La reciente destitución y detención del director de la Policía Municipal de Villa de Reyes, a quien se le encontraron pastillas de Clonazepam —medicamento asociado al tratamiento de ansiedad y depresión—, ha generado una cascada de interrogantes mucho más profunda que la simple portación de un fármaco controlado. Este caso, más que un hecho aislado, desnuda una realidad sistemática: la precariedad emocional, profesional y moral en la que viven muchas de nuestras corporaciones policiales.
Este hecho nos remite a una crisis ignorada: la salud mental de quienes deberían garantizar nuestra seguridad. Porque detrás del uniforme, del arma y del deber, hay personas bajo presión constante, rotas emocionalmente, desprovistas de soporte institucional, familiar o social.
EL LADO INVISIBLE DEL UNIFORME
Hace algunos años, durante un evento con distintas corporaciones policiacas, tuve oportunidad de conversar con policías de la estatal, de la capital, de Soledad y de otros municipios. Lo que me dijeron entonces no ha dejado de perseguirme: la constante entre ellos era el estrés, la soledad y la pérdida. Hombres y mujeres entregados a un trabajo que no les permite construir una vida propia.
Divorcios, depresiones, ausencia total en la crianza de sus hijos, relaciones rotas... pero sobre todo un patrón de desgaste psicológico que, lejos de atenderse, se ignora. Se les exige excelencia en una función de alto riesgo, y al menor indicio de inestabilidad emocional se les expulsa como piezas defectuosas. ¿Así se construye una corporación confiable?
¿QUÉ HAY DETRÁS DEL CASO DE VILLA DE REYES?
El Clonazepam puede parecer un detalle menor, pero es una señal de alarma que no debemos ignorar. Es posible que el alcalde de Villa de Reyes supiera que su director consumía ese medicamento. Tal vez incluso tenía una prescripción médica legítima. Sin embargo, el discurso oficial fue claro: "eso no justifica que pueda permanecer en el cargo".
La pregunta es: ¿acaso no deberíamos preocuparnos más por el entorno que lleva a un mando policiaco a depender de medicamentos para sostener su rutina laboral? ¿No es más grave que la salud mental esté rota, y que esa fractura se normalice? Porque el problema no es el Clonazepam, es todo lo demás: la estructura podrida, la presión constante, el abandono institucional.
CRIMEN ORGANIZADO, INFILTRACIÓN SILENCIOSA
La conversación sobre el deterioro emocional en las policías inevitablemente desemboca en otro tema igual de urgente: la infiltración del crimen organizado. Villa de Reyes, como muchos municipios del país, no está exento de la sospecha constante sobre vínculos entre mandos y delincuencia organizada. En los últimos 25 años, México ha sido incapaz de cortar el cordón umbilical que une a las policías municipales con las mafias locales.
El deterioro económico, la ausencia de profesionalización, los sueldos miserables —de 10 a 12 mil pesos mensuales en promedio—, sumado al colapso emocional de los agentes, son el caldo de cultivo perfecto para que el crimen se infiltre, compre lealtades y someta voluntades.
Y si a todo eso le sumamos la descomposición política interna de municipios como Villa de Reyes, donde la figura del alcalde se diluye entre pugnas internas, viejas lealtades y grupos de poder caciquiles, el escenario se vuelve doblemente preocupante.
UNA OPORTUNIDAD QUE VILLA DE REYES NO PUEDE PERDER
El escándalo policial ocurre justo cuando Villa de Reyes se posiciona como uno de los municipios con mayor crecimiento industrial en el estado de San Luis Potosí. Con la llegada de importantes inversiones automotrices y su cercanía a la zona industrial de la capital, la proyección de Villa de Reyes se ha disparado a nivel nacional e internacional.
Pero esta bonanza económica requiere estabilidad. Inversiones de gran calado necesitan garantías: seguridad, conectividad, servicios básicos, gobernabilidad. Y hoy, el municipio falla en todos esos rubros.
Lo dijo un empresario en una reunión reciente: "Está muy bien que presenten proyectos y dibujen un futuro promisorio, pero ¿dónde está la certeza sobre el agua, la energía, la conectividad?" A eso habría que sumar ahora: ¿y la seguridad?
Y las consecuencias, como siempre, no las pagará solo Villa de Reyes. Las pagaremos todos. Porque cuando falla un nodo estratégico del desarrollo económico, toda la red se debilita. Es momento de asumir responsabilidades y estar, de verdad, a la altura del reto.
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