Ciudad Valles no es perfecta, pero si logra capitalizar esta etapa de inversión, ordenar su entorno y fortalecer su tejido social, puede ser un ejemplo de cómo una ciudad intermedia puede reconstruirse desde sus propias convicciones.
En Ciudad Valles, la llegada de las lluvias despierta un suspiro colectivo de alivio. No solo revitaliza los campos ni recupera los mantos freáticos, también trae consigo la esperanza de que, al menos este año, no habrá crisis de abasto de agua. Sin embargo, esta bendición también sirve como recordatorio doloroso de un problema profundo: la improvisación histórica en el desarrollo urbano y la falta de planeación que hoy cobra factura con cada tormenta.
El alcalde de Ciudad Valles no rehúye a esta realidad. Reconoce con franqueza que "en mi percepción, ya no tenemos un cielo tan generoso para tener dos ingenios", lo que no solo representa un problema productivo para una región dependiente de la caña, sino una advertencia ambiental: se está forzando un sistema agrícola que ya no es viable bajo las condiciones actuales.
LA CIUDAD QUE CRECIÓ DONDE NO DEBÍA
Uno de los temas más complejos que enfrenta la administración municipal es el crecimiento urbano desordenado. Calles y colonias fueron autorizadas, durante varias administraciones, en zonas de escurrimientos naturales, márgenes de arroyos e incluso en lugares históricamente anegables. "No me gusta hablar del pasado", dice el alcalde, pero no puede evitar señalar que la permisividad de antes tiene consecuencias en el presente: inundaciones, drenajes colapsados, basura en los cauces y vecinos atrapados por el agua.
Cuando se construyen viviendas tres cuadras arriba de una colonia sin prever el flujo natural del agua, se genera un efecto dominó. "El agua busca su cauce", explica, y lo hace sin preguntar por permisos ni legalidades. A ello se suma el deterioro de los drenajes pluviales —estrechados con tubos, obstruidos con basura— que limitan el desfogue natural de las lluvias, afectando incluso vialidades clave como el bulevar principal.
EL ABANDONO DISFRAZADO DE ESPERANZA
No es raro que muchos habitantes de Valles construyeran sus hogares impulsados por la esperanza, motivados por la necesidad de tener un pedazo de tierra donde vivir. Se fueron "a los cerros, a los montes", en palabras del edil, y lo que inició como una toma o asentamiento irregular terminó siendo legitimado con el paso de los años. Hoy esas familias piden lo justo: servicios básicos, pavimentación, seguridad, atención médica. "Y lo entiendo", afirma el presidente municipal, "pero también es frustrante no poder avanzar más rápido".
La presión es doble: por un lado, el ciudadano que exige; por otro, un gobierno que administra recursos limitados para una ciudad que en gran parte fue construida sin planeación. Valles dejó de ser atractivo para los desarrolladores, salvo contadas excepciones. A diferencia de otras ciudades donde la industria detona la urbanización, aquí ha sido el mismo gobierno quien, administración tras administración, ha tenido que dotar de servicios a colonias que nacieron sin ser pensadas.
LA CIUDAD NECESITA ESCUCHARSE A SÍ MISMA
Quizá uno de los llamados más importantes que lanza la administración es el de comunicar más. "Necesitamos tener la ciudad más informada", señala. No se trata solo de transparencia institucional, sino de una estrategia más profunda de pedagogía urbana. Explicar por qué no se puede simplemente "tomar" agua de una línea de conducción. O por qué una alcantarilla tapada en Banorte puede significar la inundación de una colonia entera. La ciudad debe comprenderse para poder salvarse.
Incluso los servicios que ya ofrece el municipio muchas veces se desconocen. Desde atención médica hasta defensoría social, el gobierno local intenta responder a una ciudadanía cada vez más demandante, pero que también desconoce las capacidades y límites de su administración.
LA CUENTA REGRESIVA HACIA LA SUCESIÓN
Y como si la realidad no fuera suficiente, la política también mete presión. "Se está adelantando mucho el tema de la sucesión", reconoce el alcalde. En lugar de concentrarse en los dos tercios restantes de su gestión, algunos funcionarios ya están pensando en las urnas. Esa anticipación no solo distrae, también divide y polariza. Y si algo no necesita Ciudad Valles en este momento, es más fragmentación.
Valles enfrenta su pasado todos los días: en cada lluvia que inunda, en cada hogar que exige servicios, en cada colonia donde el agua no llega. Lo urgente no es solo contener la próxima tormenta, sino rediseñar un modelo de ciudad que no se repita sobre el mismo error. Como dijo el alcalde: "Tenemos que atenderlo". La verdadera pregunta es si esta vez, por fin, se hará.
