los ganaderos están solos. No se ha visualizado el verdadero impacto que tendría este brote si no se controla a tiempo", denunció el presidente de la Unión Ganadera.
En estados como Chihuahua, los productores han alzado la voz al considerar que la ganadería está en serio riesgo de desaparecer como actividad económica viable. La frontera norte, anteriormente considerada zona libre de gusano barrenador, ha sido cerrada temporalmente por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos ante las alertas recientes.
ESTADOS UNIDOS REACCIONA; MÉXICO APENAS RESPONDE
La presión internacional no se ha hecho esperar. Autoridades del Departamento de Agricultura de EE.UU. realizaron inspecciones en varias zonas del país —incluyendo la Huasteca— para verificar la trazabilidad del ganado y el cumplimiento de los estándares sanitarios. Hasta ahora, la región ha respondido positivamente.
"Tuvimos la visita de funcionarios norteamericanos, los llevamos a las dos grandes empresas de la región y salieron muy contentos con lo que vieron. Toda la documentación estaba en orden. Eso nos da tranquilidad, pero no podemos confiarnos", destacó Ruelas.
Ante la amenaza, la histórica Comisión México-Americana para la Erradicación del Gusano Barrenador ha sido reactivada. Ya se ha autorizado la reapertura de una planta productora de mosca estéril en el sureste del país, con una inversión conjunta de 30 millones de pesos del gobierno mexicano y 21 millones por parte de Estados Unidos. Incluso, el gobierno estadounidense contempla la construcción de una planta propia en Texas.
UN PROBLEMA DE TODOS: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Ruelas lo resume con claridad: "Estamos jugando al filo de la navaja". La reaparición del gusano barrenador pone a prueba no sólo la resistencia del campo mexicano, sino también la capacidad del Estado para responder con prontitud, seriedad y compromiso con los productores.
El problema no es exclusivo de la Huasteca. El sur de Tamaulipas, el norte de Veracruz y toda la región media de San Luis Potosí están interconectados por la misma cadena de producción, comercio y riesgo sanitario. "Compartimos esta preocupación con los compañeros de Tamaulipas y Veracruz. Hay mucho en juego", puntualizó Ruelas.
La solución no vendrá sólo de un lado. Se necesita corresponsabilidad: de los productores, de las autoridades sanitarias, del gobierno federal y de las empresas que compran y distribuyen el ganado. La erradicación del gusano barrenador fue durante décadas un ejemplo de cooperación binacional y éxito sanitario. Hoy, su reaparición es un recordatorio de lo que se pierde cuando se desmontan políticas públicas sin visión de largo plazo.
La ganadería mexicana, especialmente la que se produce en la Huasteca, está en una encrucijada. O se actúa ahora, con firmeza y unidad, o se corre el riesgo de perder no sólo cabezas de ganado, sino empleos, ingresos y un modo de vida que define a miles de familias rurales del país.
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