Semana del 27 de Junio al 03 de Julio de 2025

La mordaza legislativa: cuando el poder no tolera la crítica

La mordaza legislativa: cuando el poder no tolera la crítica

La propuesta en el Congreso para censurar publicaciones críticas es una señal inequívoca del miedo que Morena le tiene a la pluralidad de voces.

¿Qué tienen en común Pedro Haces, Alejandro Armenta, y Laida Sansores? Que todos han sido exhibidos por medios nacionales e internacionales y, ahora, son algunos de los rostros más activos en la promoción de una ley que podría representar uno de los retrocesos más peligrosos para la libertad de expresión en la historia reciente del país.

Esta semana, El Universal encendió las alarmas al publicar en su nota principal: "Alertan de contagio de ley censura con gobierno de Morena". Y es que lo que se está gestando en el Congreso de la Unión no es menor: una propuesta que, de aprobarse, permitiría bajar de inmediato cualquier publicación que critique o cuestione al gobierno. Y si bien aún no existe dictamen, Ricardo Monreal ha dicho que "hay camino para eso". Camino, sí. Pero un camino oscuro, autoritario y contrario a los principios democráticos.

¿PROHIBIDO PROHIBIR? YA NO
Rosa Icela Rodríguez, en una de las pocas posturas sensatas que se han escuchado desde el poder, advirtió que "cualquier ley debe ir a un escrutinio público y social". No sólo al análisis técnico del Congreso, sino al juicio de la ciudadanía. Su frase pareció marcar distancia con este intento legislativo de mordaza, y entre líneas, quizá, con la narrativa oficial de la próxima presidenta Claudia Sheinbaum, cuyo eslogan de campaña fue precisamente "prohibido prohibir".

¿Entonces por qué ahora se quiere prohibir la crítica?

CENSURA EXPRÉS: IMPOSIBLE Y PELIGROSA
La iniciativa busca que ante una publicación "crítica" al gobierno, se permita su remoción inmediata. La pregunta es: ¿cómo?

Las redes sociales —sobre todo Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp)— han mostrado cierta disposición a colaborar con gobiernos en temas de seguridad, pero incluso en casos graves, como la difusión de pornografía infantil o imágenes privadas, las respuestas han sido lentas y limitadas. La legislación mexicana no tiene el alcance para imponer sanciones o ejecutar acciones inmediatas contra empresas tecnológicas globales.

Entonces, ¿a quién le van a aplicar esta censura? A los que sí tienen rostro, voz y firma. A los medios formales, a los periodistas con trayectoria, a los analistas y ciudadanos que ejercen su derecho a opinar.

Contra los anónimos, los troles, las cuentas falsas impulsadas desde oficinas gubernamentales de comunicación social... ahí no podrán.

EL MIEDO DISFRAZADO DE LEY
Este tipo de leyes nacen del miedo. Del temor que tienen ciertos actores políticos a ser exhibidos, señalados o desenmascarados. Lo de siempre: cuando no se puede controlar la conversación pública, se busca silenciarla.

Morena está cometiendo el mismo error de los gobiernos que tanto criticó. El poder se les está volviendo costumbre, y cuando eso pasa, la crítica empieza a doler. Pero la democracia no es para quien busca aplaudidores. La democracia exige voces diversas, incluso incómodas.

Y sí, hay "basura informativa". Hay quienes han prostituido el ejercicio periodístico con fines propagandísticos o personales. Pero eso no justifica imponer un modelo único de verdad. En un país libre, el receptor tiene el derecho —y la responsabilidad— de decidir en quién confiar.

Los legisladores que promueven esta ley, como Pedro Haces y Alejandro Armenta, no representan una nueva generación de políticos. Representan lo más rancio del poder: el que se enoja cuando le preguntan, el que se ofende cuando le exigen, el que prefiere el aplauso a la reflexión.

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