La presidenta Claudia Sheinbaum vive esta semana un momento crítico en su presidencia. Enfrenta varios escándalos relacionados con figuras cercanas a su partido —en especial, Ricardo Monreal y Adán Augusto López— que ponen en riesgo no solo su imagen, sino la estabilidad de Morena y la percepción pública del movimiento.
UNA CRISIS INTERNA CON EFECTOS PÚBLICOS
La figura de Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación y ahora coordinador de senadores de Morena, se ha convertido en el epicentro de una tormenta política que salpica directamente el proyecto de Sheinbaum. Su exsecretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, está al frente del grupo criminal La Barredora y es prófugo con orden internacional de captura. Esta vinculación ha desatado un escándalo que amenaza con contagiar al gobierno federal. Mientras la oposición insiste en debatir el asunto en el Congreso, el oficialismo lo bloquea sistemáticamente.
Por su parte, Ricardo Monreal ha sido vapuleado públicamente por sus recientes exhibiciones: vuelos privados, cenas en restaurantes de lujo durante su estancia en España y otras extravagancias que contradicen el discurso de austeridad del partido. La presidenta no dudó en reprenderlo: "El poder se ejerce con humildad", afirmó públicamente.
¿LA PRESIDENTA SABE TODO?
El peso simbólico de estas figuras en Morena y en el mandato de Sheinbaum es considerable. Algunos opinan que, como señala un artículo reciente, esperar que la presidenta lo sepa todo y controle cada crisis es una exigencia irreal y peligrosa: "Los presidentes no pueden saberlo todo", resuena con fuerza en este contexto. Significa que también puede ser engañada por su círculo.
¿DESLINDE? ¿ACTUACIÓN INSTITUCIONAL?
El dilema para la mandataria es claro: deslindarse electoralmente de figuras como Monreal y Adán Augusto para purgar su gobierno de escozor político. O dejar que las instituciones actúen, en un intento de mostrar neutralidad y apego al Estado de derecho. Hasta ahora, Sheinbaum ha repetido "no vamos a cubrir a nadie" y ha dejado claro que la Fiscalía y la justicia deben actuar con independencia.
LA PACIENCIA DE LA MILITANCIA SE AGOTA
Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, ha sido enfática: los líderes deben dar ejemplo y evitar ostentaciones que contradigan los ideales del movimiento. Aunque los viajes fueron pagados con recursos privados, advirtió que "dañar al partido" por comportamientos de lujo podría salir muy caro políticamente.
Mientras tanto, el Consejo Nacional de Morena ratificó el respaldo político a Sheinbaum, buscando blindar la esencia del partido ante la crisis, pero sin exonerar implicados como Adán Augusto López.
EL COSTO POLÍTICO YA EXISTE
Aunque la popularidad de la presidenta se mantiene alta (alrededor del 80?%), su imagen ha comenzado a mostrar signos de desgaste moderado —sobre todo entre los segmentos críticos a Morena— debido a la inseguridad y la corrupción.
Las tensiones internas no son menores: Monreal ha actuado muchas veces como una figura autónoma dentro del propio partido, desafiando la agenda presidencial en temas como la reforma electoral. El famoso episodio de tomarse una foto mientras Sheinbaum pasaba frente a ellos, sin notarla, fue interpretado como un desplante de poder dentro de la obviedad política.
EL MOMENTO DE MARCAR TERRITORIO
Este es, quizá, el momento en que Sheinbaum debe decidir si se distancia claramente de estos cuadros o los deja seguir operando dentro de Morena. Adán Augusto, operado hasta ahora como figura central pese a las acusaciones, ya es considerado un "lastre" interno que desafía la narrativa ética del partido.
Monreal, por su parte, ha perdido el favor mediático y público, y su aparente impunidad puede generar más rechazo. Su defensa sobre los viajes y el uso de helicóptero fue considerada débil, y su ausencia en eventos clave del partido levantó sospechas de distancia con la línea presidencial.
POLÍTICA REAL VS. POLÍTICA DE SÍMBOLOS
Morena nació como un proyecto de cambio, con eje en la austeridad y la honestidad. Hoy se enfrenta simultáneamente a prácticas políticas tradicionales: clientelismo, nepotismo, escándalos financieros y vínculos con el crimen que resultan paradójicos en un movimiento que se definió en oposición al PRI y el PAN. El caso Segalmex, expuesto en el libro Licencia para robar, es un ejemplo claro: un desfalco multimillonario que documenta cómo lo mismo puede ocurrir sin rendición de cuentas, incluso bajo gobiernos que prometían lo contrario ?(licencia para robar, Segalmex).
HACIA LA CONSOLIDACIÓN O LA CRISIS
La presidenta enfrentará desafíos críticos: decisiones sobre la permanencia de cuadros como Monreal o Delgado; decisiones sobre dejar operar a las instituciones para deslindarse de escándalos; y finalmente, decidir si reconfigura su equipo político para recuperar coherencia ideológica.
Este momento es una prueba de fuego para Sheinbaum: puede convertirse en una líder que fortalece su mandato con independencia institucional e integridad política. O puede quedar atrapada en la lógica del legado de sus antecesores: gobernar con poder político, pero sin credibilidad ética. En estos meses cruciales, Morena necesita reencontrarse con sus promesas fundacionales o arriesgarse a perder —entre escándalo y deslinde— su lugar como opción política confiable para 2027.
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