LLEGAN NUEVAS EMPRESAS, PERO EL RETO ES MUCHO MÁS PROFUNDO
Una ciudad no solo se construye con concreto y calles pavimentadas, sino con oportunidades reales para su gente. En Ciudad Valles, donde el 65% de los empleos se mantienen en la informalidad, la llegada de una nueva empresa no es solo una cifra que engorda el boletín oficial, sino una bocanada de esperanza. Así se percibe la próxima apertura de una planta del grupo Kia, que iniciará operaciones gracias al acuerdo con la familia Torres Corzo.
Esta inversión —en tiempos donde pocas marcas de ese nivel voltean hacia las ciudades medianas— representa mucho más que una lista de empleados o un corte de listón. Implica una apuesta de confianza en un lugar que ha sufrido históricamente por el rezago y la falta de infraestructura, pero que sigue demostrando que su gente es su mejor carta de presentación.
UNA CIUDAD MÁS CONTENTA QUE PERFECTA
A menudo se piensa que los grandes capitales solo aterrizan en lugares con alta capacidad económica o industrial, pero la realidad es otra. Para una empresa, la decisión de llegar a un municipio no se basa únicamente en su PIB o número de parques industriales. También consideran factores como el bienestar social, la estabilidad emocional de la población, el orden público y —sí, aunque suene idealista— la felicidad.
"Valles está contenta", se dice desde el gobierno municipal, y en ese diagnóstico parece haber una clave silenciosa del por qué han llegado más franquicias e inversiones en los últimos tres años que en décadas anteriores. No se trata de presumir, sino de observar: cuando una sociedad se siente cuidada, transmite confianza.
A pesar de que no se ha contado con una industria detonadora, se ha logrado crear un entorno que comienza a ser atractivo para empresas de prestigio. Pero el camino está lejos de completarse.
BASURA, DRENAJE Y RESPONSABILIDADES COMPARTIDAS
En paralelo a estos anuncios, la realidad golpea en las calles. La problemática de los drenajes colapsados, los residuos mal manejados, los malos olores que alertan a vecinos, y las zonas en riesgo sanitario, siguen presentes. "Es un tema que no luce, que solo se nota cuando colapsa", reconoce el gobierno local, que señala también la lentitud de la Federación en liberar recursos como parte del problema.
El ordenamiento de la ciudad va más allá de las obras visibles. Incluye decisiones impopulares pero necesarias, como implementar bitácoras de residuos para los comerciantes, censar carnicerías o regular el paso de vehículos de basura al relleno sanitario. A nadie le gusta que le tomen la placa o le pidan credencial para ir a tirar residuos, pero la alternativa es seguir permitiendo tiraderos clandestinos, contaminación y afectaciones a la salud pública.
El llamado es claro: se necesita más exigencia hacia los ciudadanos. Porque no todo es responsabilidad del gobierno.
DEJAR ATRÁS LOS USOS Y COSTUMBRES
La ciudad no puede seguir rigiéndose por la lógica de "siempre lo he hecho así". Hay reglamentos que deben aplicarse, y eso incluye a mercados, comerciantes, transportistas y hasta a los propios agentes de seguridad. "Que no acepten mordidas", se dijo con claridad. Si bien muchas normas parecen letra muerta, el reto es reactivarlas sin caer en el abuso de autoridad ni en la simulación.
No se trata de gobernar con mano dura, sino con responsabilidad compartida.
LO LOCAL COMO PRIORIDAD, LO HUMANO COMO MOTOR
A pesar de las tensiones políticas, el alcalde se muestra enfocado en cumplir su palabra. Asegura que no dará promesas falsas, que seguirá caminando por las calles después de dejar el cargo y que no tiene nada que esconder. Esa cercanía no es una estrategia de marketing, sino una necesidad de gobernabilidad en una ciudad donde todos se conocen.
En un cierre emotivo, se permite desearles feliz día a los padres vallenses. "Mi mejor regalo son las palabras que me digan mis hijos", afirma. Es un recordatorio de que detrás de la investidura, sigue habiendo personas con historias, con afectos, con compromisos que van más allá del poder.
Ciudad Valles no es perfecta, pero si logra capitalizar esta etapa de inversión, ordenar su entorno y fortalecer su tejido social, puede ser un ejemplo de cómo una ciudad intermedia puede reconstruirse desde sus propias convicciones.
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