Semana del 12 de Diciembre al 18 de Diciembre de 2025

Trump, el premio incómodo

Trump, el premio incómodo

Alberto Peláez | periodista

Le fue concedido un premio de la paz mientras mantiene posiciones agresivas hacia Rusia y Venezuela.

El anuncio de un premio de la paz otorgado a Donald Trump, coincidiendo con el arranque del ciclo rumbo al Mundial de 2026, es una de esas ironías que la política internacional produce cada tanto. Una paradoja evidente: el mismo Trump que "quiere la paz en Ucrania" y que presume poder detener la guerra en cuestión de días, es también quien coquetea públicamente con la idea de abrir un frente contra Nicolás Maduro en el Caribe. La dualidad es tan marcada que no se trata solo de matices; es un contraste que, en términos geopolíticos, puede traer repercusiones profundas.

Al hablar de la propuesta trumpista para resolver el conflicto en Ucrania, queda claro que no es un plan de paz aceptable para Kiev. La desmilitarización del ejército ucraniano, la renuncia permanente a la OTAN y la entrega formal del Donbass y Crimea a Rusia constituyen, como diría cualquiera en los pasillos diplomáticos, condiciones abiertamente humillantes. Sin embargo, la posibilidad de que Ucrania tenga que asumirlas "aunque tal vez no le quede más remedio", como se ha advertido recientemente, revela un escenario donde la paz no se negocia: se impone.

LOS DIENTES DE PUTIN
Lo verdaderamente inquietante es la narrativa que ha surgido en Europa durante los últimos meses. No es casual la insistencia de gobiernos, instituciones y organismos en pedir a los ciudadanos que tengan radios de onda corta, agua, baterías y artículos básicos en sus hogares. Tampoco es fortuita la declaración del primer ministro británico, Keir Starmer, cuando pidió "estar preparados para la guerra", ni las advertencias de Ursula von der Leyen, que ha repetido el mismo discurso en varios países.

Europa no improvisa en materia de seguridad. Cuando Bruselas se expresa, es porque conoce información que los ciudadanos no. Rusia ha insinuado abiertamente que podría iniciar un conflicto directo con Europa. Y cuando Vladimir Putin lanza un mensaje, cada palabra está calculada. No es un hombre de impulsos verbales: mide cada fonema antes de pronunciarlo. Ese es el contraste esencial con Trump. Uno dispara palabras; el otro calibra amenazas.

Hoy, mientras Ucrania sigue desangrándose y la OTAN intenta sostener un equilibrio imposible, el continente se enfrenta a una pregunta que se creía enterrada desde 1945: ¿estamos a las puertas de una guerra mayor?

UN MUNDO EN LLAMAS
Las guerras que acaparan titulares son apenas una fracción del total. Además de Gaza, Ucrania y las tensiones en el Caribe, existen **más de 50 conflictos activos en el mundo**. Desde Sudán hasta Burkina Faso, desde Somalia hasta regiones de Liberia, el planeta atraviesa una inestabilidad que solo algunos analistas han logrado dimensionar en su gravedad.

Y sin embargo, la atención del mundo vuelve inevitablemente al Caribe. Estados Unidos ha desplegado portaaviones, infantería y aeronaves de combate cerca de Venezuela. Es un movimiento serio, no un simple ejercicio. Aun así, el contexto no es el de los años 80, cuando un dictador como Manuel Noriega podía ser aislado y derribado con relativa facilidad. Venezuela, pese a cargar con un régimen autoritario detestado internacionalmente, posee hoy alianzas estratégicas con Rusia, China y Turquía. El tablero cambió.

La posibilidad real de una intervención militar estadounidense en Venezuela no se descarta, pero tampoco se ve con la claridad de décadas pasadas. Las alianzas globales ya no permiten movimientos unilaterales sin consecuencias.

MÉXICO Y SAN LUIS POTOSÍ: LA GEOPOLÍTICA QUE SÍ NOS ALCANZA
En un país donde muchos consideran que la política internacional está distante, es fundamental recordar que México —y particularmente regiones industriales como San Luis Potosí— dependen directamente de la estabilidad global. Las inversiones europeas, asiáticas y estadounidenses no responden solo a los indicadores internos; son sensibles a las tensiones geopolíticas.

Cualquier escalada bélica, especialmente si involucra a Estados Unidos, tendría inevitablemente repercusiones económicas en México. Desde la inversión extranjera directa hasta la estabilidad del peso y el comportamiento de los mercados, todo está entrelazado.

Por ello, la pregunta sobre si Trump es "un hombre de guerra o de paz" no es trivial. En su administración pasada se vivió una relativa estabilidad mundial. Pero el mundo de 2025 no se parece en nada al de 2017. Hoy existen múltiples actores beligerantes con capacidad de desatar conflictos regionales que escalarían con rapidez.

Trump no es un hombre fácil de clasificar. Su estilo —impulsivo, errático, de declaraciones intempestivas— contrasta con un mundo que requiere precisión, tacto y equilibrio. Otorgarle un premio de la paz es, cuando menos, arriesgado.

UN PRESENTE QUE OBLIGA A MIRAR CON SERIEDAD
El cierre de 2025 nos encuentra con un escenario global donde las tentaciones de guerra crecen. Rusia intimida a Europa. Estados Unidos enseña músculo militar en el Caribe. Oriente Medio sigue siendo una llaga abierta. Y África permanece en silencio mediático, pero en constante ebullición.

El ciudadano común podrá pensar que estos conflictos son ajenos. Pero no lo son. No en un sistema económico globalizado, no en un país cuya prosperidad depende del comercio exterior, no en una región que alberga uno de los polos industriales más importantes de México.

El mundo arde en varias zonas, y los discursos de sus líderes —ya sean amenazas medidas o bravatas improvisadas— tienen el poder de alterar la vida de millones.

El reto, para todos, será entender que la estabilidad ya no está garantizada. Y que, en este tablero complejo, ningún país ni ninguna región están realmente lejos del conflicto.

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